tag:blogger.com,1999:blog-2057370754302914552024-03-05T20:08:51.751-08:00MaríaTestigos de jesucristo - MaríaUnknownnoreply@blogger.comBlogger22125tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-27203593893429383272017-09-02T11:07:00.002-07:002021-01-07T10:10:31.277-08:00<!--Nueve cosas que debes saber sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe-->
<div class="principal">
<h1>NUEVE COSAS QUE DEBES SABER SOBRE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE</h1>
<center><div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:maroon"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgT-j5wgp6v-gwMyLyZwXY2byabSMtv3WM-HoaHdoh9ZRe7j2o8-2v6Q-d3zu-xGNeRMICCbEuxou8zPrLQtvSQ4THpYEtefRwhKiIax-P3uErIApa-VAuPATmMyYbfPc1BGr3-MrCoxxcQ/s1600/virgen+de+guadalupe.png" width="100%"></div></center>
</div>
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Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-32460878212966476842017-08-23T11:46:00.002-07:002021-01-07T10:11:16.983-08:00<div class="principal">
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 25px 0px">HABLAR DE MARIA, NUNCA ES SUFICIENTE</div>
<center><div style="font-size:12pt;font-family:calibri;color:maroon"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxvRboN-dj9EdgDoQZBXfncyelUinJZv_F2MsAt0dSajZyC91X7JoXom_edPqIf12Jv1PwBNW3gmKrRzXEEymtmk9ULQo2aFxnOS0RjdrC_r7qoffD3IzKrxAf0H5yCbLSPiesNkenHN33/s1600/20160718232200.jpg" width="50%"></div></center>
Debo confesar que éste es uno de los temas más complicados para mí, pues me uno al pensar de los santos con respecto a que de María nunca se dirá lo suficiente, y es así que la complejidad no es por falta de información sino por abundancia de ella. La figura de María es además la que une a los católicos con los ortodoxos y es por último el puentecon el Islam, que no duda en concederle un puesto altísimo. Basta con señalar que en el Corán, Máryam es la única mujer recordada con su nombre, que se repite unas cuarenta veces. Sin embargo, hay en todo esto la motivación de que sea alabado el nombre de María, por parte de quienes aún dudan en hacerlo por miedo o recelo, o de aquellos que están resueltos a no hacerlo por creer – equivocadamente – que es contrario a lo que Dios quiere, y todo esto, para que al final, y a través de María, Jesucristo sea adorado como el Único Dios y Señor, y su Nombre sea exaltado como el único que se nos ha dado para poder salvarnos [1]. <br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">¿Por qué María? – Objeciones </div>
Existen aún muchos cristianos que se han convencido a sí mismos de que la devoción a María es una especie de accesorio de la fe, que puede estar como no estar. Resulta necesario explicarles de nuevo cómo el papel de María en el sistema cristiano de la fe no es ni mucho menos marginal o facultativo. Al respecto se presentan distintas objeciones que con un criterio básico de formación cristiana es posible superar:<br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">1. María “versus” Jesús</div>
Es un error gigantesco el pensar que aquello que se le ofrece a María se le hurta a Jesús. Ciertamente en este equívoco ha caído toda la teología protestante, sin embargo, Benedicto XVI explicó, siendo el cardenal Ratzinger, quereconocerle a la Virgen el papel que el dogma, la tradición, la liturgia y la devoción le confieren, significa estar firmemente enraizados en la auténtica cristología. Y es que el Hijo ha querido compartir todo con la Madre, y así, no hay oposición alguna entre uno y otro, y menos aún habrá de “restársele” a Jesucristo la gloria por el hecho de cumplir la profecía que María hace de sí misma al reconocer quetodas las generaciones la llamaránbienaventurada[2]. Por otro lado, ¿qué oposición podría existir al entregarnos totalmente a aquella que sin reserva alguna habrá de decirnos siempre: “Haced lo que Él os diga”[3]? <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">2. “¿Dónde dice en la Biblia?”</div>
Se sabe que una característica muy propia de ciertas denominaciones protestantes es el fundamentalismo bíblico, desde los Testigos de Jehová que aseguran haber existido desde los tiempos de Cristo fundamentándose en que Cristo al ascender a los Cielos dijo: “seréis mis testigos”[4], hasta aquellos evangélicos que piden la cita bíblica en donde aparezca la palabra “católico”. Esta objeción nace del “no” al concepto de Tradición. Olvidando que también la Escritura es Tradición: no cae del Cielo, como el Corán, sino que es fruto de obras humanas, aunque bajo inspiración divina, y hemos de tener siempre en mente que los Apóstoles no iban por los poblados repartiendo biblias sino transmitiendooralmente y por tradición[5] lo que de Cristo habíanrecibido.El culto mariano de los primeros cristianos se remonta a los tres primeros siglos, desde el arte paleocristiano que nos muestra ya en tumbas cristianas la imagen de la Virgen y el Niño, hasta la famosa oración del Sub tuum praesidium[6]que no puede remontarse a más allá del siglo III, probablemente en torno al año 250. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">3. Los “hermanos de Jesús”</div>
Veintiún siglos después aún siguen habiendo personas que al encontrarse con esta expresión en las Escrituras, siguen interpretando que María tuvo más hijos, y sobre esto – me parece – hay ya bastante literatura que explica hasta el cansancio el hecho de que el hebreo ´ah, puede significar al mismo tiempo hermano de sangre, hermanastro, primo o sobrino pero, también discípulo, aliado, miembro de la misma tribu y hasta prójimo en general, o de la misma ciudad o nación, y así, Abraham – por poner un ejemplo – llama “hermano” a su nieto Lot[7]. Pasando al Nuevo Testamento, san Pablo usa el término “hermano” casi 120 veces para designar una comunión espiritual o un lazo distinto al uterino y, con frecuencia, ni siquiera familiar. El asunto es que nos cuesta entender que la Escritura viene de un universo que no es el Occidente moderno, sino semítico, oriental, mediterráneo, donde la fraternidad no es restringida como la de nuestras familias mononucleares. <br><br>
Por otro lado, si María hubiera tenido más hijos, sería una cosa bastante sui generis que Jesús moribundo hubiera confiado su madre al discípulo. Finalmente, los evangelistas se refieren a Jesús con un título bastante interesante: “el Hijo de María”[8]. Entiéndase bien, que no se dice “uno” de los hijos de María, sino “el”, es decir el Único. Sobre esto, vale la pena aclarar el detalle de que en el mundo hebreo, el hijo nunca es indicado con el nombre de la madre, a menos que el padre haya muerto y la viuda no tenga más hijos. <br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">María, Madre de Dios </div>
Es probable que quienes no son católicos encuentren muchas dificultades para acercarse a María, y más de uno – a partir de la Revolución Protestante del siglo XVI – ha tratado de esparcir como veneno cierto desprecio hacia Ella. <br><br>
Lastimosamente este veneno de a poco se ha ido introduciendo también en la Iglesia, de manera que hay muchos católicos que ante la imagen de María sienten cierto recelo. Y es que, ante la Theotokos[9] hay quienes ven sólo una “hermana en la fe”. Desde la perspectiva católica efectivamente María es también“hermana”, pero en primer lugar, es “Madre”. Tarde o temprano y católicos o no, hay que entender que Jesucristo, moribundo en la cruz, no le dio a Juan una “hermana”, le diouna madre. Y a Ella no le dio un “hermano”, sino un hijo. <br><br>
Ha sido grande el esfuerzo que el Protestantismo ha hecho para difundir esta idea – siempre herética sin importar que estemos en tiempos ecuménicos – de que María no es Madre de Dios sino sólo de Jesús,y es sorprendente cómo esta idea ha calado en lo profundo del Cristianismo, desfigurando a fin de cuentas no a la Madre sino al Hijo, pues uno de los pilares de la doctrina cristiana (y no sólo católica desde luego) es el hecho de que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, y así lo creen también quienes difunden esta idea, aunque no se hayan dado cuenta – o no hayan querido hacerlo – de que creer en las dos naturalezas de Cristo (Dios-hombre) y negarle el título deMadre de Dios a María, son dos posturas completamente contradictorias e insostenibles las dos al mismo tiempo. Así, de a poco también los cristianos nos hemos ido dando cuenta, de que entre Jesús y María existe una unión tan misteriosa y profunda, que se vuelve imposible atentar contra la Madre sin que redunde en el Hijo. <br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">María, Madre Nuestra </div>
“Si en ciertas teologías y eclesiologías de hoy María ya no encuentra sitio, la razón es simple y dramática: han reducido la fe a una abstracción. Y una abstracción no sabe qué hacer con una madre”[10] <br><br>
La historia ha sabido demostrar que los hombres han tenido siempre la necesidad de una Madre, con mayúscula, además de la que les da el registro civil, y cuando han dejado a un lado a la Madre celestial, inmediatamente han buscado otra. Y así, en el siglo XVIII que desemboca en la Revolución francesa – y que como toda revolución engendra el caos –, sobre todo con los que le siguen (XIX y XX) con el nacionalismo, terminan creando como “Madre” a la “Patria”, con mayúscula, como Gran Madre. A Ella, como en otros tiempos hicieron los religiosos, se dedicaron losnuevos monjes que son los militares. Es así como los perfiles de España o Francia fueron sustituyendo sus raíces cristianas en busca de otros dioses. Sin embargo, será imposible desarraigar el nombre de María sin trastocar lo más profundo de la sociedad, y así como ejemplo, tenemos la bandera de la Unión Europea (doce estrellas – como las de aquella Mujer del Apocalípsis [11] – en un fondo azul – de tono mariano por supuesto –) diseñada por Arséne Heitz, un devoto de la Virgen, de esos de rosario diario. Es singular además, el detalle de que la bandera azul con el círculo de las doce estrellas de adoptó oficialmente un 8 de diciembre de 1955, fiesta de la Inmaculada Concepción de María. <br><br>
No es suficiente citar aquél pasaje de Cristo agonizante en la Cruz donde se nos entrega a María como Madre y donde la Iglesia ve en Juan a toda la humanidad representada ¡no! Hace falta más bien comprender el papel de María en la Historia de la Salvación, cuestión que no pretendo abordar aquí dado que me he propuesto escribir un artículo y no un libro, sin embargo, habrá de ayudarnos un gran propagador de la devoción mariana – santo además –: <br><br>
“Digamos pues sin temor con San Bernardo, que nosotros tenemos necesidad de un mediador ante el Mediador mismo, y que María es la más capacitada para llenar este oficio caritativo; Jesucristo ha venido al mundo por medio de Ella, y es por medio de Ella como debemos llegar a Él. Si tememos ir directamente a Jesucristo nuestro Dios, por causa de su grandeza infinita, o a causa de nuestra bajeza, o por causa de nuestros pecados, imploremos osadamente la ayuda e intercesión de María nuestra Madre(…)”[12] <br><br>
Al igual que en las Bodas de Caná junto a Cristo y que en Pentecostés en medio de los discípulos recibiendo el Espíritu Santo, María ha permanecido y permanecerá siempre en compañía de la comunidad cristiana, desarrollando el papel de Madre y por tanto, la de no abandonar a sus hijos nunca. <br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Conclusión, por así decirlo… </div>
Dado que el “tema de María” no puede concluirse propiamente, tan sólo quisiera decir que no es posible considerarse cristiano plenamente, si no es asumiendo a la Persona de Jesucristo en toda su plenitud, y esto incluye obligatoriamente aquél aspecto hermoso y polémico a la vez, de ser el Hijo de María. A pesar de que es inolvidable aquella dimensión violenta, del enigma de la historia que es el islamismo, si hay algo que podemos aprender es que, a diferencia de lo que ocurre en regiones cristianas, para un musulmán no sólo es impensable blasfemar, sino también ceder a una mínima falta de respeto, respecto a aquella que es la “madre de Jesús”. Como cristianos, es mucho lo que nos falta profundizar en torno a la figura de la Madre, y esto siempre debido a que es la forma más perfecta de interiorizar la figura del Hijo. <br><br>
Nuestra Señora habrá de ser llamadabienaventurada hasta el final de los tiempos. En María, todo nos lleva a Jesús, y quien llega a conocer a Jesucristo, habrá de encontrarse irremediablemente con la figura de María, la Madre del Señor, y tarde o temprano todo aquél que busca la Verdad con sincero corazón, terminará aceptando con san Lucas, que el Señor ha hecho en Ella grandes maravillas[13] . <br><br>
<hr><br><br>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[1] Hch 4, 12</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[2] Lc 1, 48</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[3] Jn 2, 5</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[4] Hch 1, 8</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[5] 2Ts 2, 15</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[6] “Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[7] Gn 13, 8</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[8] Mc 6,3</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[9] Significando “Madre de Dios”. Título – en griego – reconocido oficialmente por la Iglesia a partir del Concilio de Éfeso en el 431, y respondiendo a la herejía de Nestorio que entendía en Jesús a una Persona distinta a la del Hijo de Dios.</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[10] Card. Joseph Ratzinger. Informe sobre la fe, Cap. VII. Las Mujeres: Una Mujer</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[11] Ap 12, 1</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[12] San Luis María Grignion de Montfort. Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, 85</i></div>
<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>[13] Lc 1, 49</i></div>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:gray"><hr><i><a href="https://pabloeze.wordpress.com/2016/07/18/hablar-de-maria-nunca-es-suficiente/">Fuente: https://pabloeze.wordpress.com/2016/07/18/hablar-de-maria-nunca-es-suficiente/</a></i></div>
</div>
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Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-2053326890301710712016-06-08T07:49:00.001-07:002016-06-08T07:50:00.974-07:00<!--Aprueban apariciones de la Virgen María en Argentina-->
<div style="background:#834e03;padding:30px 50px;border-radius: 15px">
<div style="background:white;font-size:16pt;font-family:cambria;text-align:justify;padding:25px;border-radius: 15px">
<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
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</div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:25px">APRUEBAN APARICIONES DE LA VIRGEN MARÍA EN ARGENTINA</div>
<center><div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:maroon"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtaWJe6MtKaUrJv7v3qsQwFG3cPmQfZaZBvjoHTIBW87kbAlkVMPFVLiY5T9z1AUynBCA7jxWsF3uB4aR_jN7nmrFH5-gbVQIFNPgmW6ZP1Mr79tnUlAqM35Ff-bTDJg3j4pt0l4Y8Kg0/s1600/Aprueban+apariciones+de+la+Virgen+Mar%25C3%25ADa+en+Argentina.jpg" width="100%"></div></center>
<i style="font-size:14pt;font-family:arial narrow;color:maroon">www.aciprensa.com, 25 May. 2016. </i>
El Obispo de San Nicolás en Argentina, Mons. Héctor Cardelli, emitió un decreto en el que reconoce el carácter sobrenatural del Acontecimiento Mariano ocurrido en esa ciudad del norte de la provincia de Buenos Aires.<br><br>
El pasado 22 de mayo y en el marco de la multitudinaria peregrinación al Santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás, el Obispo afirmó al terminar la Misa que “a doce años de pastoreo en San Nicolás y habiendo seguido con fe y responsabilidad el acontecimiento mariano, que conozco desde sus inicios, he crecido en la decisión de reconocerlo para mi diócesis”.<br><br>
Sobre el proceso que lo llevó a tomar esta decisión explicó que ha trabajado “en la consulta con peritos y testigos y consciente de que el deber de vigilar o intervenir compete ante todo al ordinario del lugar, asumo, como los obispos que me precedieron, la decisión de apoyar, orientar y declarar acerca de esta manifestación en San Nicolás” que comenzó en 1983.<br><br>
El Prelado explicó que juzgó el hecho según dos criterios: “Positivos y negativos y en ambos casos no hubo ni hay errores” y precisó que hizo un discernimiento sobre tres criterios particulares: “El acontecimiento ¿Es de origen natural? ¿Puede ser obra del enemigo? ¿Es de origen sobrenatural?”<br><br>
“Las respuestas a estos interrogantes me dejaron la certeza de que es real y positivo el fruto que supera la mera acción humana”, sostuvo.<br><br>
El Obispo señaló que acompaña el decreto con la presentación del libro “La escuela espiritual de Santa María del Rosario de San Nicolás” en el que se detallan las enseñanzas “más destacadas en los mensajes que Ella nos ofrece para nuestra adhesión a todo lo que Él nos dice porque Él es el culmen de la revelación”.<br><br>
“Finalmente y como la Santa Madre lo ha pedido, imploro al Cielo en nombre de toda la diócesis, que sea Ella, por siempre la Reina y Señora de San Nicolás de los Arroyos”, concluyó.<br><br>
El decreto de Mons. Cardelli señala lo siguiente: “En virtud de todo lo afirmado, y como obispo diocesano facultado para este tipo de pronunciamiento; motivado por un sentido de conciencia justa, decreto con certidumbre moral, buena intención y esperanza; cumpliendo los requisitos del discernimiento sugeridos por la santa sede; buscando la mayor gloria de Dios y el bien de nuestra Iglesia; invocando el nombre de Dios Altísimo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, el nombre de María del Rosario de San Nicolás, el de su esposo San José, reconozco el carácter sobrenatural de los felices acontecimientos con los que Dios a través de su hija predilecta, Jesús por medio de su Santísima Madre, el Espíritu Santo por medio de su dilecta esposa, ha querido manifestarse amorosamente en nuestra diócesis”.<br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Breve historia</div>
En el año 1983 algunos rosarios en las casas de la localidad bonaerense de San Nicolás de los Arroyos se iluminaron sin explicación alguna. Al ver este hecho, una madre de familia de nombre Gladys Quiroga de Motta comenzó a rezarle a la Virgen que se le apareció el 25 de septiembre de ese año.<br><br>
La vidente es una mujer sencilla, esposa, madre de dos hijas y abuela, que solo pudo cursar hasta el cuarto grado. No tenía mayores conocimientos bíblicos ni teológicos.<br><br>
El pedido que le hizo María en las primeras apariciones fue buscar una imagen que había sido bendecida por un Papa y estaba olvidada en una iglesia.<br><br>
La imagen en cuestión era de la Madre de Dios con el Niño en brazos que fue bendecida por el Papa León XIII cuando se inauguró la catedral. Fue encontrada, luego de las instrucciones de la Virgen, en el campanario del templo.<br><br>
Desde el principio Gladys siempre estuvo a disposición de las autoridades de la Iglesia, compartió los mensajes de la Virgen y ahora vive de manera muy piadosa manteniendo siempre un perfil bajo.<br><br>
El Obispo de San Nicolás por esos años, Mons. Domingo Salvador Castagna, aprobó la publicación y difusión de los mensajes de María del Rosario en San Nicolás y ordenó la construcción de un Santuario como la Virgen lo había solicitado, en donde cada año se realiza una multitudinaria peregrinación como la del pasado 22 de mayo.<br><br>
</div></div>
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Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-49752443253330723092016-05-17T23:54:00.000-07:002016-05-17T23:56:30.910-07:00<!--El lugar excepcional de la Virgen María en la teología-->
<div style="background:#834e03;padding:30px 50px;border-radius: 15px;height:6000px">
<div style="background:white;font-size:16pt;font-family:cambria;text-align:justify;padding:25px;border-radius: 15px;height:5800px">
<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
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</div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:25px">EL LUGAR EXCEPCIONAL DE LA VIRGEN MARÍA EN LA TEOLOGÍA</div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:20pt;padding:10px 0px 10px 0px">Estudio teológico sobre la Virgen María</div>
<div style="width:300px;font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:maroon;float:right;padding:0px 0px 0px 15px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXq70sL509HrXbOodk9z4hDmTnIDhHcTVnML9BuGMT05MTi_i3PoC5pkV1unUFSiDe6z5OytWUAYh3DxJtmiakZ0_ITcISL4_q-KZfvwehdeNJtDK0CtxVIEDF0NPi4eJWDnGtYbUykqbM/s1600/Im%25C3%25A1genes-de-la-Virgen-Mar%25C3%25ADa5.jpg" width=300 ></div>
En la doctrina de la Iglesia católica -en su teología, en su culto y en la vida de los fieles-, la Virgen María ocupa un lugar excepcional: Ella es la mujer asociada íntimamente al Verbo encarnado; es la Madre de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, Redentor y Salvador del género humano. Es también la Madre espiritual de los hombres y miembro excelentísimo y enteramente singular de la Iglesia, quien la venera como Madre amantísima con afecto de piedad filial (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.53).<br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">La razón de ser del Estudio Teológico sobre María </div>
La justificación de un estudio teológico sobre María, no obstante lo dicho en el párrafo anterior, no es tan obvia como parece a primera vista si consideramos que Ella es una criatura humana -aunque privilegiada-, descendiente de Adán. Hay, evidentemente, razones que lo justifican plenamente, pero éstas hay que dilucidarlas a la luz de la ciencia teológica.<br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">La ciencia teológica</div>
Teología significa, etimológicamente, tratado o estudio acerca de Dios. Pero, ¿qué es Teología como ciencia? Es necesario, pues, adentrarnos un poco en el ser mismo de la Teología.<br><br>
a) Cuando el creyente no se conforma con el simple entendimiento y la sencilla aceptación de las verdades que conoce por la Revelación, sino que desea comprenderlas con mayor profundidad y conocerlas relaciones reciprocas de las verdades sobrenaturales y, de éstas, con las verdades naturales, es entonces cuando nace la Teología.<br><br>
Por lo tanto, Teología es el estudio científico de la Revelación divina a la luz de la fe. En otras palabras, Teología es la ciencia que trata de Dios y su obra de salvación, y tiene como principios las verdades de la Revelación divina.<br><br>
El término Teología se comienza a emplear con Clemente de Alejandría y Eusebio de Cesarea; posteriormente, Anselmo de Canterbury lo utiliza diciendo que la Teología es “la fe que busca entender” o con expresión sinónima “la inteligencia de la fe”. Tomás de Aquino, a partir del concepto aristotélico de ciencia, define la Teología como “ciencia de la fe”. El Concilio Vaticano II enseña que se trata de un conocimiento, cada vez mayor, de los tesoros insondables de la Palabra de Dios sobre sí mismo y su mensaje de salvación (cfr. Const. dogm. Dei Verbum, nn. 5-6).<br><br>
b) El quehacer de la Teología tiene como objeto la profundización en el mensaje de la Palabra de Dios a los hombres. Ahora bien, cuando Dios revela, el hombre lo escucha mediante la Fe y, por ella, se entrega entera y libremente a Él: ofreciendo el homenaje pleno de su entendimiento y voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios revela movido por su gracia (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, n.5).<br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">La Teología y la Virgen María</div>
Si la Teología trata de Dios y su mensaje de salvación, ¿por qué se ocupa de María? Para responder adecuadamente es útil descartar primero algunas respuestas insuficientes:<br><br>
a) No basta decir, simplemente, que la Teología se ocupa de María porque de Ella habla la Sagrada Escritura.<br><br>
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se habla de muchos personajes: Abraham, Moisés, el rey David, San Pedro y San Pablo, etc. y, sin embargo, sólo de Cristo hay una Cristología por la sencilla razón de ser verdadero Dios y verdadero Hombre: sólo Él constituye el centro del estudio teológico. La razón antes mencionada sobre María, sólo justificaría una biografía de Ella o, en su caso, de Abraham, o de San Pedro, etc., pero no una Teología sobre ellos.<br><br>
b) Tampoco justificaría un estudio teológico sobre María la consideración de los “privilegios personales” que Ella ha recibido, si los consideramos sólo desde el punto de vista de ,”dones personales”, que son importantísimos para Ella, pero lo serían menos para nosotros. Esa razón -los privilegios- a lo más serviría para hacer una maravillosa hagiografía (es decir, el estudio descriptivo de la vida de los santos, por las gracias recibidas de Dios y su correspondencia a ellos), pero no unaTeología mariana.<br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">¿Cuál es, entonces, la razón válida para que la teología se ocupe de María?</div>
La razón válida proviene de la siguiente consideración. Si la Teología, como hemos dicho, se ocupa de Dios y su obra de salvación, María entra de lleno en la Teología, consecuentemente, como objeto de ella -no podría ser de otra manera- en cuanto que tuvo un papel positivo en la obra de la salvación; y, éste, por voluntad expresa y positiva de Dios.<br><br>
En otras palabras: el fundamento teológico del estudio sobre María radica en su divina maternidad y, de ella, en la asociación íntima y activa que tuvo en la realización de los planes divinos, por medio de su único Hijo, en orden a la salvación de los hombres.<br><br>
Con razón los santos Padres estimaron que María no fue un simple instrumento pasivo, sino que cooperó de manera activa a la salvación humana por medio de su fe y libre obediencia.<br><br>
En resumen, la razón última de una teología sobre María radica en el modo como quiso Dios que se llevara a cabo la Redención. Ella estuvo asociada a su Hijo, el Redentor, de tal manera que juntamente con El quebrantó la cabeza a la serpiente infernal, obteniendo así un señalado triunfo.<br><br>
La respuesta de María al ángel: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1,38), nos da la clave para poder constatar que María está en el corazón mismo del misterio de Cristo y su Obra; y, sobre todo, no porque Ella se haya colocado ahí usurpando ese sitio, sino puesta por Dios mismo. De ahí las palabras suyas “según tu palabra”, que son la respuesta a los planes de Dios. Dios quiere contar con Ella, precisamente, como Madre de su Hijo, el Redentor, y que Ella misma sea Corredentora. Así lo anunció a nuestros primeros Padres -Adán y Eva- (cfr. Gén 3 15) lue o a los Profetas (cfr. Is. 7,14).<br><br>
Al aceptar María su divina maternidad y formarse jesús en su seno, no sólo se está formando el Jesús hecho hombre, Jesús histórico que vivió en Palestina hace dos mil años, sino también la cabeza de un gran Cuerpo místico; ha comenzado a constituirse un gran organismo que es el “Cristo místico” que será la Iglesia. María, por tanto, interviene de modo activo en la obra de la redención y, por ello, es pieza clave de la historia de la salvación (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn.60- 62).<br><br>
Si bien, antes se dijo que no era suficiente que la Sagrada Escritura hablara de María y tampoco bastaba la consideración de sus “privilegios personales” para justificar un estudio teológico sobre Ella, ahora, una vez asegurado su papel activo en la obra de la Redención, Ella es objeto de la Teología porque así lo enseña la Revelación -como atestiguan las fuentes- ocupando el lugar que le corresponde y teniendo como centro a Cristo, Mediador y Redentor.<br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">El protestantismo y la mariología</div>
Por su misión activa y singular en la obra de la Redención, la Virgen María tiene un lugar propio en los tratados de la Teología y, por lo mismo, se justifica el culto y la devoción que la Iglesia le profesa.<br><br>
La misión privilegiada de María toca uno de los nervios más sensibles del protesta ntisni o y afecta en el centro de sus doctrinas. En efecto, ellos sostienen que sólo Cristo es el único Mediador y el único Redentor -excluyendo de raíz cualquier otro tipo de mediación-; además de negar la libertad del hombre para cooperar positivamente con Dios, de ahí que digan que el hombre se salva por la sóla “fe fiducial” en Jesucristo,- y no admiten el papel que libre y activamente desempeñó María en la obra de su Hijo y, en consecuencia, tampoco admiten la validez de un culto y devoción a Ella. Es aquí donde surgen las principales dificultades teológicas entre protestantes y católicos.<br><br>
Al decir protestantismo -término genérico que se aplica a las diversas sectas- nos referimos a los protestantes que provienen de Lutero, Zwinglio y Calvino.<br><br>
Martín Lutero fue un hombre que vivió atormentado por la angustia de su propia salvación. Ese temor le condujo al pesimismo y al error de afirmar que, por el pecado original, el hombre quedó corrompido en su naturaleza y libertad e incapaz de poder merecer para la vida eterna por las buenas obras que pudiera realizar. Por tanto, al ser radicalmente pecador, sólo puede confiar en que Dios “no le impute” -no le tome en cuenta, mire con disimulo- sus pecados y, permaneciendo pecador, pueda salvarse.<br><br>
Las dificultades de la doctrina protestante respecto a la Teología católica consisten en el rechazo de la enseñanza sobre la justificación cristiana y la corredención mariana.<br><br>
La Iglesia entiende como justificación “el traslado del estado en el que el hombre nació como hijo del primer Adán, al estado de gracia y de adopción entre los hijos de Dios por medio del segundo Adán, Jesucristo, Salvador nuestro” (Conc. de Trento, DZ. 796). Lo anterior supone dos aspectos simultáneos, por el primero se consigue la verdadera remisión de los pecados, por el segundo, la renovación y santificación del hombre interior, por obra de la gracia de Dios (cfr. DZ. 799).<br><br>
Para Lutero, en cambio, la justificación consiste en el simple encubrimiento de los pecados, fruto de la misericordia divina, pero no en la remisión de los mismos ni en la infusión de la gracia.<br><br>
Por otra parte, admitir que algo creado o alguna persona humana pudiera tener un influjo positivo en la obra de la Redención, como es el caso de la Virgen María -según el protestantismo— destruye la exclusividad del único Mediador y Redentor que es Jesucristo. En otras palabras, la existencia misma de la Mariología tiene como fundamento un motivo que el protestantismo jamás podrá aceptar sin negarse a sí mismo.<br><br>
El Concilio Vaticano II y el magisterio de Juan Pablo II nos presentan a María como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, maternalmente presente y activa en toda la vida y apostolado de la Iglesia: como insustituible componente, por la providencial voluntad del Padre, que nos ha dado por medio de María al Salvador y Fundador de la Iglesia; indisolublemente asociada al Hijo en toda la historia de la salvación (cfr. Const. dogm. Lumen gentium, cap. VIII y Enc. Redemptoris Mater).<br><br>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:gray"><hr><i>Artículo originalmente publicado por encuentra.com</i></div>
</div></div>
<SCRIPT>document.title='El lugar excepcional de la Virgen María en la teología'</SCRIPT>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-81377784328605554152015-05-19T12:06:00.002-07:002015-05-19T12:07:21.508-07:00<!--María, Madre de Dios-->
<div style="font-size:16pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<a href="http://testigos-de-jesucristo.blogspot.mx/">Inicio</a> » <a href="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/">María</a> »
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<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 20px 0px">SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS</div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:20pt;padding:10px 0px 25px 0px">1 de enero</div>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:#323232;float:right;padding:0px 0px 0px 10px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRx-6DL9lfg73yk3VVyfkqPENbtt_HAB3THi0Ql6ExE6dVx3qCIkUz3crUr7t11GPd66qQPptSvkjAkRBXcQYphRnGQaLOQI4htZ7YlMGGIWizBcTCFwYkvKEXZAOcK4onmlYqqrm7i2Q/s1600/Mar%C3%ADa,+Madre+de+Dios.jpg" width=250 ></div>
El título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las festividades navideñas, es, por consiguiente, el apelativo fundamental con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos decir, desde siempre a la Virgen santísima. Expresa muy bien la misión de María en la historia de la salvación. Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino.<br><br>
Y todos sabemos que estos privilegios no fueron concedidos a María para alejarla de nosotros, sino, al contrario, para que estuviera más cerca. En efecto, al estar totalmente con Dios, esta Mujer se encuentra muy cerca de nosotros y nos ayuda como madre y como hermana. También el puesto único e irrepetible que María ocupa en la comunidad de los creyentes deriva de esta vocación suya fundamental a ser la Madre del Redentor. Precisamente en cuanto tal, María es también la Madre del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Así pues, justamente, durante el concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI atribuyó solemnemente a María el título de "Madre de la Iglesia".<br><br>
Precisamente por ser Madre de la Iglesia, la Virgen es también Madre de cada uno de nosotros, que somos miembros del Cuerpo místico de Cristo. Desde la cruz Jesús encomendó a su Madre a cada uno de sus discípulos y, al mismo tiempo, encomendó a cada uno de sus discípulos al amor de su Madre. El evangelista san Juan concluye el breve y sugestivo relato con las palabras: "Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27). Así es la traducción española del texto griego: εiς tά íδια; la acogió en su propia realidad, en su propio ser. Así forma parte de su vida y las dos vidas se compenetran. Este aceptarla en la propia vida (εiς tά íδια) es el testamento del Señor. Por tanto, en el momento supremo del cumplimiento de la misión mesiánica, Jesús deja a cada uno de sus discípulos, como herencia preciosa, a su misma Madre, la Virgen María. - Benedicto XVI, 2008<br><br>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:gray"><hr><i>Benedicto XVI, 2008</i></div>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px"></div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-74938199126649157602015-05-19T10:10:00.001-07:002015-05-19T10:10:56.892-07:00<div style="text-align: justify;font-size:14pt">
<h1 style="color:navy">María Auxiliadora</h1>
<h3 style="color:navy">Fiesta de la Virgen María</h3>
<h3 style="color:navy">24 de mayo</h3>
<div style="float: Right;padding:10px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiX2G3T9PEpoB5Y0glWL0QfzHIIKGIP35rTwbBe5YqDCWYogCwXLDgBoTzeteSqahLaNcUkSn1LCjyYtsVcAjSZA2JYmRojSnW-glYMgyTwXIl1xug9JSrsL2JAo1V5qqhAkSxlLY7ml3I/s1600/Mar%C3%ADa+Auxiliadora.jpg" width=300></div>
<p>El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".</p>
<p>San Sabas en el año 532 narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada "Auxiliadora de los enfermos", porque junto a ella se obraban muchas curaciones.</p>
<p>San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación".</p>
<p>En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos.</p>
<p>En el año 1572, el Papa San Pió quinto ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.</p>
<p>En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.</p>
<p>En 1683 los católicos al obtener inmensa victoria en Viena contra los enemigos de la religión, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 paises.</p>
<p>En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.</p>
<p>En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo.</p>
<p>Empezó la obra del templo con sus tres monedas de veinte centavos cada una, pero fueron tantos y tan grande los milagros que María Auxiliadora empezó a obtener a favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la Gran Basílica. El Santo solía decir: " Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen", desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.</p>
<p>El nombre de Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la Virgen María, en Ucrania (Rusia), por haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora el 1ro de octubre.</p>
<p>Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia.</p>
<p>Esta advocación se hizo fuerte ante la invasión de los turcos en 1571 donde San Pío V la invocó como María Auxiliadota de los Cristianos o con los Príncipes Católicos de Alemania fieles al catolicismo frente a las tesis protestantes o frente a las invasiones turcas sobre Viena en el siglo XVII o, incluso, como mano protectora frente a los caprichos de Napoleón Bonaparte que llevo al Papa Pío VII al destierro, y a su liberación, quiso en 1814 instituir en el 24 de mayo su fiesta litúrgica.</p>
<p>Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad, "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen María"...</p>
<p>Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana".</p>
<p>Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios".</p>
<p>En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia".</p>
<p>Hoy, salesianos y salesianas, fieles al espíritu de sus fundadores y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos el auxilio que viene de Santa María.</p>
<hr style="color:gray">
<h3 style="text-align: justify;font-size:11pt;color:gray"><i>Fuente: www.aciprensa.com</i></h3>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-65328326080058813642015-05-12T22:40:00.001-07:002015-05-12T23:23:07.117-07:00<!--¿SE LE PUEDE LLAMAR A MARÍA REINA?-->
<div style="font-size:16pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<a href="http://testigos-de-jesucristo.blogspot.mx/">Inicio</a> » <a href=http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/>María </a> »
</div>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:#323232;float:right;padding:0px 0px 0px 15px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlZQiojDmIgShfZwIiVtV-kJ-8efQb4JETQVU3QYPwcmq7SJotM9K6wYsn_ocA33xq3S2Pr6HWh33_sC71ljTePnkY9G8V5k8k2iF6GG70dzP6TnmfZelDzNdEBm0OrkBSkKu5nurM9vyH/s1600/Mar%C3%ADa+es+Reina.jpg" width=250 ></div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 25px 0px">¿SE LE PUEDE LLAMAR A MARÍA REINA?</div>
Algunos dicen que no debemos llamar a María reina, veamos que dice la Biblia.<br><br>
El AT está lleno de prefiguras del NT. Además de las profecías, hay personas, acontecimientos, hasta lugares, que prefiguran hechos de la vida de Jesús. Un texto que prefigura a Jesús y a su Madre María se ve en una práctica que llegó a ser costumbre permanente en el AT. En la corte, la madre del rey ocupaba un lugar especial. Por razones del cuarto mandamiento, el nombre de la madre del rey era asociado con la toma de poder de éste (1 Re 14:21; 15:2 y 15:10). <br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>"Roboam, hijo de Salomón, reinó en Judá; tenía 41 años Roboam cuando comenzó a reinar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yahveh de entre todas las tribus de Israel para poner en ella su Nombre. El nombre de su madre era Naamá, ammonita". (1 Reyes 14,21)</i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>"El año dieciocho del rey Jeroboam, hijo de Nebat, comenzó a reinar Abiyyam sobre Judá. Reinó tres años en Jerusalén; el nombres de su madre era Maaká, hija de Absalón". (1 Reyes 15,1-2)</i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>"El año veinte de Jeroboam, rey de Israel, commenzó a reinar Asá en Judá. Reinó 41 años en Jerusalén; su abuela se llamaba Maaká, hija de Absalón". (1 Reyes 15,9-10)</i></div>
La madre del rey tenía un título poderoso y prestigioso: GEBIRAH (“señora”, paralelo a “señor”) y hasta llevaba una corona (Jr 13:18). La Gebirah es mencionada casi regularmente en las listas de los reyes de Judá (salvo Jorán, Acaz y Asá). <br><br>
Salomón fue hecho rey (1 Re 1:45-46). El era hijo de David, que prefigura a Jesús, quien también es el hijo de David. Salomón fue ungido y subió al trono (1 Re 2:12). También Jesús. <br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>"Entró Betsabé donde el rey Salomón para hablarle acerca de Adonías. Se levantó el rey, fue a su encuentro y se postró ante ella, y se sentó después en su trono; pusieron un trono para la madre del rey y ella se sentó a su diestra.<br>Ella dijo: «Tengo que hacerte una pequeña petición, no me la niegues.» Dijo el rey: «Pide, madre mía, porque no te la negaré.»" (1 Reyes 2,19-20)</i></div>
A la madre de Salomón, Betsabé, le fue dado un asiento al lado derecho del rey y ella intercedió por la gente ante Salomón. El se inclinó ante ella (1 Re 2:19) y manifestó que no podía negar las peticiones que ella hacía por el pueblo (v. 20). En todo la historia de los reyes de Israel, los profetas nunca criticaron esta institución de la reina al lado del rey. Al contrario, fue aceptada por ellos (aunque condenaran a los reyes):<br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>"Hijas de reyes hay entre tus preferidas; a tu diestra una reina, con el oro de Ofir". (Salmos 45,10)</i></div>
Los primeros cristianos, la mayoría judíos y acostumbrados a esta tradición, no tenían ningún problema cuando la Iglesia veneraba a María como Reina de los Mártires y Santos e intercesora de la Iglesia. Ellos veían a Salomón y Betsabé como prototipos de Jesús y María. Después de Betsabé, esto quedó como una institución. En Proverbios 31 leemos que la reina-madre del rey Lemuel escribió este capítulo para su hijo antes de que él subiera al trono, para que supiera qué tipo de esposa debería tener. <br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>"Palabras de Lemuel, rey de Massá, que le enseño su madre:<br>¡No, hijo mío, no, hijo de mis entrañas! ¡No, hijo de mis votos!<br>No entregues tu vigor a las mujeres, ni tus caminos a las que pierden a los reyes". (Proverbios 31,1-3)</i></div>
El Papa Pío XII dijo que María es Reina en sentido restringido y solamente en una manera análoga comparte dignidad real por ser Madre de Cristo. Sólo Cristo es Rey en el absoluto y pleno sentido. El título de María como Reina del Cielo no viene de que ella se casó con Dios, sino que se basa en el honor de ser la Reina-Madre de Jesucristo, el Rey de Reyes e Hijo de David. <br><br>
No sé por qué los hermanos no quieren admitir que María puede ser Reina, cuando todos los cristianos podemos ser reyes:<br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>"Si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él" (2 Tim 2:12)</i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>"Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.". (Ap 3,21)</i></div>
Dice María que los humildes son exaltados (Lc 1:52) por todas las generaciones (Lc 1: 48). Todos los cristianos comparten la dignidad real de Jesús, pero una fue “llena de gracia” y también su Madre, María. <br><br>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-3657755438728003322015-05-07T08:26:00.001-07:002015-05-07T09:17:21.415-07:00<!--¿Jesús despreció a María al llamarla "mujer"?-->
<div style="font-size:16pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<a href="http://testigos-de-jesucristo.blogspot.mx/">Inicio</a> » <a href=http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/>María</a> »
</div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 25px 0px">¿JESÚS DESPRECIÓ A MARÍA AL LLAMARLA "MUJER"?</div>
<center><div style="font-size:12pt;font-family:calibri;color:#323232"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjylD6hyphenhyphen6XKje4vvNdcS6utnHeeDSicxB8-YqQ9nYl68yqMP9bhSYuQI2OadyjFKXSdUW9tzwv7JGwRvJrSFJIVQGVfJupEX_bWL2rMDvtMukslI2V1-EfL1XR60pv_2m_jjac8zOAkq1wr/s1600/maria-dentro-de-la-iglesia.jpg" width="50%"></div></center>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Juan 19,26-27)</i></div>
Algunos que se dicen "cristianos", afirman que Jesús despreció a María al llamarla "mujer". <br><br>
Jesús no vino para destruir la Ley, sino para cumplirla (Mateo 5,17 y Lucas 16,17). El cuarto mandamiento dice: <i>Honrarás a tu padre y a tu madre</i>. Entonces Jesús que cumplió la Ley perfectamente honró a su madre también perfectamente. Entonces, ¿por qué la llamó de esta manera?<br><br>
En el evangelio de Juan, solamente en otra ocasión aparece la madre de Jesús. Es en la boda de Caná (2,1-11), y allí también Jesús la llama con el título solemne de “mujer”: <br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>«¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» (Juan 2,4)</i></div>
El sentido de la última frase era, en aquellas circunstancias, una invitación y una cita para cuando llegara “la hora” de Jesús. Y en la pasión y en la cruz, esa “hora” llegó. <br><br>
En la boda de Caná, su madre intervino para que Jesús manifestara su gloria con su primer signo: la conversión del agua en vino, el último día de la semana de su epifanía mesiánica. Ahora, en el último día de la vida terrestre de Jesús, al pie de la cruz y en el momento de la exaltación mesiánica del Hijo del hombre, ¿cuál será la intervención de su madre? ¿Qué papel va a jugar? ¿Qué función va a desempeñar? <br><br>
A primera vista, es la madre quien es encomendada a los cuidados filiales de su discípulo amado, pero la realidad es totalmente otra: es el discípulo preferido quien es encomendado a los cuidados maternales de la mujer. Por eso dice Jesús: “¡Mujer, he ahí a tu hijo!”, y luego, como subrayando la misión que acaba de recibir la mujer, a manera de recomendación, dice al discípulo: “¡He ahí a tu madre!”. <br><br>
Por consiguiente, Jesús invita, por una parte, a la mujer a que intervenga con un oficio maternal más amplio que sólo ser su madre; es decir, que sea también “la madre” del discípulo fiel y creyente, que juega en esos momentos el papel de prototipo y representante de los futuros discípulos. Y, por otra parte, ordena al discípulo que en esa mujer reconozca y reciba a su “madre”. Y esto es lo que el evangelista afirma que ha hecho: “Y desde aquella hora, la recibió el discípulo como suya”. <br><br>
En otras palabras, María al pie de la cruz es declarada madre espiritual de la Iglesia que está naciendo. Desde el día de la encarnación, María, al ser madre de Jesús-Cabeza, quedó convertida en madre de su Cuerpo total, pero en el Calvario, cuando Jesús engendra definitivamente a su Iglesia, María recibe oficialmente su misión maternal respecto de ella. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">María, la nueva Eva</div>
En este pasaje se puede percibir un eco del capítulo 3 del Génesis. Para Juan, durante la semana de la glorificación por la cruz, se jugó un drama decisivo, en el que tomaron parte personajes tipos, presentados mediante títulos de significado simbólico: “el Hijo del hombre” (12,23.34; 13,31), “la mujer” (19,26), “el discípulo a quien Jesús amaba” (13,23; 19,26), “el príncipe de este mundo” (12,31; 14,30; 16,11). <br><br>
Este es la contrapartida del drama de los orígenes de la humanidad. Se libra un combate en el que el <i>príncipe de este mundo</i> (la antigua serpiente) será arrojado fuera o echado abajo (12,31), y <i>el Hijo del hombre</i>, el Hombre nuevo, el nuevo Adán, saldrá victorioso y atraerá a todos hacia sí (12,31; 16,33). A esta obra grandiosa está asociada una <i>mujer</i>, que tiene misión de madre, una nueva Eva, principio de vida. Y, finalmente, surgirá una nueva <i>descendencia</i> fiel, representada por el discípulo amado de Jesús. <br><br>
Sintetizando: para el evangelista Juan, en el momento en el que Jesús está elevado de la tierra, atrayendo a todos hacia sí, un mundo nuevo está comenzando, una humanidad nueva está naciendo. Allí está él, el hombre nuevo; allí está ella, la nueva mujer. Ella recibe de labios del Hijo del hombre su nueva misión: será la madre del discípulo de Jesús, esto es, de todo aquel a quien, siendo objeto de su amor salvífico, le comunique vida eterna. <br><br>
En otras palabras, la Virgen María, madre de Jesús, es a la vez madre espiritual de la Iglesia, comunidad de todos los creyentes. <br><br>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-66575256972799359522015-05-06T13:01:00.001-07:002015-05-07T09:19:26.969-07:00<!--Como el discípulo amado, así es la Iglesia-->
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<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 25px 0px">COMO EL DISCÍPULO AMADO, ASÍ ES LA IGLESIA</div>
<center><div style="font-size:12pt;font-family:calibri;color:#323232"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIAAx4RJxyC91Y-DcGkKVAP0-q8U1pTNhKtJ6BUTWxnu94QkwN8OAlBatCDawxgZXKS0w6Q4fHSmZpNFuAcb941oX-jV2lV9eg2PGs_nSDBY-bJ6BDhHbozcsVEfkOJ8i_BD-f_Tg01Wwz/s1600/Maria-y-juan.jpg" width="50%"></div></center>
Jesús entregó al discípulo a quien él amaba a su madre María. <i>Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa</i> (Jn 19, 27). Hoy en día ¿en qué casa es recibida María? <br><br>
¿Por qué honramos a María? Por muchas razones pero siempre lo principal es que al honrar a María seguimos el ejemplo de Dios y de su hijo Jesucristo, quienes la honraron. El ángel Gabriel portavoz de Dios, llevando el mensaje del Padre, le dijo:<br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» (Lucas 1, 27)</i></div>
Después cuando María visita a su prima, Isabel llena del Esíritu Santo le dijo:<br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>«Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? (Lucas 1, 42-43)</i></div>
Las personas que verdaderamente están llenas del Espíritu Santo no tienen reservas para honrar a María. Además, Isabel era prima de María; probablemente se visitaban frecuentemente. Pero cuando Isabel se enteró de la identidad única de María su reacción fue como la de un católico, no como protestante. Tuvo un profundo sentido de reverencia en la presencia de la grandeza de María: <i>¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? </i> (Lucas 1, 43)<br><br>
Y Jesús la honró también. Él dice que no vino para destruir la ley, sino para cumplirla (Mt 5, 17-18 y Lc 16, 17). Jesús, siendo Dios cumplió perfectamente la Ley. Ahora, ¿cuál es el corazón de la ley?, los 10 mandamientos. Jesús los cumplió perfectamente. Y el mandamiento cuarto dice <i>Honrarás a tu padre y a tu madre</i>. El honró perfectamente a María. Jesús, aunque ahora glorificado, queda un hombre para siempre. Entonces él sigue siendo el Hijo de María. Por eso, la Iglesia católica, que ama tanto a Jesús, quiere seguir su ejemplo. Si Jesús la ama tanto, así la amamos nosotros. Qué tontería sería pensar que un amigo tuyo no pueda amar a tu mamá, porque esto disminuiría el afecto que él tiene por ti. Al contrario, si te quiere de verdad, te honra al amar a los que tu amas. Si en el Salmo 8,5 dice que al hombre, Dios: <i>Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor</i>, ¿por qué es difícil pensar que Dios no habrá hecho esto con María? ¡Quien sería la Madre del Hijo de Dios!<br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Juan 19,26-27)</i></div>
Jesús tuvo muchos amigos, pero uno era el discípulo a quien él amaba. Jesús sí ama a todos por igual, porque él es amor. Pero uno fue "el amado". Y a él Jesús entregó a su madre. Jesús ama a todos sus hijos, pero los que quieren ser como el "discípulo a quien él amaba", reciben a María también. Leemos en Mateo que el ángel del Señor le dijo a José que no temiera recibir a María (Mt 1, 20). ¿Tendrán los hermanos protestantes miedo de recibirla? <br><br>
En el capítulo 12 del Apocalipsis encontramos cuatro personajes en batalla que representan a grupos de pueblos y a personas específicas. La mujer con el hombre-hijo es María con Jesús. Juan (aludiendo a Génesis 3, 15) dice: <br><br>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. (Apocalipsis 12,17)</i></div>
Si tú "guardas los mandamientos" y "tienes el testimonio de Jesucristo, eres de la descendencia de María. Eres su hijo espiritualmente. Por eso, cuando Juan recibió a María como su mamá al pie de la cruz lo hizo en nombre de todos los que dan testimonio de Jesucristo y de toda la humanidad. <br><br>
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-52198344062451664262015-05-06T10:23:00.001-07:002015-05-07T09:19:35.737-07:00<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
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<div style="text-align: justify;font-size:14pt">
<h1 style="color:navy">Nuestra Señora de Luján </h1>
<h3 style="color:navy">Patrona de Argentina</h3>
<h3 style="color:navy">8 de mayo</h3>
<div style="float: Right;padding:10px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyrZ_qiK8HbIwv__RVL7mRI0LW6xJhK-8buhUsjSOkUyirBW8onD9GePumwTB7FP-BhT76SpPD9U7DK1L9DSgvLl3jJgoV0cSPsfpcLkEeVqCw7vUkaRTfr7dd4fLtmyyoP2BD7G-pVdQ/s1600/Nuestra+Se%C3%B1ora+de+Luj%C3%A1n.jpg" width=300></div>
<p>Hacia el año 1630, un cierto portugués, de nombre Antonio Faría de Sá, hacendado de Sumampa,jurisdicción de Córdoba del Tucumán, pidió a un amigo suyo, Juan Andrea, marino, que le trajese del Brasil una imagen de la Concepción de María Santísima con el propósito de venerarla en la Capilla que estaba fabricando en su estancia. Juan Andrea cumplió el encargo y le trajo no una, sino dos imágenes de Nuestra Señora, que llegaron al puerto de Buenos Aires. Una, según el pedido, era de la Purísima Concepción; la otra, del título de la Madre de Dios con el niño Jesús dormido entre los brazos. Desde luego entendieron los arrieros tal disposición del Cielo de que la imagen de la Virgen encerrada en tal cajón debía quedarse en aquel paraje y así siguieron con la otra a su destino.</p>
<p>Ambas imágenes fueron colocadas en dos cajoncillos y subidas a una carreta. Al llegar a las orillas del Río Luján, en la estancia de Rosendo, los troperos se detuvieron allí para pasar la noche. Al día siguiente, una clara mañana de Mayo, queriendo proseguir el camino no pudieron mover la carreta. Admirados de la novedad pasaron a individualizar la causa y declaró el conductor del convoy: “Aquí vienen dos cajones con dos bultos de la Virgen, que traigo recomendados para una capilla de Sumampa”. Cuando abrieron el cajón, hallaron una bella imagen de Nuestra Señora de la Concepción, de media vara de alto y con las manos juntas ante el pecho. Luego de venerar la Santa Imagen la llevaron en procesión a la casa de Rosendo y sus dueños le levantaron un humilde altar. Fue entonces cuando un joven negro llamado Manuel- dijo: “Sáquese de la carreta uno de los cajones y observemos si camina”. Así se hizo, pero en vano. “Truéquense los cajones”, replicó él mismo. Entonces ocurrió que al cambiar los cajones y al tirar los bueyes la carreta se movió sin dificultad.</p>
<p><b style="color:navy">La Ermita de la Virgen</b></p>
<p>La Imagen de Nuestra Señora estuvo por algún tiempo guardada y venerada en la pequeña habitación de la casa de campo del Rosendo, adornada ahí con todo el decoro y respeto posible. Pero muy pronto los dueños de la estancia quisieron levantar a la milagrosa Imagen una Capilla que estaría lista hacia mediados de 1633. Fue abierta a los numerosos peregrinos que allí acudían, atraídos por las gracias que la Virgen Santísima dispensaba a sus devotos. Su construcción sería muy rústica y no pasaría de un modesto rancho, con paredes de barro, techo de paja y piso natural de tierra y por todo lujo un revoque de blanqueo; y el pequeño altar tendría una sencillez primitiva y un poco arriba del mismo estaría colocada la Santa Imagen. La Capilla o Ermita de los Rosendo no tendría más de cinco varas de largo por tres de ancho.</p>
<p>El mercedario Pedro de Santa María relata: “la Santa Imagen estuvo en lo de dicho Rosendo, en un Oratorio muy corto y muy venerada la Imagen de todo el Pago. Y dicho Rosendo dedicó un negro llamado Manuel al culto de la Imagen, quien cuidaba de la lámpara de dicha Señora, que incesantemente ardía”.</p>
<p><b style="color:navy">Ana de Matos</b></p>
<p>Hacia el año 1671, Ana de Matos, mujer acaudalada de Buenos Aires, que conocía de cerca el milagro deLuján, dolorida por el abandono en que quedaba la Santa Imagen, se acercó al Cura de la Catedral, Presbítero Juan de Oramas, medio hermano del Pbro. Diego Rosendo de Trigueros, para pedírsela o comprársela. Debido a la soledad de los campos y sin materiales convenientes no fue fácil construir una Capilla por lo que se procuró un modesto Oratorio, junto a la casa de Doña Matos. Al cuidado del culto fue puesto el Negro Manuel, su fiel servidor. Hacia el año 1677 empezó la obra de la Nueva Capilla construida con material de ladrillos cocidos y se concluyó hacia 1685 celebrando la colocación de la Imagen en su nicho.</p>
<p>El traslado, desde la antigua ermita hasta la casa de doña Matos se cumplió cerca del 8 de diciembre, como preparación a una nueva celebración de la Purísima Concepción. Participaron el Obispo de Buenos Aires Cristóbal de la Mancha y Velazco (1646-1673) y el Gobernador Martínez de Salazar. El 2 de octubre de 1682 doña Ana dona tierras a la Santa Imagen de Luján en estos términos: “Porque tengo mucho amor a la advocación de Nuestra Señora de la Limpia Concepción y a su Santa Imagen hago gracia y donación a dicha Imagen de todo el sitio que necesitare para la fábrica de su capilla…”. Hace la donación con la condición de que la Imagen ha de estar perpetuamente en dichas tierras; así se convertía en oficial y pública la Capilla de Nuestra Señora al pasar al dominio de la Iglesia la posesión de ese lugar sagrado y también daba origen y fundamento a la verdadera fundación de la actual ciudad de Luján. </p>
<p>Doña Ana de Matos murió el 25 de enero de 1698</p>
<p><b style="color:navy">El Negro Manuel</b></p>
<p>Rosendo dedicó a un negro llamado Manuel al culto de la Imagen quien había sido testigo del milagro. Hacia el año 1638 contrae matrimonio con una mujer criolla, llamada Beatriz, esclava de la familia González Filiano. El matrimonio fue celebrado en la humilde Ermita de la Concepción del río Luján. Beatriz fue una fiel compañera del negro Manuel y lo secundó plenamente en el empeño por mantener vivo el culto a la Santísima Virgen en la apartada Ermita de Rosendo. Beatriz falleció antes de 1670.</p>
<p>Del Negro Manuel, dicen las crónicas hacia el año 1648, que era de “una rara calidez y simplicidad” y que cumplió fielmente el encargo que recibiera de su primitivo amo, el conductor de las Santas Imágenes, al decirle “que era de la Virgen y que no tenía otro amo a quien servir que a la Virgen Santísima”. Por su fe en Dios el negro Manuel “con el sebo de las velas que ardían en presencia de la Santa Imagen de María</p>
<p>Santísima obraba prodigiosas curaciones en varios enfermos que de partes diferentes concurrían a la Capilla”: Tales curaciones las cumplía el negro esclavo sin llamar la atención de nadie, más que de la gente sencilla y devota de la Santa Virgen.</p>
<p>Hacia 1681, cuando todavía la Santa Imagen de la Virgen se hallaba en el Oratorio de Doña Matos y se estaba levantando la Capilla, ocurren hechos milagrosos sobre el negro Manuel que hallaba a la Virgen Santísima llena de rocío muchas mañanas, y con abrojos en el vestuario, y que empezaba él a decirle que qué necesidad tenía de salirse de su nicho, siendo poderosa para obrar cualquier maravilla, sin salirse de él. Y también esta otra frase que se le apropia “¿Cómo es que sos tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando ves que te tratan tan mal?</p>
<p>Su muerte acaeció probablemente en 1686. “Murió el Negro Manuel en santidad, por cuyo mérito es tradición que logró su cuerpo sepultura detrás del Altar Mayor del Santuario, descansando a los pies de su bien amada Imagen de Nuestra Señora de Luján."</p>
<p>“El negro Manuel vestido de un costal a raíz de las carnes, y criando barba larga a manera de ermitaño, ayudó no poco a la prosecución de la obra de la Capilla, y después continuó en servicio de la gran Señora hasta la ancianidad decrépita. Hallándose en la última enfermedad dijo un día que su Ama le había revelado que había de Morir en viernes y que el Sábado siguiente lo llevaría a la gloria. En efecto, su muerte aconteció el día mismo que había dicho.”</p>
<p><b style="color:navy">El Padre Montalbo</b></p>
<p>Por los años 1684 sucedió que el Padre Pedro Montalbo enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos que en poco tiempo le redujeron a tísico confirmado. Fue entonces cuando decidió ir a visitar a Nuestra Señora con ánimo de vivir o morir en su compañía.</p>
<p>Poco antes de llegar a la vivienda de doña Matos, era tan mal el estado en el que se encontraba que lo dieron por muerto.Lo llevaron como pudieron y el negro Manuel le ungió en el pecho con el sebo de la</p>
<p>lámpara y de esa manera volvió en sí. Luego le dijo que creyese que se iba a sanar perfectamente de su enfermedad, porque su Ama (así llamaba a la Virgen) lo quería como su primer Capellán, y que así había de suceder.</p>
<p>Luego, Manuel, tomó de los abrojos que solía guardar al despearlos del vestuario de la Imagen los mezcló con un poca de barro que sacudía de sus fimbrias, y realizó un cocimiento. Se lo dio de beber al Padre Pedro en nombre de la Santísima Virgen y con solo este remedio quedó libre de sus ahogos y enteramente sano. En agradecimiento don Pedro se quedó como Capellán de la Virgen y la sirvió diez años continuos con singular devoción y esmero, asumiendo la construcción de la capilla.</p>
<p>El nuevo Capellán prosiguió la obra con tal empeño que en 1685 la Imagen fue colocada en la nueva Capilla, conocida como la Capilla de Montalbo, ubicada en lo que es hoy la intersección de las calles San Martin y 9 de julio, a metros de la actual Basílica. Murió el 1 de febrero de 1701. En sede vacante, el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires creó el 23 de octubre de 1730, la parroquia de Nuestra Señora de Luján. Como primer párroco fue nombrado el doctor José de Andújar, quien ya actuaba como colaborador en esta Capellanía. Permaneció hasta 1738, año en que pasó a la Catedral de Buenos Aires.</p>
<p><b style="color:navy">Don Juan De Lezica y Torrezuri</b></p>
<p>El Alférez real Don Juan de Lezica y Torrezuri, toda una personalidad. Desde 1750, en que ejerció el cargo de Regidor del Cabildo de Buenos Aires, hasta 1776 en que desempeñó las funciones de Juez Comisario de la Real Audiencia, Lezica había ejercido empleos de dignidad. Habiendo recorrido casi toda América, se radicó finalmente en La Paz (Bolivia). Después de haber sido feliz en sus negocios y expediciones, enfermó y se vino a Buenos Aires. Desahuciadopor los médicos, recordó los prodigios de la Virgen de Luján. A Ella acudió con confianza. Recuperó su salud (1737). Curado ya, Lezica volvió a sus negocios. Once años después, nuevamente enfermo, retornó a Luján. Otra vez la Virgen lo curó. Comprendió ahora que tenía una misión de gratitud quecumplir. El entonces Capellán Pbro. Carlos Vejarano le expuso la necesidad de erigir un templo a la Santa Imagen, la que en ese momento se encontraba en un galpón que reemplazaba la Capilla de Montalbo,venida abajo. Lezica se ofreció para ello.</p>
<p>Enterado el Obispo de Buenos Aires, Mons. Marcelino y Agramonte de las cualidades y habilidades de este Alférez Real, lo nombró Director Administrador de la obra del nuevo templo, con el título, loshonores y preeminencias que las Bulas pontificias y las leyes españolas le acordaban como Fundador,bienhechor y síndico del Santuario de Nuestra Señora de Luján. Luego de vencer inmunerables dificultades de orden legal, Lezica, asesorado por los arquitectos D. Antonio Mazella y D. Joaquín Marini, comenzó la construcción del nuevo Santuario el 24 de agosto de 1754, cavándose sus cimientos hasta la tosca, y fue argamasado en su mayor parte con cal de Córdoba y una arena gruesa y especial que la tradición atribuye a un milagro de la Virgen que fuese encontrada en las inmediaciones, cuando los maestros de obra se hubieron convencido de que era imposible hacer la mezcla con la tierra de esos parajes.</p>
<p><b style="color:navy">Construcción de la gran Basílica</b></p>
<p>El 25 de mayo de 1889, el P. Jorge María Salvaire tomaba posesión como Párroco de Luján y Capellánde la Virgen. Después de vencer muchas dificultades, el 4 de mayo de 1890, trazados ya los planos y elegido el estilo gótico,dieron comienzo las obras de la actual Basílica.</p>
<p>La aprobación alentadora del Arzobispo, que asumió toda la responsabilidad, lo orientaba a no gastar en la construcción, más de lo que entrara. El entusiasmo creado, propalado por la revista La Perla del Plata-, que había sido fundada el 6 de enero de ese mismo año, fue tal que, sin aportes estatales, con la sola contribución de los fieles, los cimientos se hundieron en la tierra y los nuevos muros empezaron a aflorar y crecer.</p>
<p>Planos, dependencias varias -hornos de ladrillos, herrerías, taller de piedras, carpintería, etc. Todo fueprevisto y montado.Cuando la Comisión objetó los planos por lo grandioso de la construcción, dijo el Arzobispo Aneiros.</p>
<p>La Virgen quiere este templo. Y el Pueblo argentino, cuando sabe de qué se trata, es muy generoso.Sabiendo que se trata de elevar a su Madre del Cielo una iglesia digna de Ella, se mostrará generoso. Tres años después, en 1897, León XIII creó el Obispado de La Plata -Monseñores Espinosa y Terrero- continuaron estimulando la colosal empresa. En 1904, en un marco de fervorosa solemnidad, la Sagrada Imagen de Luján fue trasladada desde el Santuario de Lezica al nuevo Camarín. En 1910, Mons. Terrero bendijo solemnemente las naves de la Basílica, habilitándolas para las celebraciones culturales mientras se continuaba la construcción del resto. El grandioso órgano de la Basílica, construido en la casa Cavaillé-Coll de París, de 49 registros reales, fue inaugurado a mediados de 1911.</p>
<p><b style="color:navy">Tricentenario del milagro</b></p>
<p>La aprobación alentadora del Arzobispo, que asumió toda la responsabilidad, lo orientaba a no </p>
<p>gastar en la construcción, más de lo que entrara. El entusiasmo creado, propalado por la revista -La Perla del Plata-, que había sido fundada el 6 de enero de ese mismo año, fue tal que, sin aportes estatales, con la sola contribución de los fieles, los cimientos se hundieron en la tierra y los nuevos muros empezaron a aflorar y crecer.</p>
<p>Con entusiasmo inigualable y en un clima indescriptible de fervor y devoción marianos en todos los niveles, fueron celebrados los trescientos años del Milagro de Luján.Todo el año 1930 fue dedicado a rememorar y agradecer el evento religioso de 1630.</p>
<p>Pero se eligió mes de octubre como tiempo más apropiado. Se consagró una semana entera de solemnidades y celebraciones.</p>
<p>Las notas y tañidos del sonoro campanario constantemente invitaban a fiesta. Se abrió la -Gran Semana Lujanense del Tricentenario-, domingo 5 de octubre, con la proclamación de Nuestra Señora de Luján como Patrona de las tres Repúblicas del Plata: Argentina, Paraguay y Uruguay.</p>
<p>A principios de 1930, Monseñor Francisco Alberti, Obispo diocesano de La Plata y de Luján, había solicitado en nombre de todo el Episcopado Argentino, Uruguayo y Paraguayo al Papa Pío XI, que se dignara declarar oficialmente a la Virgen de Luján Patrona de las tres Repúblicas.El 5 de octubre el mismo Obispo platense,en ausencia del Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Bottaro, postrado por la enfermedad, asumió la representación de todos los Arzobispos, Obispos de los tres países y proclamó ( por bula de Pío XI, del 8 de setiembre de 1930), a la Virgen de Luján como Patrona Celestial ante Dios.</p>
<p>Enfrente de la Basílica, colmando la Plaza Belgrano, Monseñor De Andrea, Obispo Titular de Temnos,enardeció a la multitud con su verbo cálido y vibrante y luego, Monseñor Dionisio Napal, tomó el juramento multitudinario, aceptando a María de Luján como Patrona y Celestial Protectora del Pueblo Argentino. Imponente fue el gesto y el grito.A indicación de Mons. Napal, con la mirada fija en la Basílica y con el brazo derecho en alto, resonó por tres veces el sí juramos de fidelidad a Dios y a la Virgen. Las campanas (fabricadas en Milán), se echaron a vuelo, y la banda entonó los himnos patrios de las tres Repúblicas. Junto al trono de la Madre, los venerables Pastores de las Iglesias Argentina, Uruguaya y Paraguaya, para depositar </p>
<p>allí los anhelos y votos de sus pueblos. El Nuncio Apostólico, Mons. Felipe Cortesi, Delegado Papal para estas solemnidades, celebró el Pontifical. Mons. Aragone, Arzobispo de Montevideo, ocupó la Cátedra Sagrada. Actuó en la parte coral la Sociedad Polifónica Romana, bajo la dirección de Monseñor Rafael Casimiro Casimiri.</p>
<p>La visita del Legado Pontificio a Luján, el 15 de octubre de 1934, Cardenal Eugenio Pacelli, rubricó un día glorioso en los anales de preclaros peregrinos. "Nuestra Señora de Luján fue declarada Patrona Oficial del XXXII Congreso Eucarístico Internacional". A la Virgen de Luján le fue dedicado el sábado 13 de octubre.</p>
<p><b style="color:navy">Misión de Buenos Aires</b></p>
<p>En 1960 la Capital Federal, con el Gran Buenos Aires, vivieron días extraordinarios de gracia y misericordia celestiales. Dos mil misioneros argentinos y extranjeros, por mandato de los Obispos se lanzaron con entusiasmo a sembrar la semilla del Evangelio. Pero no fueron solos. </p>
<p>El 28 de septiembre salió de la Basílica de Luján la auténtica Imagen de Nuestra Señora en plan de Misionera. Rodríguez, Morón, Lomas de Zamora, Avellaneda, Quilmes la recibieron con entusiasmo exultante entre aplausos, cantos, bandas de música, lágrimas de emoción... Era la primera vez que llegaba por esos pueblos, semejante Misionera que convocaba multitudes y las dirigía al encuentro y reconciliación con Jesucristo Redentor y Salvador de los hombres. </p>
<p>De la periferia, saliendo de Avellaneda, la Santa Imagen se dirigió lentamente en blanco carruaje a la Capital Federal. Imponentes eran las multitudes que en cada barriada la aguardaban.</p>
<p>Según los diarios de entonces en algunos momentos del paso de la Virgen por los barrios, pareció que las casas quedaban deshabitadas. Sus moradores se habían volcado prácticamente en los balconesy aceras. Por un momento, estuvieron suspendidas todas las actividades. Peluquerías, bares, talleres mecánicos y carnicerías estaban desiertos. Sus dependientes, clientes y servidores, con sus ropas de trabajo, quisieron verla pasar y se ubicaron en el borde de las aceras. </p>
<p>Otra multitud que colmaba la Plaza de Mayo esperaba a la Virgen cuando llegaba a la Catedral Metropolitana . Monseñor Serafini hizo entrega de la S. Imagen al Cardenal Caggiano, Arzobispo de Buenos Aires. El Intendente de la Ciudad pronunció un discurso de bienvenida. Con este acto empezó propiamente la gran Misión llamada de Buenos Aires.</p>
<p>La Imagen continuó después visitando parroquias, estratégicamente elegidas, hasta el mes de noviembre. El poder de convocación que tiene la Virgen es verdaderamente asombroso. Así se manifestó en todas partes. Terminada la Gran Misión se pasó a vivir las jornadas del 1º Congreso Mariano Internacional. En los jardines de Palermo se levantó un altar, que fue el epicentro de los principales actos del Congreso. </p>
<p>El 14 de noviembre la S. Imagen de Luján, recibida por una inusitada multitud de su propia Ciudad, reingresaba a su querida Basílica.</p>
<p><b style="color:navy">Visita del Beato Juan Pablo II a la Basílica de Luján</b></p>
<p>"Vengo a orar por todos aquellos que han perdido la vida: por las víctimas de ambas partes; por las familias que sufren, como lo hice igualmente en Gran Bretaña. Vengo a orar por la paz, por una digna y justasolución del conflicto armado"</p>
<p>En la estación de ferrocarril, el Santo Padre fue recibido por el Obispo de Mercedes, Mons. Emilio Ogñenovich. Al aparecer el Santo Padre sobre la Avenida Ntra. Sra. De Luján se estremeció la multitud y comenzaron a agitarse las banderas y banderines entre vítores y aplausos. Luego, Juan Pablo II fue a postrarse ante la Sagrada Imagen de Luján, bajada expresamente desde su Templete dorado para ser colocada al lado del altar Papal.</p>
<p>Su Santidad oró ante Ella. Luego se acercó a la bendita Imagen y le colocó el estuche abierto que contenía laRosa de Oro que, con admiración inesperada de todos, como obsequio y distinción excepcional el Santo Padre ofrendaba a Nuestra Señora de Luján.</p>
<p><b style="color:navy">Homilía de Cardenal Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco) en Luján 2012</b></p>
<p>Hoy terminamos esta peregrinación a la Casa de la Virgen y como hacemos en cada visita, nos quedamos en silencio ante su Imagen. La tenemos cerca, nos recibe en la entrada de su Casa este año, ésta Casa que están terminando de poner linda. Por eso estamos tan agradecidos a todos aquellos que han puesto su esfuerzo para esto. Pero lo más importante es que tenemos esta necesidad de rezar y contarle a nuestra Madre todo lo que compartimos en nuestra vida, y lo que compartimos con tantos peregrinos en el camino. Ahora, al escuchar el Evangelio que nos cuenta ese momento sagrado en el que Jesús nos deja a su Madre para que nos proteja, miramos la cruz y nos aferramos a su compañía, la compañía de la Virgen y la de Jesús. Nuestros caminos están protegidos por ellos dos. Nuestra fe está en ellos, nuestra fe está aquí, esta es la Casa de la fe de nuestra Patria! Por eso ahora rezamos y sentimos como late nuestro corazón porque estamos en la Casa de nuestra Madre, en la Casa de la fe de nuestra Patria. </p>
<p>Y hoy, en la Casa de nuestra Madre le venimos a hacer un pedido: que nos enseñe a trabajar por la justicia. ¿Saben ustedes a quién se le ocurrió hacer este pedido? A ustedes mismos. Sí, porque en las oraciones que escriben cuando visitan Luján fue apareciendo esta oración que hoy es el lema: “Madre, enseñanos a trabajar por la justicia”. Es un lema que late en el corazón de los peregrinos de la Virgen y que se ha hecho oración. Peregrinos que somos los hijos de esta querida patria nuestra. Luján es la Casa de todos los hijos de la Virgen y por eso estamos haciéndole este pedido: que nos enseñe a trabajar por la justicia, y que nos enseñe a trabajar por ser personas justas en la vida. </p>
<p>Posiblemente este pedido, hecho aquí en Luján, haya surgido del corazón de tantos peregrinos después de haber sido recibidos y escuchados. Porque aquí en Luján, a cada peregrino se lo recibe y se lo escucha. Y ser recibidos y escuchados es un gran acto de justicia; y gracias a esto estamos en paz, rezando y nos brotan cosas muy sinceras en el corazón, en la oración con la Virgen. Y por eso surge esta necesidad de ser más hermanos, ocuparnos más y mejor unos de otros. Esto ya es ser justos. Aquí en Luján aprendemos a ser personas justas, porque con el corazón sereno y perdonado, nos llenamos del amor de Dios, por eso la mirada es mucho más profunda. Es mirar la vida desde Dios, es mirar la vida con Dios, que es El justo, el gran Justo.</p>
<p>Cuánto bien nos hace venir a Luján para aprender a ser buenos hijos, buenos hermanos, que se ocupan por el bien de los otros. Por eso aquí hacemos este pedido para todos nosotros, para toda nuestra Patria. Es el mejor lugar para hacerlo. Que aprendamos todos a trabajar por la justicia y para esto, que siempre tengamos el corazón abierto, el corazón grande que nos anime a hacer este pedido.</p>
<p>Que a nadie le falte esa actitud del corazón, la de tener que aprender cada día a ser más justos en la vida. Que se nos enseñe dónde habrá que poner una mirada más abierta y disponible, menos egoísta o interesada, que se nos enseñe a que no hagamos la nuestra, a que no se diga de cada uno de nosotros: “Este hace la suya”, sino hacer una mirada, una gran mirada que nos haga hermanos, que nos preocupemos siempre por los demás.</p>
<p>¿Y cómo puede ayudar la Virgen a trabajar por la justicia? Lo vamos a pensar juntos durante esta Misa y mirándola a Ella, en la puerta de la Basílica o mirando la Basílica. Ustedes vinieron en peregrinación ofreciendo sus vidas por los otros, rezando por tantas necesidades, las de ustedes o esas que les pidieron que “trajeran” en el corazón hasta aquí los amigos, los vecinos, los familiares… Ya que vas a Lujan, llevá una intención mía, pedile a la Virgen por esto… Al llegar al Santuario vivimos esto tan lindo de ser recibidos, y esto es lo que nos llena el corazón, nos da esperanza y así es como podemos continuar la vida: con la bendición de Jesús y de su Madre.</p>
<p>Y de esta manera, con Jesús y con su Madre, es como podemos trabajar por la justicia. Porque cuando nos reconocemos hijos y hermanos, es cuando en nuestro corazón nace esa actitud generosa por la vida y es cuando buscamos lo mejor y más grande para los otros. Jesús en la Cruz nos entrega su vida y le pide a la Virgen que nos cuide. Jesús llegó a la Cruz para que ese gesto fuera reconciliador, hablara de justicia a todos. ¡El nos hizo justos, El nos justificó con su vida, con su muerte y su resurrección…! ¡Y si hoy podemos tener la frente alta, la frente de ser bautizados, la frente de decir “somos hijos de Dios” es porque El nos justificó, El nos hizo justos, El no se miró así mismo sino que nos miró a nosotros!. Hagamos lo mismo: miremos a los demás y ayudémonos a crecer por la justicia.</p>
<p>A la Virgen le pedimos fuerza para trabajar por la justicia. Le pedimos serenidad cuando haya dificultades. Le pedimos que seamos hermanos para poder compartir el camino. Y le pedimos a ella, que es Madre, que no nos falte el silencio de la oración: no vamos a poder ser justos si no lo rezamos, que no vamos a poder ser justos si no lo pedimos. Por eso le pedimos que no nos falte el silencio de la oración y las ganas de peregrinar para ofrecer la vida por los otros. Que ella nos conceda ésta gracia.</p>
<p>Que así sea.</p>
<p>Luján, 7 de octubre de 2012</p>
<p>Card. Jorge Mario Bergoglio, s.j. </p>
<p>Arzobispo de Buenos Aires</p>
<p><b style="color:navy">Oración a Nuestra Señora de Luján</b></p>
<p>Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí... Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos...</p>
<p>Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.</p>
<p>Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.</p>
<p>Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.</p>
<p>Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA!</p>
<hr style="color:gray">
<h3 style="text-align: justify;font-size:11pt;color:gray"><i>Fuente: www.corazones.org</i></h3>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-73028027738299871582014-12-16T23:05:00.001-08:002015-05-07T09:20:19.267-07:00<!--MARÍA VISITA A ISABEL-->
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
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document.write('<b style="font-size:16pt;color:navy">MARÍA VISITA A ISABEL</b><br>');
document.write('<b style="font-size:15pt;color:navy"> (Lucas 1,39-45)</b><br>');
document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9brC12Bj8isv03-qbjNIPAL4VcbVdTnYx5ySusKRQW1g06A4L2PfF7AcpzxUPPGtPfHeL84PKjamNP1xCSmt_b7KRHfl3QrHRrQNdp2QtjzZOvOnTcsJrqhqKGc0PVPItiaeeq7hvCQ4K/s1600/MAR%C3%8DA+VISITA+A+ISABEL2.jpg" width=250></div> ');
document.write('<i>39 En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; </i><br> ');
document.write('<i>40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. </i><br> ');
document.write('<i>41 En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo </i><br> ');
document.write('<i>42 y exclamó a gritos: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; </i><br> ');
document.write('<i>43 y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? </i><br> ');
document.write('<i>44 Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. </i><br> ');
document.write('<i>45 ¡Feliz por haber creído que se cumplirían las cosas que te fueron dichas de parte del Señor!” </i><br> ');
document.write('<span style="font-size:14pt;color:navy">1. María va al encuentro de Isabel (1,39-40) </span><br>');
document.write('Lucas ha querido poner de relieve la prontitud de María, dócil a las mociones del Espíritu Santo que la ha llenado. Sabiendo por el ángel que Isabel estaba esperando un hijo, va María presurosa a brindarle su compañía y sus servicios. María es presentada por Lucas como ejemplo de prontitud en el ejercicio de la caridad y de la entrega generosa. <br> ');
document.write('<br></div>')};
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<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<a href="http://testigos-de-jesucristo.blogspot.mx/">Inicio</a> » <a href=http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/>María</a> »
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<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 25px 0px">MARÍA VISITA A ISABEL</div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:20pt;padding:10px 0px 25px 0px"> (Lucas 1,39-45)</div>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:#323232;float:right;padding:0px 0px 0px 10px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibQy6U7tUx5rWiyxMoqxLHwovjUOMfCUPHL0olVNMuwR9IzgYt8YOwLo9YGREsMGubL4Kp9_p-kiHqgBbKMla6g0feZDLkrSNC1qQFNDkFCJcQv64nDZQ0nY-BraKz71JwJOqzLqKP0a6R/s1600/MAR%C3%8DA+VISITA+A+ISABEL.jpg" width=250 ></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>39 En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>41 En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>42 y exclamó a gritos: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>43 y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>44 Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>45 ¡Feliz por haber creído que se cumplirían las cosas que te fueron dichas de parte del Señor!” </i></div>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">1. María va al encuentro de Isabel (1,39-40) </div>
Lucas ha querido poner de relieve la prontitud de María, dócil a las mociones del Espíritu Santo que la ha llenado. Sabiendo por el ángel que Isabel estaba esperando un hijo, va María presurosa a brindarle su compañía y sus servicios. María es presentada por Lucas como ejemplo de prontitud en el ejercicio de la caridad y de la entrega generosa. <br><br>
La región montañosa a donde María se dirige es la montaña de Judá. La aldea se identifica generalmente con la actual Ain Kárim, a seis kilómetros al oeste de Jerusalén. Tan pronto como María llega a casa de Zacarías saluda a Isabel. <br><br>
<div style="font-family:arial narrow;text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">2. Isabel responde al saludo de María (1,41-45) </div>
Este pasaje es una escena mesiánica. Lucas va inmediatamente a lo esencial. Al saludo de María se siguen dos efectos. <br><br>
<div style="text-align:justify;padding:0px 0px 20px 50px">1. El niño saltó de gozo en el seno de su madre. Este brinco es la expresión de la alegría mesiánica. El verbo griego utilizado por el evangelista recuerda el Salmo 114,4.6; Sab 19,9; Ml 3,20. En este instante el niño “fue lleno del Espíritu”, cumpliéndose así el anuncio del ángel: “será lleno del Espíritu Santo aun desde el seno de su madre” (1,15). Ungido por el Espíritu Santo, el niño queda consagrado “profeta” para la misión que le va a ser confiada. </div>
<div style="text-align:justify;padding:0px 0px 20px 50px">2. “Isabel fue llena de Espíritu Santo”. El Espíritu Santo invade también a la madre y puede ahora pronunciar una palabra profética. </div>
Será la voz del Espíritu en ella. La expresión “clamar con fuerte grito”, más que indicar el tono de voz, quiere hacer resaltar la importancia de las palabras. <br><br>
<div style="text-align:justify;padding:0px 0px 20px 50px">a) Isabel bendice a la madre y a su hijo. Isabel declara a María “bendita entre las mujeres”. La formulación griega esconde un superlativo semita. Entre todas las mujeres ella es la más bendecida de Dios. Hay razón para ello: ella ha sido escogida para ser la madre del Señor. Y bendito es también el fruto de su vientre: sí, el Mesías será objeto singular de las predilecciones divinas (Lc 3,22). El saludo de Isabel evoca las bendiciones del Deuteronomio 28,4; del libro de los Jueces 5,24; y de Judit 13,18. </div>
<div style="text-align:justify;padding:0px 0px 20px 50px">b) Isabel reconoce como “su Señor” al niño concebido en el seno de María. Este hecho redunda en honor de la madre, por eso es saludada solemnemente como “la Madre de mi Señor”21. El título “Señor”, con todo el alcance teológico de su significado, lo recibió Jesús en su glorificación, pero el evangelista se complace en tributárselo ya durante su vida terrestre (Lc 7,13; 10,1.39.41; 11,39; 12,42). </div>
<div style="text-align:justify;padding:0px 0px 20px 50px">El brinco de gozo del niño en el seno de Isabel es como el saludo a su Señor, a su Mesías presente en el seno de María. Si esta escena es el encuentro de dos madres “María e Isabel”, es sobre todo el encuentro de dos hijos “Jesús y Juan”. Más aún, en la mente del evangelista, Isabel-Juan y María-Jesús es el encuentro y la continuidad de dos economías: la Antigua y la Nueva Alianza. La Antigua Alianza precede, por eso la primera anunciación es la de Juan; pero la Nueva Alianza lleva a plenitud la primera, por eso el Mesías viene en el seno de su madre a visitar a Isabel y a su hijo para que a su contacto “sean llenos de Espíritu Santo”. </div>
<div style="text-align:justify;padding:0px 0px 20px 50px">c) La Virgen María es proclamada “la creyente” y por eso se le declara “bienaventurada”. Con esto, Lucas ha querido subrayar un contraste: a Zacarías le faltó fe (1,20); María, en cambio, creyó. En Isabel brilla también una grande fe; ha sido dócil a los signos y está persuadida de que se cumplirá en María todo cuanto le ha sido dicho de parte de Dios. </div>
La alabanza a María que Lucas pone en labios de Isabel es importante: subraya una vez más la fe que tuvo en una concepción virginal y es testimonio ya de la veneración naciente que la Iglesia primitiva comenzaba a tributar a “la Madre del Señor”. <br><br>
Se la declara “bienaventurada” porque ella es la primera gratificada con la bendición divina ofrecida a aquellos que reciben con fe la Palabra de Dios (cf. Lc 11,28). María es, pues, un modelo de fe obediente para toda la Comunidad mesiánica. <br><br>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:gray"><hr><i>Salvador Carrillo Alday, M.Sp.S. - Libro: "El Evangelio según San Lucas"</i></div>
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-41948462792979672912014-12-16T06:40:00.001-08:002014-12-16T06:40:11.724-08:00<!--Historia del Ave María-->
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
document.write('<div style="font-size:14pt;font-family:calibri;text-align:justify"> ');
document.write('<b style="font-size:16pt;color:navy">HISTORIA DEL AVE MARÍA</b><br>');
document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOvLiyUiWxDn7AtXSD9-wfcD-nQst8XdIQvdVDulByR5kfc0vABPe3izpePIddAHS5naFxMvWfBMUIjtgVngjspELoeIwPo9B8zZ1MuoImfCbmrH9uMZOt_oTu5lThli7FVGyjX2_QI40/s1600/Estampita-OracionAveMaria1.jpg" width=250></div> ');
document.write('Desde el regazo materno aprendimos a balbucear la más hermosa oración que podemos dirigir a la Virgen, es decir, la primera plegaria mariana. La hemos rezado miles y miles de veces. Lo seguimos haciendo, quizá a diario, al levantarnos y al acostarnos, en el Ángelus, en el Rosario, en las visitas a nuestra Patrona o imágenes de nuestra devoción, al emprender algún viaje o bien en algún trance difícil.<br> ');
document.write('Sin embargo, surgen algunas preguntas: ¿Hemos penetrado y saboreado esta admirable oración, frase por frase, palabra por palabra? ¿Hemos valorado sus inagotables tesoros? ¿Hemos aprendido sus lecciones sublimes? ¿Estimulamos y alimentamos con ella nuestra vida cristiana? En el transcurso del año 2000 que nos ha abierto las puertas de un nuevo siglo y de un nuevo milenio, haremos una radiografía, lo más completa posible del «Ave María» con un objetivo concreto: rezarla bien, rezarla mejor. Recogeremos en seguida sus frutos.<br> ');
document.write('<br></div>')};
</script>
<a name='more'></a>
<div style="font-size:16pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<a href="http://testigos-de-jesucristo.blogspot.mx/">Inicio</a> » <a href=http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/>A Jesús por María</a> »
</div>
<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 25px 0px">HISTORIA DEL AVE MARÍA</div>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:#323232;float:right;padding:0px 0px 0px 10px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCE2oSpTdSgvLosYjxCHqqr26FOmjs9xg1zpo5WPgLhsyi23XD98V4BiVD6iDoIPv2-DNEFbGGG_YwzpnFDFJfgR6Sh4CRZrRuGVLPESxEJzlFz-RVSiKPeVpTxDbo3Zjl6WZoVlHl8PY/s1600/Estampita-OracionAveMaria.jpg" width=250 ></div>
Desde el regazo materno aprendimos a balbucear la más hermosa oración que podemos dirigir a la Virgen, es decir, la primera plegaria mariana. La hemos rezado miles y miles de veces. Lo seguimos haciendo, quizá a diario, al levantarnos y al acostarnos, en el Ángelus, en el Rosario, en las visitas a nuestra Patrona o imágenes de nuestra devoción, al emprender algún viaje o bien en algún trance difícil.<br><br>
Sin embargo, surgen algunas preguntas: ¿Hemos penetrado y saboreado esta admirable oración, frase por frase, palabra por palabra? ¿Hemos valorado sus inagotables tesoros? ¿Hemos aprendido sus lecciones sublimes? ¿Estimulamos y alimentamos con ella nuestra vida cristiana? En el transcurso del año 2000 que nos ha abierto las puertas de un nuevo siglo y de un nuevo milenio, haremos una radiografía, lo más completa posible del «Ave María» con un objetivo concreto: rezarla bien, rezarla mejor. Recogeremos en seguida sus frutos.<br><br>
Veamos ante todo cómo nació y cuál es su armónica estructura. El Ave María consta de tres partes: la primera está tomada del saludo angélico: Ave, llena de gracia, el Señor es contigo (Lc 1,28). La segunda está formada por las palabras de alabanza que Isabel, pariente de la Virgen, y esposa de Zacarías, dirige a María al pisar su casita de Ain karim: Bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Lc 1,42). La tercera parte es una invocación de la Iglesia de origen muy posterior: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.<br><br>
Lo primero que hemos de advertir es que esta plegaria tiene origen divino y origen eclesiástico. El ángel e Isabel fueron los personajes inspirados por Dios. La Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, completó la primera oración a Nuestra Señora.<br><br>
La estructura íntegra del Ave María necesitó un milenio —del siglo VI al siglo XVI— para alcanzar su actual formulación. Su historia se asemeja a un pequeño arroyo que poco a poco va adquiriendo volumen hasta formar un caudal amazónico, expresión del grandioso sentido de la fe.<br><br>
No obstante, pueden fijarse algunos datos de indudable certeza. La vinculación del saludo de Gabriel con la alabanza de Isabel se debe a Severo de Antioquía, que falleció el año 538. En una vasija de barro encontrada en Luxor (Egipto) ya se leen estas palabras unidas. San Juan Damasceno, fallecido en el 749, las comenta en sus homilías. La Iglesia ha añadido los nombres de «María» al principio y de «Jesús» al final, siendo Urbano IV en el siglo XIII, su afortunado autor. El último añadido: «ahora y en la hora de nuestra muerte», aparece en un breviario cartujano del 1350, siendo asumido posteriormente por los trinitarios y camaldulenses.<br><br>
En el año 1525 se encuentra ya en los catecismos populares. Puede afirmarse que la fórmula definitiva que ha llegado hasta nosotros fue fijada por Pío V en 1568, con ocasión de la Reforma litúrgica. Hace pues, 432 años que los católicos rezamos en su forma actual esta incomparable plegaria mariana, mitad himno de alabanza, mitad súplica filial. Y no nos cansamos de repetirla por su irresistible encanto sobrenatural. Que nos sirva siempre para ser mejores discípulos de Jesús.<br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:20pt;padding:10px 0px 25px 0px">EL AVEMARÍA EN EL CATECISMO (Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 2676-2677)</div>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">Dios te salve, María [Alégrate, María]. </div>
La salutación del Angel Gabriel abre la oración del Ave María. Es Dios mismo quien por mediación de su ángel, saluda a María. Nuestra oración se atreve a recoger el saludo a María con la mirada que Dios ha puesto sobre su humilde esclava (cf. Lc 1, 48) y a alegrarnos con el gozo que El encuentra en ella (cf. So 3, 17b)<br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">Llena de gracia, el Señor es contigo.</div>
Las dos palabras del saludo del ángel se aclaran mutuamente. María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquél que es la fuente de toda gracia. "Alégrate... Hija de Jerusalén... el Señor está en medio de ti" (So 3, 14, 17a). María, en quien va a habitar el Señor, es en persona la hija de Sión, el arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor: ella es "la morada de Dios entre los hombres" (Ap 21, 3). "Llena de gracia", se ha dado toda al que viene a habitar en ella y al que entregará al mundo.<br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.</div>
Después del saludo del ángel, hacemos nuestro el de Isabel. "Llena del Espíritu Santo" (Lc 1, 41), Isabel es la primera en la larga serie de las generaciones que llaman bienaventurada a María (cf. Lc 1, 48): "Bienaventurada la que ha creído... " (Lc 1, 45): María es "bendita entre todas las mujeres" porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor. Abraham, por su fe, se convirtió en bendición para todas las "naciones de la tierra" (Gn 12, 3). Por su fe, María vino a ser la madre de los creyentes, gracias a la cual todas las naciones de la tierra reciben a Aquél que es la bendición misma de Dios: Jesús, el fruto bendito de su vientre.<br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros... </div>
Con Isabel, nos maravillamos y decimos: "¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc 1, 43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como oró para sí misma: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: "Hágase tu voluntad".<br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold;padding:10px 0px 25px 0px">Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. </div>
Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la "Madre de la Misericordia", a la Virgen Santísima. Nos ponemos en sus manos "ahora", en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, "la hora de nuestra muerte". Que esté presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra (cf. Jn 19, 27) para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso.<br><br>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:gray"><hr><i>http://www.devocionario.com/</i></div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-91382641054207792042014-12-12T23:03:00.001-08:002014-12-12T23:20:11.766-08:00<!--EL ANUNCIO DE LA CONCEPCIÓN DE JESÚS<br>(Lucas 1,26-38)-->
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
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document.write('<b style="font-size:16pt;color:navy">EL ANUNCIO DE LA CONCEPCIÓN DE JESÚS<br>(Lucas 1,26-38)</b><br>');
document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSon3zG1UlQtANkD-y_TO-9mOan1IK1ddqTozNggvgzo-ineTzzX4ZCm7F6bI7iac678apRrIUosx13_LfC80vuAPqI1Myjr8izUSqSgN0PQne7g1LQje7F1q8m6E5iygsHIwDeoLVFto/s1600/maria2.jpg" width=250></div> ');
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<div style="font-size:12pt;font-family:cambria;text-align:justify">
<a href="http://testigos-de-jesucristo.blogspot.mx/">Inicio</a> » <a href=http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/>A Jesús por María</a><br>
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<div style="text-align:center;color:navy;font-weight:bold; font-size:28pt;padding:10px 0px 25px 0px">EL ANUNCIO DE LA CONCEPCIÓN DE JESÚS<br>(Lucas 1,26-38)</div>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:maroon;float:right;padding:0px 0px 0px 10px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLLY6DdykDt56qlskgJGHsq5iWly58YBmZUxIBuvDumQf7ZdGye1sjY2gCMf_GgFxfbyI2-12pNi_I_80LfyvISY0Bz2ORh0ShnUyIk1tWHZGOeY1ICiu0Ag2yWwWUpBCfDBc7IowlZpg/s1600/maria1.jpg" width=250 ></div>
Para elaborar el relato de la anunciación, Lucas se sirvió de una tradición que, en último término, no pudo venir sino de la Virgen María. <br><br>
Se trata de un acontecimiento real e histórico: la concepción de Jesús, el Hijo de Dios. Fue ésta una inefable experiencia personal de María, que nadie pudo participar y nadie puede reproducir en sus detalles externos. <br><br>
El evangelista nos presenta el hecho, con todo el contenido teológico que comporta, a través de un “diálogo” tejido a base de referencias bíblicas. Este género literario, empleado por Lucas, no es un midrash estrictamente hablando, pero sí tiene el estilo del midrash. <br><br>
El relato presenta la siguiente estructura: <br><br>
– Una introducción presenta a los personajes (vv. 26-27). <br><br>
– Un diálogo se entabla entre el ángel y la Virgen María en tres interlocuciones: (vv. 28-38a). <br><br>
– Un breve epílogo cierra la narración (v. 38b). <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:20pt;padding:10px 0px 25px 0px">1. Escena y personajes (vv. 26-27) </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>26 Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. </i></div>
“En el sexto mes” después del anuncio a Zacarías y de la concepción de Juan, el mismo ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. Nazaret no es conocida por el Antiguo Testamento; debía ser un pequeño caserío, sin mayor importancia (Jn 1,46). <br><br>
Gabriel ha sido enviado a una joven desposada con un hombre llamado José, de la familia de David. El nombre de la joven era María. La palabra griega “parthénos” significa una joven mujer virgen. <br><br>
Esta joven-virgen estaba legalmente casada con José; sin embargo, todavía no llevaban vida en común (2,25; Mt 1,16.18). La ley judía permitía un lapso de tiempo entre el matrimonio y la entrada de la esposa en casa de su marido. <br><br>
La doble alusión a María, “virgen” y a la vez “casada”, prepara la concepción virginal de Jesús, como la concepción milagrosa de Juan había sido preparada por el hecho de que Isabel era estéril y que Zacarías e Isabel fueran avanzados en edad. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:20pt;padding:10px 0px 25px 0px">2. El anuncio del ángel (vv. 28-38a) </div>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Primera interlocución (vv. 28-29) </div>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Gabriel </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>28 Y, entrando, le dijo: </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>“¡Regocíjate!”. </i></div>
El saludo “regocíjate, alégrate” es una invitación al gozo mesiánico, eco de la invitación que los profetas hacían a Jerusalén, la Hija de Sión, por la presencia de Dios en medio de su pueblo (Sof 3,14-15; Zac 2,14; 9,9; Jl 2,21-27; Is 12,6). <br><br>
<i>“Llena-de-gracia” (“Kejaritoméne”). </i><br>
La expresión “Kejaritoméne”, usada como nombre propio, es un participio perfecto, el cual denota un estado pleno y permanente de gracia y de favor divino11. Es difícil dar de él una traducción adecuada. Algunas versiones traducen “favorecida”; otras prefieren el término tradicional “llena de gracia”. La Biblia de Jerusalén comenta: “Tú que has estado y sigues estando llena de favor divino”. <br><br>
El vocablo griego “járis” esconde muy probablemente la palabra hebrea “jésed”, que significa “amor de misericordia”, o bien la palabra “jen” cuyo significado es “gracia, favor”. Pues bien, María es objeto del favor de Dios, permanentemente fiel. El amor de Dios la llena (cf. Cant 8,10; Est 2,17; 5,8; 7,3; 8,5). <br><br>
Dado por el ángel, el nombre “Kejaritoméne” le viene, en realidad, de Dios. Dios le da un nuevo nombre, toma posesión de ella de manera nueva, y con ese nombre le confiere una misión. Si es “Llena- de-gracia”, eso significa que la obra que Dios va a llevar a cabo por su conducto será ante todo y sobre todo una “gracia” de “amor misericordioso y gratuito”, será una extraordinaria iniciativa de amor de parte de Dios. <br><br>
<i>“El Señor está contigo”. </i><br>
Esta fórmula, esencialmente bíblica, proclama la presencia de Dios en una persona llamada a realizar una vocación especial en la historia salvífica (Éx 3,12; Jue 6,12; Jr 1,8.19; 15,20). Tratándose ahora de María, en ella se va a cumplir la visita mesiánica de Dios, por largo tiempo esperada. <br><br>
El saludo del ángel, pues, está preñado de sentido y contiene en germen cuanto va a seguir. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">María </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>29 Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. </i></div>
En oposición a Zacarías, María no experimenta temor, pero su turbación es grande. El verbo griego utilizado por el evangelista así lo indica (cf. 1,12). María percibe en el saludo resonancias mesiánicas y siente que se trata de un llamamiento a cumplir una misión singular. Las palabras del mensajero divino ocultan un misterio que ella quisiera comprender. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Segunda interlocución (vv. 30-34). </div>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Gabriel </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>30 El ángel le dijo: </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>“No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>32 Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. </i></div>
La palabra del ángel tendrá por objeto exponer el carácter mesiánico y davídico del Niño que va a ser concebido. <br><br>
El ángel trata, ante todo, de tranquilizar a la Virgen María, como lo había hecho con Zacarías. La llama por su nombre “Mariam”. <br><br>
Nada tiene que temer. La razón última de su tranquilidad es que el favor divino la acompaña. Ha encontrado gracia delante de Dios. Más aún, es objeto del amor misericordioso de Dios. <br><br>
Prueba de todo ello es que “concebirá en el seno y dará a luz un hijo”12. La maternidad será el signo y la manifestación de la predilección misericordiosa y del favor de Dios. La palabra del ángel evoca el anuncio de nacimientos de personajes importantes de la historia bíblica: Ismael, Isaac, Sansón, y sobre todo Immanu-El (cf. Gn 16,11; 17,19; Jue 13,5-7; Is 7,14). <br><br>
El nombre “Jesús”, que le dará su madre, no recibe aquí explicación. Pero no hace falta, se supone. Además, el tema de la “salvación” corre fuertemente a través del Evangelio de la Infancia (1,69.71.77; 2,30; 3,6); y en 2,11 se dice de Jesús que es un “Salvador”. <br><br>
A continuación, el ángel descubre claramente, en cinco notas, la dignidad mesiánica del Niño que va a nacer: grande, hijo del Altísimo, heredero del trono de David, rey eterno sobre la Casa de Jacob, y con un reinado sin fin (cf. 2 Sm 7,12ss; Is 9,5-6; Miq 4,7; Dn 7,14). <br><br>
El título “Hijo del Altísimo” no declara la filiación divina de Jesús. Es sólo un título mesiánico dado al rey, hijo de David, al estilo de 2 Sm 7,14 y de los Salmos 2,7; 89,27; 110,3. <br><br>
Hasta aquí, el pensamiento del evangelista se ha mantenido en la línea de las promesas claramente formuladas por el Antiguo Testamento Dios va a gobernar, a través de su Mesías, sobre un nuevo Israel restaurado, y su gobierno será estable y perpetuo. El elemento nuevo es solamente que lo que era un anuncio y una esperanza para el porvenir más o menos lejano, va a encontrar ahora su realización inmediata y concreta en un hijo que va a ser concebido por María, que nacerá a su tiempo, y que llevará por nombre propio “Jesús” (“Yahveh salva”). <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">María </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>34 María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” </i></div>
Esta pregunta de María es el foco de la escena, es la cuestión central13. La expresión “No conozco varón” es un eufemismo sexual, que expresa concretamente la situación de María en ese momento preciso. Ella, aunque casada ya con José, no ha tenido todavía relaciones conyugales, y se maravilla de que, en esas condiciones, se realice una concepción que ella comprende que debe ser inmediata. <br><br>
Lo que María afirma con claridad es que ella es actualmente virgen. Su pregunta es el testimonio más evidente de la concepción virginal, que va tener lugar. A nivel del evangelista, es ya la tercera vez que insiste en presentar a María como “virgen”. <br><br>
El v. 34 ¿incluye un voto o al menos un propósito de virginidad de parte de María? La interpretación tradicional así lo afirma15. Sin embargo, la expresión “no conozco varón” no implica por sí misma ni un propósito, ni menos un voto de perpetua virginidad. No hay que olvidar que es Lucas quien ha redactado esta página de teología. La intención de éste es la que debe interesar al exégeta. <br><br>
La pregunta de María, formulada por el evangelista, tiene dos finalidades: indicar la situación concreta de María en el momento de la anunciación (que ella es virgen), y abrir camino a una revelación más completa del misterio de Jesús. En esta perspectiva, la pregunta de María juega un papel importante en el diálogo. <br><br>
El ángel ha anunciado la concepción del Mesías (vv. 30-33); es necesario que él mismo anuncie ahora el modo virginal de esta concepción y el significado que lleva consigo. La cuestión de María sirve para provocar la pregunta del lector y prepara la siguiente etapa. <br><br>
Se podría discutir si Lucas supone o no un propósito de virginidad en María, pero lo que no se puede poner en duda es su enseñanza formal, a saber: María era virgen –y ella lo dijo– cuando Dios la llamó a ser la madre del Mesías. Consagrada o no antes, ella se consagra ciertamente en este instante. Su consagración total y exclusiva a Dios siguió a la experiencia inefable, que Dios le concedió por pura gracia y por puro amor. Ella será en adelante y para siempre “la Virgen Madre”. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Tercera interlocución (vv. 35-38a) </div>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">Gabriel </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>35 El ángel le respondió: </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el que ha de nacer será llamado santo, Hijo de Dios. </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>37 porque no hay nada imposible para Dios”. </i></div>
El v. 35 es la cumbre del diálogo entre el ángel y la Virgen María y el coronamiento de la exposición teológica del evangelista. La acción soberana del Espíritu de Dios, de sí misteriosa e inexplicable, hará fecundo el seno de María para que conciba y dé a luz al Mesías (1,31-33). <br><br>
Esa acción fecundante se describe mediante dos imágenes vigorosas tomadas de la tradición bíblica. <br><br>
<i>“El Espíritu Santo vendrá sobre ti” </i><br>
La irrupción del Espíritu de Dios, que toma posesión de una persona para realizar a través de ella una obra salvífica, se encuentra con frecuencia en la Escritura (Nm 11,25-29; 1 Sm 10,6.10; 16,13: Is 32,15; 42,1; 61,1). Cuando se trata de la concepción del Mesías, el Hijo del Altísimo, es de esperarse que el Espíritu de Dios actúe con todo su poder. <br><br>
<i>“La Fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra” </i><br>
Esta expresión es menos frecuente que la anterior y por lo mismo más significativa. “Cubrir con su sombra” es una imagen que se emplea a propósito de la nube que llenó el tabernáculo (Éx 40,35). <br><br>
También es un símbolo para describir la protección que Dios brinda a los que se acogen a Él; Dios es como un ave que abriga a sus pequeños: Sal 9,4; 140,8. Pero no sólo, sino que el ave antes ha cubierto ya con sus alas el nido de donde brotará la vida. Esto recuerda la imagen del Espíritu creador en los orígenes del mundo, comparado a un ave que incuba la materia informe para hacer brotar de allí la vida bajo las formas que pronuncie la Palabra divina (Gn 1,2). <br><br>
En nuestro caso, el Espíritu Santo, que es la Fuerza del Altísimo, va a cubrir con su sombra a María para hacer brotar de ella una nueva vida. Al poner el evangelista estas expresiones en boca del ángel, quiere claramente insinuar que este Espíritu va a jugar el papel de principio creador y producirá la vida en el seno de María. <br><br>
Lo que el Espíritu, soplo creador, hizo en los orígenes del mundo, lo va a obrar ahora en una virgen, produciendo en ella una concepción virginal. En la concepción de Jesús todo viene de la fuerza del Espíritu Santo. Se trata de una “creación nueva”, que va a comenzar. Además, cubierta por la Fuerza del Altísimo como por una sombra o nube divina, María se convertirá en el nuevo Templo en que Dios va a habitar. <br><br>
Como consecuencia de la acción creadora del Espíritu en el seno de la Virgen María: “También el que va a nacer será llamado Santo, Hijo de Dios”. <br><br>
Concebido por la virtud del Espíritu “Santo”, el ser que va a nacer será también llamado “Santo”; esto es, heredará el nombre divino: “El Santo” (Is 6,3). Además, será una criatura totalmente “consagrada” a Dios. La expresión “santo” declara la pertenencia absoluta y exclusiva del niño a Dios. “Santo”, atributo divino, es también uno de los términos más antiguos para designar la divinidad de Jesús (Hch 3,14; 4,27.30). <br><br>
La apelación “Hijo de Dios”, según brota del examen leal del texto y del contexto, es lo esencial a los ojos de Lucas y es el término de toda su intención teológica. <br><br>
Él había dicho en la primera parte del mensaje del ángel que el Niño sería llamado “Hijo del Altísimo”, esto es, que sería el Mesías (1,31-33). Ahora, en la segunda parte, declara que será llamado “Hijo de Dios”. Este título tiene un sentido totalmente nuevo y superior. <br><br>
Concebido directamente por la acción del Espíritu Santo, sin la acción de un padre humano, Jesús es Hijo de Dios a título especial y exclusivo. El verbo hebreo “ser llamado” no indica solamente una denominación extrínseca, sino que expresa una realidad intrínseca: Jesús será el Hijo del Altísimo y será el Hijo de Dios. <br><br>
La concepción virginal sin la acción de un padre, sino por la virtud divinamente fecunda del Espíritu, será signo sensible que manifieste una realidad todavía más profunda, un dato de la fe: Jesús es “Hijo de Dios” en un nivel ontológico. Por otra parte, cuando el evangelista escribe su obra deposita ya, en este título, el contenido pleno de su fe cristiana. <br><br>
Una consideración más. Jesús no va a tener padre humano, como no lo tuvo Adán; y si Adán fue, en ese caso, jefe de raza, Jesús lo será también. Jesús es, pues, un nuevo Adán, un nuevo hombre. Él es un punto de partida, con él comienza una nueva generación, él da principio a una nueva humanidad. <br><br>
<i>“Y he aquí que Isabel, tu pariente...”. </i><br>
El ángel da a María un signo: la concepción de Isabel “la estéril”, en su vejez. Esta señal no es porque María haya dudado, ni porque el ángel quiera fortificar su fe. Se le da un signo, porque ésa es una ley de las anunciaciones bíblicas (cf. Gn 15,2-11; Jue 6,36-40; Is 7,10-16), y sobre todo porque así se prepara la visitación (Lc 1,39-56). <br><br>
<i>“¡Nada hay imposible para Dios!”. </i><br>
Ésta es una referencia al pasaje del Génesis, donde Yahveh asegura a Abraham que Sara, su mujer –aunque estéril y anciana–, va a dar a luz, porque “¿acaso habrá cosa alguna imposible para Dios?” (Gn 18,14 [LXX]). Si Dios hizo fecundo el seno estéril de Sara y de Isabel, avanzadas ya en edad, ¿no podrá producir admirablemente la vida en el seno de una virgen, sin el concurso de un varón? <br><br>
Lucas ha construido un paralelismo entre la anunciación del nacimiento de Juan y la anunciación del nacimiento de Jesús para subrayar la superioridad de Jesús sobre Juan. La concepción virginal de Jesús cuadra entonces perfectamente. En el caso de Jesús, el poder de Dios vence no solamente la incapacidad de los padres de Juan (esterilidad y senectud), sino la ausencia completa de un padre humano. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:18pt;padding:10px 0px 25px 0px">María </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>38a Dijo María: </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>“¡He aquí la Esclava del Señor! </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 5px 60px"><i>¡Hágase en mí según tu palabra!”. </i></div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>Y el ángel, dejándola, se fue. </i></div>
La expresión “la Esclava del Señor” no tiene primariamente una connotación sociológica (“sierva-esclava”). Esa expresión tiene ante todo un sentido religioso que brota del concepto profético-sapiencial de “los pobres de Yahveh”, que “humildes” y sencillos ponían su confianza en Dios y eran, a su vez, objeto particular del amor y de las predilecciones del Señor (Sof 2,3; 3,12-13a; Is 49,13; 66,2; Sal 22,27; 69,33-34; 74,19; 149,4). <br><br>
María, la Sierva del Señor, evoca la figura del Siervo de Yahveh. Como él, ella quiere realizar en plenitud su llamamiento con una docilidad incondicional al querer de Dios. ¡Que se haga en ella lo que el Señor quiera! María no es una persona pasiva que sólo escucha, sino más bien una persona cuyo obediente consentimiento Dios espera para obrar en ella el portentoso misterio de la encarnación (Cf. Is 42,1-9; 49,1-3).18 <br><br>
El “¡Hágase!” de la Virgen María termina la escena. Este “fiat” no es la cumbre del relato, pero no por eso se debe minimizar la libertad y el mérito de su sí. Su grandeza aparece particularmente si María, advertida del misterio y sin percibir toda su profundidad y sus alcances, se entrega con un abandono generoso y sin reservas a las exigencias, fueren las que fueren, de la obra que Dios quiere realizar en ella. El “fiat” de María es la expresión de un acto profundo y sublime de fe, la cual es entrega total y sin reservas a la voluntad divina. <br><br>
<div style="text-align:justify;color:navy;font-weight:bold; font-size:20pt;padding:10px 0px 25px 0px">3. Epílogo (1,38b) </div>
<div style="font-weight:bold;font-family:calibri;text-align:justify;padding:0px 50px 25px 60px"><i>38b “Y el ángel, dejándola, se fue”. </i></div>
El evangelista pone fin a su relato con gran austeridad. La finalidad del relato de la anunciación ha sido declarar que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios, y afirmar la libre colaboración de la Virgen María mediante su consentimiento a una concepción virginal. <br><br>
La anunciación no se interesa primariamente de María sino de Jesús. Es un texto eminentemente cristológico. Ningún pasaje evangélico contiene tantos títulos mesiánicos como éste. <br><br>
Sin embargo, María juega un papel de primera importancia en esta escena. Ella es el instrumento elegido por Dios para llevar a cabo el misterio inaudito de la encarnación de su Hijo. Y ella colaboró a su realización con toda su voluntad, con toda su libertad, con toda su fe y con todo su amor. <br><br>
Además, en las perspectivas del evangelista, teólogo cristiano de la segunda generación, María le interesa ya no sólo como persona individual, sino como símbolo del creyente tanto de Israel como de la Iglesia. María la Virgen es una síntesis admirable de los pobres de espíritu, del Siervo de Yahveh, de la mujer fiel y entregada, y de Jerusalén, la Hija de Sión, Madre del Pueblo elegido y Depositaria venturosa de las promesas mesiánicas. <br><br>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:gray"><hr><i>Salvador Carrillo Alday, M.Sp.S. <br>Libro: "El Evangelio según San Lucas"</i></div>
</div>
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
document.write('<div style="font-size:14pt;font-family:cambria;text-align:justify"> ');
document.write('<B STYLE="FONT-SIZE:18PT;COLOR:NAVY; TEXT-ALIGN:LEFT">SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN</B><BR>');
document.write('<b style="font-size:14pt;color:navy; text-align:left">Vidente de la Virgen de Guadalupe<br>9 de diciembre</b><br>');
document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPi5G_Y-U2talUax7CkSIGa2Z__DG9WxEVshPVt6jjg5IVofTCx3rLc0S-cJd6ggjOUIG0JeQLM-ApTiV_1BjHqU0coSgswKSu3Xx0tVXfkohjCf4ha94hBmEPECxwFnR-h1h7h6GCbhY/s1600/san+juan+diego.jpg" width=250></div>');
document.write('Juan Diego Cuauhtlatoatzin (que significa: Águila que habla o El que habla como águila), un indio humilde, de la etnia indígena de los chichimecas, nació en torno al año 1474, en Cuauhtitlán, que en ese tiempo pertenecía al reino de Texcoco. Juan Diego fue bautizado por los primeros franciscanos, aproximadamente en 1524. En 1531, Juan Diego era un hombre maduro, como de unos 57 años de edad; edificó a los demás con su testimonio y su palabra; de hecho, se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”. <br>');
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<h1 style="text-align:left; color:navy">San Juan Diego Cuauhtlatoatzin</h1><br>
<h3 style="text-align:left; color:navy">Vidente de la Virgen de Guadalupe<br>9 de diciembre</h3><br>
<div style="color:maroon; font-size:12pt;font-family:cambria;float:right; width:310px; margin:0 0 0 10px;text-align:"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPi5G_Y-U2talUax7CkSIGa2Z__DG9WxEVshPVt6jjg5IVofTCx3rLc0S-cJd6ggjOUIG0JeQLM-ApTiV_1BjHqU0coSgswKSu3Xx0tVXfkohjCf4ha94hBmEPECxwFnR-h1h7h6GCbhY/s1600/san+juan+diego.jpg" width=300></div>
Juan Diego Cuauhtlatoatzin (que significa: Águila que habla o El que habla como águila), un indio humilde, de la etnia indígena de los chichimecas, nació en torno al año 1474, en Cuauhtitlán, que en ese tiempo pertenecía al reino de Texcoco. Juan Diego fue bautizado por los primeros franciscanos, aproximadamente en 1524. En 1531, Juan Diego era un hombre maduro, como de unos 57 años de edad; edificó a los demás con su testimonio y su palabra; de hecho, se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”. <br><br>
Juan Diego fue un hombre virtuoso, las semillas de estas virtudes habían sido inculcadas, cuidadas y protegidas por su ancestral cultura y educación, pero recibieron plenitud cuando Juan Diego tuvo el gran privilegio de encontrarse con la Madre de Dios, María Santísima de Guadalupe, siendo encomendado a portar a la cabeza de la Iglesia y al mundo entero el mensaje de unidad, de paz y de amor para todos los hombres; fue precisamente este encuentro y esta maravillosa misión lo que dio plenitud a cada una de las hermosas virtudes que estaban en el corazón de este humilde hombre y fueron convertidas en modelo de virtudes cristianas; Juan Diego fue un hombre humilde y sencillo, obediente y paciente, cimentado en la fe, de firme esperanza y de gran caridad. <br><br>
Poco después de haber vivido el importante momento de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Juan Diego se entregó plenamente al servicio de Dios y de su Madre, transmitía lo que había visto y oído, y oraba con gran devoción; aunque le apenaba mucho que su casa y pueblo quedaran distantes de la Ermita. Él quería estar cerca del Santuario para atenderlo todos los días, especialmente barriéndolo, que para los indígenas era un verdadero honor; como recordaba fray Gerónimo de Mendieta: “A los templos y a todas las cosas consagradas a Dios tienen mucha reverencia, y se precian los viejos, por muy principales que sean, de barrer las iglesias, guardando la costumbre de sus pasados en tiempos de su gentilidad, que en barrer los templos mostraban su devoción (aun los mismos señores).” <br><br>
Juan Diego se acercó a suplicarle al señor Obispo que lo dejara estar en cualquier parte que fuera, junto a las paredes de la Ermita para poder así servir todo el tiempo posible a la Señora del Cielo. El Obispo, que estimaba mucho a Juan Diego, accedió a su petición y permitió que se le construyera una casita junto a la Ermita. Viendo su tío Juan Bernardino que su sobrino servía muy bien a Nuestro Señor y a su preciosa Madre, quería seguirle, para estar juntos; “pero Juan Diego no accedió. Le dijo que convenía que se estuviera en su casa, para conservar las casas y tierras que sus padres y abuelos les dejaron”. <br><br>
Juan Diego manifestó la gran nobleza de corazón y su ferviente caridad cuando su tío estuvo gravemente enfermo; asimismo Juan Diego manifestó su fe al estar con el corazón alegre, ante las palabras que le dirigió Santa María de Guadalupe, quien le aseguró que su tío estaba completamente sano; fue un indio de una fuerza religiosa que envolvía toda su vida; que dejó sus casas y tierras para ir a vivir a una pobre choza, a un lado de la Ermita; a dedicarse completamente al servicio del templo de su amada Niña del Cielo, la Virgen Santa María de Guadalupe, quien había pedido ese templo para en él ofrecer su consuelo y su amor maternal a todos lo hombres y mujeres. Juan Diego tenía “sus ratos de oración en aquel modo que sabe Dios dar a entender a los que le aman y conforme a la capacidad de cada uno, ejercitándose en obras de virtud y mortificación.” También se nos refiriere en el Nican motecpana: “A diario se ocupaba en cosas espirituales y barría el templo. Se postraba delante de la Señora del Cielo y la invocaba con fervor; frecuentemente se confesaba, comulgaba, ayunaba, hacía penitencia, se disciplinaba, se ceñía cilicio de malla y escondía en la sombra para poder entregarse a solas a la oración y estar invocando a la Señora del cielo.” <br><br>
Toda persona que se acercaba a Juan Diego tuvo la oportunidad de conocer de viva voz los pormenores del Acontecimiento Guadalupano, la manera en que había ocurrido este encuentro maravilloso y el privilegio de haber sido el mensajero de la Virgen de Guadalupe; como lo indicó el indio Martín de San Luis cuando rindió su testimonio en 1666: “Todo lo cual lo contó el dicho Diego de Torres Bullón a este testigo con mucha distinción y claridad, que se lo había dicho y contado el mismo Indio Juan Diego, porque lo comunicaba.” Juan Diego se constituyó en un verdadero misionero. <br><br>
Cuando Juan Diego se casó con María Lucía, quien había muerto dos años antes de las Apariciones, habían escuchado un sermón a fray Toribio de Benavente en donde se exaltaba la castidad, que era agradable a Dios y a la Virgen Santísima, por lo que los dos decidieron vivirla; se nos refiere: “Era viudo: dos años antes de que se le apareciera la Inmaculada, murió su mujer, que se llamaba María Lucía. Ambos vivían castamente.” Como también lo testificó el P. Luis Becerra Tanco: “el indio Juan Diego y su mujer María Lucía, guardaron castidad desde que recibieron el agua del Bautismo Santo, por haber oído a uno de los primeros ministros evangélicos muchos encomios de la pureza y castidad y lo que ama nuestro Señor a las vírgenes, y esta fama fue constante a los que conocieron y comunicaron mucho tiempo estos dos casados”. Aunque esto no obsta de que Juan Diego haya tenido descendencia, sea antes del bautismo, sea por la línea de algún otro familiar; ya que, por fuentes históricas sabemos que Juan Diego efectivamente tuvo descendencia; sobre esto, uno de los principales documentos se conserva en el Archivo del Convento de Corpus Christi en la Ciudad de México, en el cual se declara: “Sor Gertrudis del Señor San José, sus padres caciques [indios nobles] Dn. Diego de Torres Vázquez y Da. María del la Ascención de la región di Xochiatlan […] y tenida por descendiente del dichoso Juan Diego.” Lo importante también es el hecho de que Juan Diego inspiró la búsqueda de la santidad y de la perfección de vida, incluso en medio de los miembros de su propia familia, ya que su tío, como ya veíamos, al constatar como Juan Diego se había entregado muy bien al servicio de la Virgen María de Guadalupe y de Dios, quiso seguirlo, aunque Juan Diego le convino que era preferible que se quedara en su casa; y ahora tenemos también este ejemplo de Sor Gertrudis del Señor San José, descendiente de Juan Diego, quien ingresó a un monasterio, a consagrar su vida al servicio de Dios, buscando esa perfección de vida, buscando la Santidad. <br><br>
Es un hecho que Juan Diego siempre edificó a los demás con su testimonio y su palabra; constantemente se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”. <br><br>
El indio Gabriel Xuárez, quien tenía entre 112 y 115 años cuando dio su testimonio en las Informaciones Jurídicas de 1666; declaró cómo Juan Diego era un verdadero intercesor de su pueblo, decía: “que la dicha Santa Imagen le dijo al dicho Juan Diego la parte y lugar, donde se le había de hacer la dicha Ermita que fue donde se le apareció, que la ha visto hecha y la vio empezar este testigo, como lleva dicho donde son muchos los hombres y mujeres que van a verla y visitarla como este testigo ha ido una y muchas veces a pedirle remedio, y del dicho indio Juan para que como su pueblo, interceda por él.” El anciano indio Gabriel Xuárez también señaló detalles importantes sobre la personalidad de Juan Diego y la gran confianza que le tenía el pueblo para que intercediera en sus necesidades: “el dicho Juan Diego, –decía Gabriel Xuárez– respecto de ser natural de él y del barrio de Tlayacac, era un Indio buen cristiano, temeroso de Dios, y de su conciencia, y que siempre le vieron vivir quieta y honestamente, sin dar nota, ni escándalo de su persona, que siempre le veían ocupado en ministerios del servicio de Dios Nuestro Señor, acudiendo muy puntualmente a la doctrina y divinos oficios, ejercitándose en ello muy ordinariamente porque a todos los Indios de aquel tiempo oía este testigo, decirles era varón santo, y que le llamaban el peregrino, porque siempre lo veían andar solo y solo se iba a la doctrina de la iglesia de Tlatelulco, y después que se le apareció al dicho Juan Diego la Virgen de Guadalupe, y dejó su pueblo, casas y tierras, dejándolas a su tío suyo, porque ya su mujer era muerta; se fue a vivir a una casa Juan Diego que se le hizo pegada a la dicha Ermita, y allá iban muy de ordinario los naturales de este dicho pueblo a verlo a dicho paraje y a pedirle intercediese con la Virgen Santísima les diese buenos temporales en sus milpas, porque en dicho tiempo todos lo tenían por Varón Santo.” <br><br>
La india doña Juana de la Concepción que también dio su testimonio en estas Informaciones, confirmó que Juan Diego, efectivamente, era un hombre santo, pues había visto a la Virgen: “todos los Indios e Indias –declaraba– de este dicho pueblo le iban a ver a la dicha Ermita, teniéndole siempre por un santo varón, y esta testigo no sólo lo oía decir a los dichos sus padres, sino a otras muchas personas”. Mientras que el indio Pablo Xuárez recordaba lo que había escuchado sobre el humilde indio mensajero de Nuestra Señora de Guadalupe, decía que para el pueblo, Juan Diego era tan virtuoso y santo que era un verdadero modelo a seguir, declaraba el testigo que Juan Diego era “amigo de que todos viviesen bien, porque como lleva referido decía la dicha su abuela que era un varón santo, y que pluguiese a Dios, que sus hijos y nietos fuesen como él, pues fue tan venturoso que hablaba con la Virgen, por cuya causa le tuvo siempre esta opinión y todos los de este pueblo.” El indio don Martín de San Luis incluso declaró que la gente del pueblo: “le veía hacer al dicho Juan Diego grandes penitencias y que en aquel tiempo le decían varón santísimo.” <br><br>
Como decíamos, Juan Diego murió en 1548, un poco después de su tío Juan Bernardino, el cual falleció el 15 de mayo de 1544; ambos fueron enterrados en el Santuario que tanto amaron. Se nos refiere en el Nican motecpana: “Después de diez y seis años de servir allí Juan Diego a la Señora del cielo, murió en el año de mil y quinientos y cuarenta y ocho, a la sazón que murió el señor obispo. A su tiempo le consoló mucho la Señora del cielo, quien le vio y le dijo que ya era hora de que fuese a conseguir y gozar en el cielo, cuanto le había prometido. También fue sepultado en el templo. Andaba en los setenta y cuatro años.” En el Nican motecpana se exaltó su santidad ejemplar: “¡Ojalá que así nosotros le sirvamos y que nos apartemos de todas las cosas perturbadoras de este mundo, para que también podamos alcanzar los eternos gozos del cielo!”<br><br>
<div style="font-size:12pt;font-family:calibri;text-align:justify;color:gray"><i><hr>
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
document.write('<div style="font-size:14pt;font-family:cambria;text-align:justify"> ');
document.write('<B STYLE="FONT-SIZE:18PT;COLOR:NAVY; TEXT-ALIGN:LEFT">RAZONES BIBLICAS PARA ALABAR A MARIA</B><BR>');
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document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjMXgGSz_-kh8ngy8sy9YkY5fyH0n9h3CPu896GA-VtN5emV3j7TYQI6Vl9SIkT2phrbp9Jy3BddadV57TWpTwOeLXjcUTXtnclSO78ibeWpj85vBk37Er1tlg_aG_COla2o_NBRtC5P6u/s1600/virgen_3.gif" width=250></div>');
document.write('Algunas personas nos preguntan, ¿en qué parte de la Biblia dice que se puede venerar a la Santísima Virgen María? La Iglesia no necesita que la Biblia diga expresamente que debemos amar a María, nuestra purísima Madre, ya que desde antes de que se formara el Nuevo Testamento, los primeros cristianos le deban culto a la Madre de Dios, de lo cual hay documentación histórica. Aún así, para aquellos hermanos que exigen respuestas a través de la Sagrada Escritura, y no por la Sagrada Tradición de la Iglesia detallamos algumas razones bíblicas para amar y bendecir a la Virgen María.<br>');
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<h1 style="text-align:left; color:navy">Razones biblicas para alabar a Maria</h1><br>
<div style="color:maroon; font-size:12pt;font-family:cambria;float:right; width:310px; margin:0 0 0 10px;text-align:"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjMXgGSz_-kh8ngy8sy9YkY5fyH0n9h3CPu896GA-VtN5emV3j7TYQI6Vl9SIkT2phrbp9Jy3BddadV57TWpTwOeLXjcUTXtnclSO78ibeWpj85vBk37Er1tlg_aG_COla2o_NBRtC5P6u/s1600/virgen_3.gif" width=300></div>
Algunas personas nos preguntan, ¿en qué parte de la Biblia dice que se puede venerar a la Santísima Virgen María? La Iglesia no necesita que la Biblia diga expresamente que debemos amar a María, nuestra purísima Madre, ya que desde antes de que se formara el Nuevo Testamento, los primeros cristianos le deban culto a la Madre de Dios, de lo cual hay documentación histórica. Aún así, para aquellos hermanos que exigen respuestas a través de la Sagrada Escritura, y no por la Sagrada Tradición de la Iglesia detallamos algumas razones bíblicas para amar y bendecir a la Virgen María.<br><br>
<div style="font-family:calibri; font-size:14pt; text-align:justify; color:black; margin:30px"><b>
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Juan 19,26-27)</b></div>
Una característica muy singular del Cuarto Evangelio es el empleo de diálogos como vehículo de pensamiento. Cuando en el Evangelio de Juan se presenta un diálogo, así sea brevísimo, es preciso poner atención: el autor está depositando a veces con claridad, a veces en forma enigmática o simbólica, una enseñanza teológica importante. <br><br>
Las palabras que Jesús dirige a su madre y al discípulo son de aquellas que en este Evangelio deben comprenderse en dos niveles, en dos sentidos: uno superficial y otro profundo, donde se encuentran las intenciones doctrinales del autor.<br><br>
Para Juan, durante la semana de la pasión tomaron parte personajes tipos, presentados mediante títulos de significado simbólico: “el Hijo del hombre” (12,23.34; 13,31), “la mujer” (19,26), “el discípulo a quien Jesús amaba” (13,23; 19,26), “el príncipe de este mundo” (12,31; 14,30; 16,11). <br><br>
Este drama es la contrapartida del drama de los orígenes de la humanidad. Se libra un combate en el que el príncipe de este mundo (la antigua serpiente) será vencido (12,31), y el Hijo del hombre, el Hombre nuevo, elnuevo Adán, saldrá victorioso y atraerá a todos hacia sí (12,31;16,33). A esta obra grandiosa está asociada una mujer, que tiene misión de madre, una nueva Eva, principio de vida. Y, finalmente, surgirá una nueva descendencia fiel, representada por el discípulo amado de Jesús.<br><br>
En otras palabras, el pasaje de Jn 19,25-27 fundamenta positivamente la doctrina según la cual “la Virgen María, madre de Jesús, es a la vez madre espiritual de la Iglesia, comunidad de todos los creyentes”.<br><br>
Por lo tanto nosotros como hijos suyos la honramos y la amamos.<br><br>
<div style="font-family:calibri; font-size:14pt; text-align:justify; color:black; margin:30px"><b>
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» (Lucas 1,28)</b></div>
El saludo “alégrate” es una invitación al gozo mesiánico, la invitación que los profetas hacían a Jerusalén, la Hija de Sión, por la presencia de Dios en medio de su pueblo (Sof 3,14-15;Zac 2,14; 9,9; Jl 2,21-27; Is 12,6).<br><br>
El ángel la llama "Llena-de-gracia", esta expresión, usada como nombre propio, denota un estado pleno y permanente de gracia y de favor divino.<br><br>
Dios le da un nuevo nombre, toma posesión de ella de manera nueva, y con ese nombre le confiere una misión. Si es “Llena-de-gracia”, eso significa que la obra que Dios va a llevar a cabo por su conducto será ante todo y sobre todo una “gracia” de “amor misericordioso y gratuito”, será una extraordinaria iniciativa de amor de parte de Dios.<br><br>
La fórmula “El Señor está contigo”, esencialmente bíblica, proclama la presencia de Dios en una persona llamada a realizar una vocación especial en la historia de salvación (Éx 3,12; Jue 6,12; Jr 1,8.19; 15,20). Tratándose ahora de María, en ella se cumple la visita mesiánica de Dios, por largo tiempo esperada.<br><br>
Dios escogió a María para realizar la misión más importante en la historia de la salvación, llevar en su vientre al Hijo de Dios, si esto no es motivo de veneración, entonces, ¿qué lo es?<br><br>
<div style="font-family:calibri; font-size:14pt; text-align:justify; color:black; margin:30px"><b>
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo». (Lucas 1,41)</b></div>
Al saludo de María, ambos, madre e hijo, quedan llenos del Espíritu Santo. El brinco de gozo del niño en el seno de Isabel es como el saludo a su Señor, a su Mesías presente en el seno de María. Si esta escena es el encuentro de dos madres “María e Isabel”, es sobre todo el encuentro de dos hijos “Jesús y Juan”. Más aún, en la mente del evangelista, Isabel-Juan y María-Jesús es el encuentro y la continuidad de dos economías: la Antigua y la Nueva Alianza. La Antigua Alianza precede, por eso la primera anunciación es la de Juan; pero la Nueva Alianza lleva a plenitud la primera, por eso el Mesías viene en el seno de su madre a visitar a Isabel y a su hijo para que a su contacto “sean llenos de Espíritu Santo”.<br><br>
Debemos notar que los hechos ocurren ante la presencia y después del saludo de María, al permitir que María entre en nuestra vida, María nos trae a Jesús, y consecuentemente nos lleva hacia una vida más llena del Espíritu Santo. Por eso nosotros al aceptar a María en nuestras vidas seguimos el ejemplo de Juan Bautista e Isabel que se gozan ante la presencia de María.<br><br>
<div style="font-family:calibri; font-size:14pt; text-align:justify; color:black; margin:30px"><b>
Y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? (Lucas 1,41-43)</b></div>
La expresión “con gran voz”, más que indicar el tono de voz, quiere hacer resaltar la importancia de las palabras.<br><br>
<div style="color:maroon; font-size:12pt;font-family:cambria;float:right; width:310px; margin:0 0 0 10px;text-align:"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguwtO2ZWFXafWCh1l5q-TpwbNMMURWfMRhpm2Lk-ETN2vMXKn0V_8Mx2RzC0w7lGgFUr8I37P-aXl01QzkwpdR57uTrmSf76RZ0cGToNmxi0eRqjtepZBDrPHLjkX6w8nc2oWBhxD6-qni/s1600/0702-VISITACION.jpg" width=300></div>
Isabel bendice a la madre y a su hijo. Isabel declara a María “bendita entre las mujeres”. Entre todas las mujeres ella es la más bendecida de Dios. Hay razón para ello: ella ha sido escogida para ser la madre del Señor.<br><br>
Isabel reconoce como “su Señor” al niño concebido en el seno de María. Este hecho redunda en honor de la madre, por eso es saludada solemnemente como “la Madre de mi Señor”. El título “Señor”, con todo el alcance teológico de su significado, lo recibió Jesús en su glorificación, pero el evangelista se complace en tributárselo ya durante su vida terrestre (Lc 7,13; 10,1.39.41; 11,39; 12,42). <br><br>
La alabanza a María en labios de Isabel es importante: subraya una vez más la fe que tuvo en una concepción virginal y es testimonio ya de la veneración naciente que la Iglesia primitiva comenzaba a tributar a “la Madre del Señor”.<br><br>
<div style="font-family:calibri; font-size:14pt; text-align:justify; color:black; margin:30px"><b>
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!(Lucas 1,42)</b></div>
La Virgen María es proclamada “la creyente” (la que ha creído) y por eso se le declara “bienaventurada” (feliz). Con esto, Lucas ha querido subrayar un contraste: a Zacarías le faltó fe (1,20); María, en cambio, creyó. En Isabel brilla también una grande fe; ha sido dócil a los signos y está persuadida de que se cumplirá en María todo cuanto le ha sido dicho de parte de Dios.<br><br>
Se la declara “bienaventurada” porque ella es la primera gratificada con la bendición divina ofrecida a aquellos que reciben con fe la Palabra de Dios (cf. Lc 11,28). María es, pues, un modelo de fe obediente para toda la Comunidad mesiánica.<br><br>
Si alguien dice qué hacemos mal al bendecir a María, está equivocado pues fue el Espíritu Santo quien impulsó a Isabel a bendecir a la Santísima Madre de Jesús y Madre nuestra.<br><br>
Entonces, ¿en dónde en la Biblia se habla de venerar a la Virgen? Los católicos, como auténticos cristianos, veneramos a la Virgen María siguiendo el ejemplo de esta mujer llena de Dios que es Isabel, la madre de Juan el Bautista.<br><br>
<div style="font-family:calibri; font-size:14pt; text-align:justify; color:black; margin:30px"><b>
Por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada. (Lucas 1,48)</b></div>
La exclamación de María “¡He aquí que me proclamarán bienaventurada...!” es, en primer lugar, una alusión clara a su maternidad, ya que su expresión evoca el grito de Lía al saber que iba a dar un hijo a su esposo: “Bienaventurada yo, pues me proclamarán bienaventurada las mujeres” (Gn 30,13); y, en segundo lugar, pone de manifiesto su visión profética: las generaciones futuras hasta el fin de los tiempos la proclamarán bienaventurada por el hecho estupendo de ser “la madre del Mesías”.<br><br>
No hay que olvidar que el Evangelio de Lucas se escribió hacia el año 75, el evangelista, al poner esta frase en labios de María, revela la veneración profunda que la Iglesia primitiva tributaba ya a la Madre del Señor.<br><br>
Por estas razones bíblicas los católicos alabamos, veneramos, amamos y bendecimos a la Santa Madre de Dios y madre nuestra, y al hacerlo no hacemos otra cosa que cumplir esta profecía bíblica<br><br>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-6062978339250776852014-11-26T23:35:00.001-08:002014-11-26T23:37:53.799-08:00<!--Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa-->
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
document.write('<div style="font-size:14pt;font-family:cambria;text-align:justify"> ');
document.write('<B STYLE="FONT-SIZE:18PT;COLOR:NAVY; TEXT-ALIGN:LEFT">Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa</B><BR>');
document.write('<h3 style="color:navy">27 de noviembre</h3>');
document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgauCTDZ_hYBXTtdrmwR4LoHAH8W0mkTigxlPe_Yj-3Df62ZsF8M48btw8V0s9phpEWhCcOtAvwrrU6EI88t9QEhLtIKavsxtpgzHnShzKi5EvGx-A6UkPg9fOdRJmrbf7VGpSVGXV6WSI/s320/Nuestra+Se%C3%B1ora+de+la+Medalla+Milagrosa.jpg" width=250></div>');
document.write('<p>El 27 de noviembre de 1830, a las 5 y media de la tarde, estando en oración en la capilla del convento, Santa Catalina Labouré ve en el sitio donde está actualmente la Virgen del globo, a la Virgen María totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. Ella le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado la inicial de la Virgen M, y una cruz, con esta frase “Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti”. Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.</p>');
document.write('<br></div>')};
</script>
<a name='more'></a>
<div style="text-align: justify;font-size:14pt">
<h1 style="color:navy">Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa</h1>
<h3 style="color:navy"></h3>
<h3 style="color:navy">27 de noviembre</h3>
<div style="float: Right;padding:10px"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgauCTDZ_hYBXTtdrmwR4LoHAH8W0mkTigxlPe_Yj-3Df62ZsF8M48btw8V0s9phpEWhCcOtAvwrrU6EI88t9QEhLtIKavsxtpgzHnShzKi5EvGx-A6UkPg9fOdRJmrbf7VGpSVGXV6WSI/s320/Nuestra+Se%C3%B1ora+de+la+Medalla+Milagrosa.jpg" width=300></div>
<p><b style="color:navy">Las apariciones</b></p>
<p>El 27 de noviembre de 1830, a las 5 y media de la tarde, estando en oración en la capilla del convento, Santa Catalina Labouré ve en el sitio donde está actualmente la Virgen del globo, a la Virgen María totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. Ella le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado la inicial de la Virgen M, y una cruz, con esta frase “Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti”. Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.</p>
<p>Santa Catalina vio como dos cuadros vivientes. En el primero, la Virgen está de pie sobre medio globo terráqueo y lleva en sus manos un pequeño globo dorado. Sus pies aplastan una serpiente.En el segundo, salen de sus manos abiertas unos rayos de un brillo bellísimo. Al mismo tiempo Catalina oye una voz que dice:</p>
<p>«Estos rayos son el símbolo de las gracias que María consigue para los hombres». Después se forma un óvalo en torno a la aparición y Catalina ve como se inscribe en semicírculo una invocación, hasta entonces desconocida, escrita en letras de oro:</p>
<p>«Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti».</p>
<p>Después, la medalla se vuelve y Catalina ve el reverso: arriba, una cruz sobre la letra inicial de María, abajo, dos corazones, uno coronado de espinas, otro atravesado por una espada. Todo queda rodeado de doce estrellas. Entonces oye Catalina estas palabras : «Haz, haz acuñar una medalla según este modelo. Las personas que la lleven con confianza recibirán grandes gracias».</p>
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<p><b style="color:navy">La Medalla</b></p>
<p>En esta capilla escogida por Dios, la Virgen María en persona ha venido a revelar su identidad por medio de un objeto pequeño, una medalla, ¡destinada a todos sin distinción!</p>
<p>La identidad de María era tema de controversias entre teólogos desde los primeros tiempos de la Iglesia. En 431, el Concilio de Efeso había proclamado el primer dogma mariano: María es madre de Dios. Desde 1830, la invocación «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti» que se levanta hacia el cielo, mil y mil veces repetida por miles de almas cristianas en todo el mundo a petición de la Madre de Dios, va a producir su efecto.</p>
<p>El 8 de diciembre de 1854, Pío IX proclama el dogma de la Inmaculada Concepción: por una gracia especial que ya le venía de la muerte de su Hijo, María fue concebida sin pecado.</p>
<p>Cuatro años más tarde, en 1858, las apariciones de Lourdes van a confirmar a Bernadette Soubirous el privilegio de la madre de Dios.Corazón Inmaculado, María fue la primera rescatada por los méritos de Jesucristo. Es luz para nuestra tierra. Todos estamos destinados, como ella, a la felicidad eterna.</p>
<p><b style="color:navy">La medalla milagrosa</b></p>
<p>Unos meses después de las apariciones, sor Catalina es destinada al hospicio de Enghien, en el distrito 12 de París, para cuidar a los ancianos. Se pone al trabajo. Pero la voz interior insiste: hay que hacer que se acuñe la medalla. De eso Catalina vuelve a hablar a su confesor, el Padre Aladel.</p>
<p>En febrero de 1832, hay en París una terrible epidemia de cólera, que va a hacer más de 20.000 muertos. Las Hijas de la Caridad empiezan a distribuir, en junio, las 2.000 primeras medallas acuñadas a petición del padre Aladel.</p>
<p>Son numerosas las curaciones, lo mismo que las protecciones y conversiones. Es un maremoto. El pueblo de París califica la medalla de «milagrosa».</p>
<p>En el otoño de 1834 ya hay más de 500.000 medallas, y en 1835 más de un millón en todo el mundo. En 1839, se ha propagado la medalla hasta alcanzar más de diez millones de ejemplares. A la muerte de sor Catalina, en 1876, se cuentan más de mil millones de medallas.</p>
<p><b style="color:navy">La medalla luminosa</b></p>
<p>Las palabras y los símbolos grabados en el anverso de la medalla expresan un mensaje con tres aspectos estrechamente ligados entre sí.«Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti.»</p>
<p>La identidad de María se nos revela aquí explícitamente: la Virgen María es inmaculada desde su concepción. De este privilegio que ya le viene de los méritos de la Pasión de su Hijo Jesucristo, emana su inmenso poder de intercesión que ejerce para quienes le dirigen sus plegarias.</p>
<p>Por eso la Virgen María invita a todas las personas a acudir a ella en cualquier trance.Sus pies en medio de un globo aplastan la cabeza de una serpiente.Este globo representa a la tierra, el mundo. Entre judíos y cristianos, la serpiente personifica a Satanás y las fuerzas del mal.</p>
<p>La Virgen María toma parte en el combate espiritual, el combate contra el mal, cuyo campo de batalla es nuestro mundo. Nos invita a entrar nosotros también en la lógica de Dios que no es la lógica del mundo. La gracia auténtica de conversión es lo que ha de pedir el cristiano a María para transmitirla al mundo.</p>
<p>Sus manos están abiertas y sus dedos adornados con anillos que llevan piedras preciosas de las que salen rayos que caen esparciéndose por toda la tierra.</p>
<p>El resplandor de estos rayos, lo mismo que la hermosura y la luminosidad de la aparición descritas por Catalina, requieren, justifican y alientan nuestra confianza en la fidelidad de María (los anillos) para con su Criador y para con sus hijos; en la eficacia de su intervención (los rayos de gracia que caen en la tierra) y en la victoria final (la luz), ya que ella misma, primera discípula, es la primera salvada.</p>
<p><b style="color:navy">La medalla dolorosa</b></p>
<p>La medalla lleva en su reverso una inicial y unos símbolos que nos introducen en el secreto de María.</p>
<p>La letra « M » está coronada con una cruz. La letra « M » es la inicial de María, la cruz es la Cruz de Cristo. Los dos signos enlazados muestran la relación indisoluble que existe entre Cristo y su Madre Santísima. María está asociada, a la misión de Salvación de la humanidad por su Hijo Jesús,y participa con su compasión en el mismo sacrificio redentor de Cristo.</p>
<p>Abajo, dos corazones, uno rodeado de una corona de espinas, el otro traspasado por una espada. El corazón coronado de espinas es el Corazón de Jesús. Recuerda el cruel episodio de la Pasión de Cristo, relatado en los evangelios, antes de que se le diese muerte. Significa su Pasión de amor por los hombres.</p>
<p>El corazón traspasado con una espada es el Corazón de María, su Madre. Recuerda la profecía de Simeón relatada en los evangelios, el día de la Presentación de Jesús en el templo de Jerusalén por María y José. Significa el amor de Cristo que mora en María y su amor por nosotros : Para nuestra Salvación, acepta el sacrificio de su propio Hijo. Los dos Corazones juntos expresan que la vida de María es vida de intimidad con Jesús.</p>
<p><b style="color:navy">Doce estrellas grabadas alrededor</b></p>
<p>Corresponden a los doce apóstoles y representan a la Iglesia. Ser de la Iglesia, es amar a Cristo y participar en su pasión por la Salvación del mundo. Todo bautizado está invitado a asociarse a la misión de Cristo uniendo su corazón a los Corazones de Jesús y de María. La medalla es un llamamiento a la conciencia de cada uno, para que escoja, como Cristo y María, la vía del amor hasta la entrega total de sí mismo.</p>
<hr style="color:gray">
<h3 style="text-align: justify;font-size:11pt;color:gray"><i>Fuente: http://encuentra.com/</i></h3>
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-31411971870644987902014-11-26T18:55:00.001-08:002015-05-06T10:25:08.981-07:00<!--Nuestra Señora de Guadalupe-->
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
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document.write('<B STYLE="FONT-SIZE:18PT;COLOR:NAVY; TEXT-ALIGN:LEFT">Nuestra Señora de Guadalupe</B><BR>');
document.write('<h3 style="color:navy">12 de diciembre</h3>');
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document.write('<p><b>EL NICAN MOPOHUA:</b> Es el relato de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al Beato Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531. Escrito originalmente en la lengua náhuatl, todavía en uso en varias regiones de México. Las dos palabras iniciales Nican Mopohua se han usado por antonomasia para identificar este relato, aunque muchos documentos indígenas comienzan igual. El título completo es: "Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe". Es la principal fuente de nuestro conocimiento del Mensaje de la Sma. Virgen al Beato Juan Diego, a México y al Mundo. La copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation.</p>');
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<a name='more'></a>
<div style="text-align: justify;font-size:14pt">
<h1 style="color:navy">Nuestra Señora de Guadalupe</h1>
<h3 style="color:navy">Reina de México y emperatriz de las Américas</h3>
<h3 style="color:navy">12 de diciembre</h3>
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<p><b style="color:navy">EL NICAN MOPOHUA:</b></p>
<p>Es el relato de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al Beato Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531. Escrito originalmente en la lengua náhuatl, todavía en uso en varias regiones de México. Las dos palabras iniciales Nican Mopohua se han usado por antonomasia para identificar este relato, aunque muchos documentos indígenas comienzan igual. El título completo es: "Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe". Es la principal fuente de nuestro conocimiento del Mensaje de la Sma. Virgen al Beato Juan Diego, a México y al Mundo. La copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation.</p>
<p>Se atribuye a Don Antonio Valeriano (1520?-1605?) sabio indígena aventajado discípulo de Fr. Bernardino de Sahagún. Don Antonio recibió la historia de labios del vidente, muerto en 1548.</p>
<p><b style="color:navy">LAS APARICIONES:</b></p>
<p>Relato de las apariciones de acuerdo al Nican Mopohua, el escrito más antiguo que existe sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe.</p>
<p><b>Primera Aparición:</b></p>
<p>Era sábado muy de madrugada cuando Juan Diego venía en pos del culto divino y de sus mandatos a Tlatilolco.</p>
<p>Al llegar junto al cerrito llamado Tepeyacac, amanecía; y oyó cantar arriba del cerro; semejaba canto de varios pájaros; callaban a ratos las voces de los cantores; y parecía que el monte les respondía. Su canto, muy suave y deleitoso, sobrepasaba al del coyoltótotl y del tzinizcan y de otros pájaros lindos que cantan.</p>
<p>Se paró Juan Diego para ver y dijo para sí: "¿Por ventura soy digno de lo que oigo?, ¿Quizás sueño?, ¿Me levanto de dormir?, ¡Dónde estoy?, ¿Acaso en el paraíso terrenal, que dejaron dicho los viejos, nuestros mayores?, ¿Acaso ya en el cielo?"</p>
<p>Estaba viendo hacia el oriente, arriba del cerrillo, de donde procedía el precioso canto celestial. </p>
<p>Y así que cesó repentinamente y se hizo el silencio, oyó que le llamaban de arriba del cerrito y le decían: "Juanito, Juan Dieguito."</p>
<p>Luego se atrevió a ir a donde le llamaban. No se sobresaltó un punto, al contrario, muy contento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dónde le llamaban.</p>
<p>Cuando llegó a la cumbre vio a una señora, que estaba allí de pie y que le dijo que se acercara.</p>
<p>Llegado a su presencia, se maravilló mucho de su sobrehumana grandeza: su vestidura era radiante como el sol; el risco en que posaba su planta, flechado por los resplandores, semejaba una ajorca de piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco iris. Los mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que allí se suelen dar parecían de esmeralda; su follaje, finas turquesas; y sus ramas y espinas brillaban como el oro.</p>
<p>Se inclinó delante de ella y oyó su palabra, muy suave y cortés, cual de quien atrae y estima mucho.</p>
<p>Ella le dijo: "¿Juanito, el mas pequeño de mis hijos, dónde vas?"</p>
<p>El respondió: Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro Señor". Ella luego le habló y le descubrió su santa voluntad. Le dijo: "Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive: del Creador cabe quien está todo: Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mi confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores. </p>
<p>Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del Obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que deseo, que aquí me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que te lo agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Mira que ya has oído mi mandato hijo mío el mas pequeño, anda y pon todo tu esfuerzo."</p>
<p>Juan Diego contestó: Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo." </p>
<p>Luego bajó, para ir a hacer su mandato; y salió a la calzada que viene en línea recta a México."</p>
<p><b>Segunda Aparición:</b></p>
<p>Habiendo entrado sin delación en la ciudad, Juan Diego se fue en derechura al palacio del obispo que era el prelado que muy poco antes había venido y se llamaba Fray Juan de Zumárraga, religioso de San Francisco. Apenas llegó trató de verle; rogó a sus criados que fueran a anunciarle. Y pasado un buen rato, vinieron a llamarle, que había mandado el señor Obispo que entrara.</p>
<p>Luego que entró, en seguida le dio el recado de la Señora del Cielo; y también le dijo cuanto admiró, vio y oyó. Después de oír toda su plática y su recado, pareció no darle crédito. El Obispo le respondió; "Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré más despacio; lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido." Juan Diego salió y se vino triste, porque de ninguna manera se realizó su mensaje. En el mismo día se volvió; se vino derecho a la cumbre del cerrito, y acertó con la Señora del Cielo, que le estaba aguardando, allí mismo donde le vio la primera vez: "Señora, la mas pequeña de mis hijas. Niña mía, fui a donde me enviaste a cumplir tu mandato, le vi y le expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, apareció que no lo tuvo por cierto. Me dijo: Otra vez vendrás, te oiré mas despacio, veré muy desde el principio el deseo y voluntad con que has venido. Comprendí perfectamente en la manera que me respondió que piensa que es quizás invención mía que tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido y respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje, para que le crean; porque yo soy solo un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y tú, Niña mía, la mas pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro. Perdóname que te cause pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mía." Le respondió la Santísima Virgen: "Oye, hijo mío el mas pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tu mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el mas pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad: que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía."</p>
<p>Respondió Juan Diego: "Señora y Niña mía, no te cause yo aflicción; de muy buena gana iré a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejaré de hacerlo ni tengo por penoso el camino. Iré a hacer tu voluntad, pero acaso no seré oído con agrado; o si fuese oído, quizás no me creerá. Mañana en la tarde cuando se ponga el sol vendré a dar razón de tu mensaje, con lo que responda el prelado. ya me despido, Hija mía, la mas pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entretanto". Luego se fue él a descansar a su casa.</p>
<p><b>Tercera Aparición:</b></p>
<p>Al día siguiente, domingo muy de madrugada, salió de su casa y se vino derecho a Tlatilolco a instruirse de las cosas divinas y estar presente en la cuenta para ver en seguida al prelado. casi a las diez, se aprestó, después de que se oyó Misa y se hizo la cuenta y se dispersó el gentío. Al punto se fue Juan Diego al palacio del señor Obispo. Apenas llegó, hizo todo empeño para verle: otra vez con mucha dificultad le vio; se arrodilló a sus pies; se entristeció y lloró al exponerle el mandato de la Señora del Cielo, que ojalá que creyera su mensaje y la voluntad de la Inmaculada de erigirle su templo donde manifestó que lo quería. El señor Obispo, para cerciorarse le preguntó muchas cosas, donde la vio y cómo era; y el refirió todo perfectamente al señor Obispo. Más aunque explicó con precisión la figura de ella y cuanto había visto y admirado, que en todo se descubría ser ella la siempre Virgen Santísima Madre del Salvador Nuestro Señor Jesucristo; sin embargo, el (Obispo) no le dio crédito y dijo que no solamente por su plática y solicitud se había de hacer lo que pedía; que, además, era muy necesaria alguna señal para que se le pudiera creer que le enviaba la misma Señora del cielo. Así que lo oyó dijo Juan Diego al Obispo: "Señor, mira cual ha de ser la señal que pides; que luego iré a pedírsela a la Señora del Cielo que me envió acá." Viendo el Obispo que ratificaba todo sin dudar ni retractar nada, le despidió. Mandó inmediatamente unas gentes de su casa, en quienes podía confiar, que le vinieran siguiendo y vigilando mucho a dónde iba y a quién veía y hablaba. Así se hizo. Juan Diego se vino derecho y caminó la calzada; los que venían tras él, donde pasa la barranca, cerca del puente del Tepeyacac, le perdieron; y aunque más buscaran por todas partes, en ninguna le vieron. Así es que se regresaron, no solamente porque se fastidiaron, sino también porque les estorbó su intento y les dio enojo. Eso fueron a informar al señor Obispo, inclinándose a que no le creyera: le dijeron que nomás le engañaba; que nomás forjaba lo que venía a decir, o que únicamente soñaba lo que decía y pedía; y en suma discurrieron que si otra vez volvía le habían de coger y castigar con dureza, para que nunca más mintiera y engañara. Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor Obispo; la que oída por la Señora le dijo: "Bien está hijito mío, volverás aquí mañana para que lleves al Obispo la señal que te ha pedido; con esto te creerá y acerca de esto ya no dudará ni de ti sospechará; y sábete, hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has emprendido; ea, vete ahora, que mañana aquí te aguardo."</p>
<p><b>Cuarta Aparición:</b></p>
<p>"Al día siguiente, lunes, cuando tenía que llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando llegó a su casa, a un tío que tenía, llamado Juan Bernardino, le había dado enfermedad, y estaba muy grave. Primero fue a llamar a un médico y le auxilió; pero ya no era tiempo, ya estaba muy grave. Por la noche, le rogó su tío que de madrugada saliera y viniera a Tlatilolco a llamar a un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, porque estaba muy cierto de que era tiempo de morir y que ya no se levantaría ni sanaría. El martes, muy de madrugada, se vino Juan Diego de su casa a Tlatilolco a llamar al sacerdote; y cuando venía llegando al camino que sale junto a la ladera del cerrillo del Tepeyacac, hacia el poniente por donde tenía costumbre de pasar, dijo: "Si me voy derecho, no sea que me vaya a ver la Señora, y en todo caso me detenga, para que lleve la señal al prelado, según me previno; que primero nuestra aflicción nos deje y primero llame yo de prisa al sacerdote; el pobre de mi tío lo está ciertamente aguardando." Luego dio vuelta al cerro; subió por entre él y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y que no le detuviera la Señora del Cielo. Pensó que por donde dió la vuelta no podía verle la que está mirando bien a todas partes. La vio bajar de la cumbre del cerrillo y que estuvo mirando hacia donde antes él la veía. Salió a su encuentro a un lado del cerro y le dijo: "¿Que hay, hijo mío el más pequeño?, ¿a dónde vas?". Se apenó él un poco, o tuvo verguenza, o se asustó. Se inclinó delante de ella y la saludó, diciendo: "Niña mía, la mas pequeña de mis hijas. Señora, ojalá estés contenta. ¿Como has amanecido?, ¿Estás bien de salud, Señora y Niña mía? Voy a causarte aflicción: sabe, Niña mía, que está muy malo un pobre siervo tuyo, mi tío: le ha dado la peste, y está para morir. Ahora voy presuroso a tu casa de México a llamar a uno de los sacerdotes amados de Nuestro Señor, que vaya a confesarle y disponerle; porque desde que nacimos vinimos a aguardar el trabajo de nuestra muerte. Pero sí voy a hacerlo, volveré luego otra vez aquí, para ir a llevar tu mensaje. Señora y Niña mía, perdóname, tenme por ahora paciencia; no te engaño. Hija mía la mas pequeña, mañana vendré a toda prisa."</p>
<p>Después de oír la plática de Juan Diego, respondió la piadosísima Virgen: "Oye y ten entendido hijo mío el mas pequeño, que es nada lo que te asusta y aflije; no se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí?, ¿No soy tu Madre?, ¿No estás bajo mi sombra?, ¿No soy yo tu salud?, ¿No estás por ventura en mi regazo?, ¿Qué mas has menester?. No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de que sanó." (Y entonces sanó su tío, según después se supo). Cuando Juan Diego oyó estas palabras de la Señora del Cielo consoló mucho; quedó contento. Le rogó que cuanto antes se despachara a ver al señor Obispo, a llevarle alguna señal y prueba, a fin de que creyera. La Señora del Cielo le ordenó luego que subiera a la cumbre del cerrito, donde antes la veía. Le dijo: "Sube, hijo mío el mas pequeño, a la cumbre del cerrito; allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a mi presencia." Al punto subió Juan Diego al cerrillo. Y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tantas varias exquisitas rosas de Castilla, antes del tiempo en que se dan, porque a la sazón se encrudecía el hielo. Estaban muy fragantes y llenas del rocío de la noche, que semejaba perlas preciosas. Luego empezó a cortarlas; las juntó todas y las hecho en su regazo. La cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas flores, porque tenía muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites; y si se solían dar hierbecillas, entonces era el mes de diciembre, en que todo lo come y echa a perder el hielo. Bajó inmediatamente y trajo a la Señora del Cielo las diferentes flores que fue a cortar; la que, así como las vio, las cogió con su mano y otra vez se las echó en el regazo, diciéndole: "Hijo mío el mas pequeño, esta diversidad de flores es la prueba y señal que llevarás al Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrito, que fueras a cortar flores, y todo lo que viste y admiraste, para que puedas inducir al prelado a que dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido." Después que la Señora del Cielo le dio su consejo, se puso en camino por la calzada que viene derecho a México; ya contento y seguro de salir bien, trayendo con mucho cuidado lo que portaba en su regazo, no fuera que algo se le soltara de las manos, gozándose en la fragancia de las variadas hermosas flores.</p>
<p><b style="color:navy">EL MILAGRO DE LA IMAGEN:</b></p>
<p>Al llegar Juan Diego al palacio del Obispo salieron a su encuentro el mayordomo y otros criados del prelado. Les rogó que le dijeran que deseaba verle; pero ninguno de ellos quiso, haciendo como que no le oían, sea porque era muy temprano, sea porque ya le conocían, que solo los molestaba, porque les era inoportuno; además ya les habían informado sus compañeros que le perdieron de vista, cuando habían ido en su seguimiento. Largo rato estuvo esperando Juan Diego. Como vieron que hacía mucho que estaba allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada, decidieron llamarlo por si acaso; además, al parecer traía algo que portaba en su regazo, por lo que se acercaron a él, para ver lo que traía y satisfacerse. Viendo Juan Diego que no les podía ocultar lo que traía, y que por eso le habían de molestar, empujar y aporrear, descubrió un poco que eran flores; y al ver que todas eran diferentes, y que no era entonces el tiempo en que se daban, se asombraron muchísimo de ello, lo mismo de que estuvieran muy frescas, y tan abiertas, tan fragantes y tan preciosas. Quisieron coger y sacarle algunas; pero no tuvieron suerte las tres veces que se atrevieron a tomarlas; porque cuando iban a cogerlas ya no se veían verdaderas flores, sino que les parecían pintadas o labradas o cosidas en la manta. Fueron luego a decirle al señor Obispo lo que habían visto y que pretendía verle el indito que tantas veces había venido; el cual hacía mucho que por eso aguardaba, queriendo verle. Cayó, al oírlo, el señor Obispo en la cuenta de que aquello era la prueba, para que se certificara y cumpliera lo que solicitaba el indito. En seguida mandó que entrara a verle. Luego que entró, se humilló delante de él, así como antes lo hiciera, y contó de nuevo todo lo que había visto y admirado, y también su mensaje. (Juan Diego) le dijo: "Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora del Cielo, Santa María preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad. Condescendió a tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y prueba para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano me mandó que otra vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho que me la daría; y al punto lo cumplió; me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes ya la viera, a que fuese a cortar varias flores. Después que fui a cortarlas las traje abajo; las cogió con su mano y de nuevo las echó en mi regazo, para que te las trajera y a ti en persona te las diera. Aunque yo sabía bien que la cumbre del cerrillo no es lugar para que se den flores, porque solo hay muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites, no por eso dudé. Cuando fui llegando a la cumbre del cerrillo vi que estaba en el paraíso, donde había juntas todas las varias y exquisitas rosas de castilla, brillantes de rocío, que luego fui a cortar. Ella me dijo por qué te las había de entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que me pides y cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi mensaje. Hélas aquí: recíbelas." Desenvolvió luego su manta, pues tenía en su regazo las flores; y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes flores, se dibujó en ella de repente la preciosa imagen de la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyacac, que se nombra Guadalupe. Luego que la vio el señor Obispo, él y todos los que allí estaban, se arrodillaron; mucho la admiraron; se levantaron a verla, se entristecieron y acongojaron, mostrando que la contemplaron con el corazón y el pensamiento. El señor Obispo con lágrimas de tristeza oró y le pidió perdón de no haber puesto en obra su voluntad y su mandato. Cuando se puso de pie desató del cuello de Juan Diego, del que estaba atada, la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo. Luego la llevó y fue a ponerla en su oratorio. Un día mas permaneció Juan Diego en la casa del Obispo, que aún le detuvo. Al día siguiente le dijo: "Ea, a mostrar dónde es voluntad de la Señora del Cielo que le erijan su templo." Inmediatamente se invitó a todos para hacerlo.</p>
<p><b style="color:navy">EL MISTERIO DE LOS OJOS DE LA VIRGEN:</b></p>
<p>El 27 de marzo de 1956. En lo que constituye el primer reporte emitido por un médico sobre los ojos de la imagen, él certifica la presencia del triple reflejo (Efecto de Samson-Purkinje) característico de todo ojo humano normal vivo y afirma que las imágenes resultantes se ubican exactamente donde deberían estar según el citado efecto, y también que la distorsión de las imágenes concuerda perfectamente con la curvatura de la córnea. Ese mismo año otro oftalmólogo, el Dr. Rafael Torrija Lavoignet, examinó los ojos de la imagen ya con mas detenimiento y con la utilización de un oftalmoscopio. El Dr. Lavoignet reporta la aparente figura humana en las córneas de ambos ojos, con la ubicación y distorsión propias de un ojo humano normal, notando además una inexplicable apariencia "viva" de los ojos al ser examinados. Varias otras inspecciones de los ojos han sido realizadas por médicos oftalmólogos luego de éstas iniciales. Con mayores o menores detalles todas concuerdan en general con las dos primeras aquí expuestas. en 1979, por el Dr. José Aste Tonsmann, un graduado de la Universidad de Cornell trabajando para IBM en procesamiento digital de imágenes, al digitalizar éste a altas resoluciones una muy buena fotografía de la cara de la Virgen tomada directamente de la tilma original. Luego de procesar las imágenes de los ojos por diversos métodos para eliminar "ruidos" y destacar detalles el Dr. Tonsmann realizó lo que serían increíbles descubrimientos: no solamente era claramente visible en ambos ojos el "busto humano", sino también por lo menos otras cuatro figuras humanas eran también visibles en ambos ojos. </p>
<p>El Dr. Aste Tonsmann publicará en unos meses mas sus últimos estudios efectuados sobre los ojos en la tilma, con completos detalles y fotografías. Quizás uno de los aspectos mas fascinantes de su trabajo es su opinión de que Nuestra Señora no solo nos dejara su imagen impresa como prueba de su aparición sino también ciertos mensajes que permanecieron escondidos en sus ojos para ser revelados cuando la tecnología permitiese descubrirlos y en el tiempo en que fueran mas necesarios.</p>
<p><b style="color:navy">APARICIÓN A JUAN BERNARDINO:</b></p>
<p>No bien señaló Juan Diego dónde había mandado la Señora del Cielo que se levantara su templo, pidió licencia de irse. Quería ahora ir a su casa a ver a su tío Juan Bernardino; el cual estaba muy grave cuando le dejó y vino a Tlatilolco a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, y le dijo la Señora del Cielo que ya había sanado. Pero no le dejaron ir solo, sino que le acompañaron a su casa. Al llegar vieron a su tío que estaba muy contento y que nada le dolía. Se asombró mucho de que llegara acompañado y muy honrado su sobrino; a quien preguntó la causa de que así lo hicieran y que le honraran mucho. Le respondió su sobrino que, cuando partió a llamar al sacerdote que le confesara y dispusiera, se le apareció en el Tepeyacac la Señora del Cielo; la que, diciéndole que no se afligiera que ya su tío estaba bueno, con mucho se consoló, le despachó a México, a ver al señor Obispo, para que le edificara una casa en el Tepeyacac. Manifestó su tío ser cierto que entonces le sanó y que la vio del mismo modo en que se aparecía a su sobrino; sabiendo por Ella que le había enviado a México a ver al Obispo. También entonces le dijo la Señora de cuando él fuera a ver al Obispo, le revelara lo que vio y de que manera milagrosa le había sanado; y que bien le nombraría, así como bien había de nombrarse su bendita imagen, la siempre Virgen Santa María de Guadalupe. </p>
<p>Trajeron luego a Juan Bernardino a presencia del señor obispo; a que viniera a informarle y atestiguar delante de él. A ambos, a él y a su sobrino, los hospedó el Obispo en su casa algunos días, hasta que se erigió el templo de la Reina en el Tepeyacac, donde la vio Juan Diego. El señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo: la sacó del oratorio de su palacio donde estaba, para que toda la gente viera y admirara su imagen.</p>
<p><b style="color:navy">EL CULTO GUADALUPANO:</b></p>
<p>Su culto, localizado en un principio en el valle de México, más tarde se extendió por todo el vasto territorio de la Nueva España y aún más allá, y por todas partes dejó muy vivas manifestaciones de su presencia. De una devoción circunscrita, en sus inicios, a los naturales, pasó a ser la de los mestizos y los criollos, y pronto se universalizó. Todo ello testimoniado por las muchas reproducciones de su imagen, por los templos y altares que se le levantaron, por las obras devotas, teológicas, históricas y literarias que a Ella se dedicaron.</p>
<p><b style="color:navy">SIGNIFICADO DEL GUADALUPANISMO:</b></p>
<p>La virgen de Guadalupe, con gran regocijo popular, fue reconocida por el papado y la monarquía española como la patrona de Nueva España. El nuevo culto proporcionó fundamento espiritual autónomo para la iglesia Mexicana, pues a partir de entonces se afirmó la idea de que la cristiandad Americana surgió, gracias a la intervención de la virgen de Guadalupe. Los criollos, los indígenas y las castas se unieron en la veneración de la Guadalupana, que representaba a la patria criolla. Esta veneración se convirtió en factor de unidad nacional. La imagen sería invocada y expuesta como un remedio contra las sequías, las inundaciones y las epidemias y, mas tarde, los insurgentes la adoptaron como estandarte político. De este modo surgió un símbolo nacional, reconocido por la inmensa mayoría de habitantes de Nueva España, símbolo que liberó a los criollos de su origen español, los desligó de España y les permitió identificarse con la tierra donde vivían.</p>
<p><b style="color:navy">LAS ESTRELLAS DEL MANTO:</b></p>
<p>En el manto de la Virgen de Guadalupe se encuentra representado con mucha fidelidad, el cielo del solsticio de invierno de 1531 que tuvo lugar a las 10:40 del martes 12 de diciembre, hora de la ciudad de México. Están representadas todas las constelaciones, que se extienden en el cielo visible a la hora de la salida del sol, y en el momento en que Juan Diego enseña su tilma (capa azteca) al obispo Zumárraga. En la parte derecha del manto se encuentran las principales constelaciones del cielo del Norte. </p>
<p>En el lado izquierdo las del Sur, visibles en la madrugada del invierno desde el Tepeyac. El Este se ubica arriba y el Oeste en la porción inferior. Como el manto está abierto, hay otros agrupamientos estelares que no están señalados en la imagen, pero se encuentran presentes en el cielo. Así la Corona Boreal, se ubica en la cabeza de la Virgen, Virgo en su pecho, a la altura de las manos, Leo en su vientre, justo sobre el signo del Nahui Ollin, con su principal astro denominado Régulo, el pequeño rey. Gemini, los gemelos, se encuentran a la altura de las rodillas, y Orión, donde está el Ángel. En resumen, en el manto de la Guadalupana se pueden identificar las principales estrellas de las constelaciones de invierno. Todas ellas en su lugar, con muy pequeñas modificaciones.</p>
<p><b style="color:navy">LA IMAGEN DESDE EL PUNTO DE VISTA ESTÉTICO:</b></p>
<p>Con respecto a un análisis de la pintura de la Virgen de Guadalupe, puede decirse que se trata de un cuadro de belleza extraordinaria. De acuerdo con Alberti, en una pintura debe observarse en términos generales el color, la línea y la composición. Con respecto a esta última, se define como la unión armónica de las partes para formar un todo, constituyendo unidad en la diversidad de los objetos. Una de las formas más bellas de lograrla, es por medio de la llamada proporción dorada, áurea o divina. Está formada por un cuadrado al que se le agrega un rectángulo, para formar un espacio donde el lado menor corresponde al mayor en una relación de 1 a 1.6181... denominada número áureo". </p>
<p>Partiendo de la costura central de la Tilma de Juan Diego, la proporción dorada se identifica con evidente claridad en la imagen de la Virgen de Guadalupe. Ella le confiere una especial belleza y además, al coincidir en su desarrollo, con prácticamente todos los elementos de la figura, refuerza su integridad y refuta de manera contundente, la extraña idea de que se le han hecho añadidos. Es también un importante argumento, para demostrar el gran valor estético de la imagen, a la que no se le puede añadir ni quitar de su lugar ningún elemento, sin deteriorar su belleza. Hace también improbable, desde el punto de vista estadístico, que se encuentren en la pintura tantas señales de diferentes disciplinas, y que hayan sido fruto de la casualidad.</p>
<p><b style="color:navy">TEOLOGÍA DEL ACONTECIMIENTO GUADALUPANO:</b></p>
<p>La palabra Teología da idea de experiencias y comunicaciones en torno a Dios. El Acontecimiento Guadalupano es una compleja y rica irrupción de Dios en nuestro mundo. María de Guadalupe se presenta como la Madre de Dios, con los nombres con que es conocido por los mexicas, aztecas habitantes del Valle de México. Se da a conocer como Madre de "In huel nelli Teotl" -Verdadero Dios que es Raíz de Todo-, de "Ipalnemohuani" -Aquel por Quien Vivimos y Todo se Mueve-, de "Teyocoyani" -Creador de las Personas-, de "Tloque Nahuaque" -Creador del Cerca y del Junto-, de "Ilhuicahua in tlacticpaque" -Señor del Cielo y de la Tierra. Es importantísimo descubrir la manifestación de Dios a través de todo el Evento Guadalupano. Los colores, los números, los nombres, los símbolos, los procedimientos, los resultados... Es decir, a la luz de la cultura y religión mexica. </p>
<p>El Evento Guadalupano es un verdadero Evangelio. Esta palabra, proveniente del griego, quiere decir "Buenas Noticias". Y en verdad el Acontecimiento encierra diferentes Buenas Nuevas, y no solo una. La Virgen de Guadalupe -Tlecuauhtlapcopeuh- es "La que Procede de la Región de la Luz como Aguila de Fuego-. Y el Fuego que la transforma en Sol es el Niño-Sol que lleva en su seno. Es la Noticia portadora de Alegría. Es Buena Noticia porque Guadalupe reivindica a Juan Diego en su dignidad de persona, de protagonista responsable, capaz de llevar una encomienda a su culminación exitosa. Su Buena Noticia es una palabra eficaz. Cura sin duda al tío Bernardino que ya agoniza a causa de una enfermedad mortal. Juan Bernardino personifica al Pueblo Mexicano conquistado, abatido, contagiado. Pero Guadalupe transforma al Tepeyacac en un jardín de raras, exquisitas, frescas, aromáticas y significativas rosas. No era tiempo ni el lugar apropiado para que las hubiera. Nuestra Señora transforma también el corazón de quien se ubicaba en el Centro Religioso Fray Juan de Zumárraga, para aceptar las indicaciones que vienen desde la periferia. Tlatelolco reconocería la fuerza de lo verdadero que emerge del mundo de los conquistados. De todos ellos se hará Eco y Voz Santa María de Guadalupe desde el TEPEYAC.</p>
<p><b style="color:navy">LA FIESTA</b></p>
<p>Para los mexicanos la fiesta de la Virgen de Guadalupe es la más importante a nivel nacional. Un gran número de personas desde diferentes puntos del país acuden en peregrinación hasta el santuario o Basílica de Guadalupe utilizando diferentes medios de transporte, ya que estos van desde el ir en automóvil, autobús, bicicleta o simplemente a pie, lo hacen con la finalidad de dar gracias por los favores recibidos, para solicitarle ayuda o simplemente por tradición. </p>
<p>En la explanada de afuera del templo puedes ver danzas prehispánicos, de la época colonial o bien un tanto modernos, si bien todos los asistentes coinciden en una cosa, el gran amor que le profesan a la "morenita"; la noche previa al gran día la virgencita recibe en su casa "mañanitas" de parte de un gran número de personas, todas ellas dispuestas a manifestar ese gran amor que sienten por ella por medio de cantos (ahí puedes ver a gran número de artistas y grupos de famosos cantándole a su reina y madre del cielo).</p>
<p>Cada 12 de diciembre, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe recibe la visita de aproximadamente 6 millones de fieles.</p>
<p>Pío X en 1910, la declaró "Celestial Patrona de América Latina" y Pío XII la llamó en 1945, Emperatriz de las Américas.</p>
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<h3 style="text-align: justify;font-size:11pt;color:gray"><i>Fuente: www.ewtn.com</i></h3>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-79522757842452795362014-11-26T18:52:00.001-08:002014-11-26T19:09:59.184-08:00<!--La Inmaculada Concepción de María-->
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
document.write('<div style="font-size:14pt;font-family:cambria;text-align:justify"> ');
document.write('<B STYLE="FONT-SIZE:18PT;COLOR:NAVY; TEXT-ALIGN:LEFT">La Inmaculada Concepción de María</B><BR>');
document.write('<h3 style="color:navy">8 de diciembre</h3>');
document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBiKucEz2zTMUD8BAzNqt9U_YKRaadVx5uTQ2fR_rMbSLE7i2uq4tqHsvhzDf_Mi8Ihn6OPK3A0CIKheOYg7SUlrIPEqADw8lyxyPZCUTDdrVLahCyv9eUGlxJSPkpUv_RvEwHj7LUx70/s1600/La+Inmaculada+Concepci%C3%B3n+de+Mar%C3%ADa.jpg" width=250></div>');
document.write('<p>¿Evolucionan los dogmas de la Iglesia? Tal podría ser la pregunta que se formulase el lector. Sí y no. No evolucionan en su contenido, es decir, lo que hoy es verdadero, mañana o dentro de un siglo no vendrá a ser falso; pero sin evolucionar en lo que afirman o niegan, pueden evolucionar y evolucionan en la conciencia que de ellos va adquiriendo la misma Iglesia. Para poner una comparación, cada dogma (que vale lo mismo que una verdad revelada por Dios) es una semillita que el mismo Cristo ha sembrado en el campo fecundo de su Iglesia; semilla que germina, crece y se desarrolla cuando las circunstancias lo favorecen. Sino que, en nuestro caso, el tempero lo da el mismo Espíritu Santo, aquel espíritu de verdad del que decía Cristo a los Apóstoles: «Cuando yo me vaya, Él os guiará y os enseñará toda verdad, recordándoos cuanto os dije». No todo lo que Jesús hizo o dijo quedó escrito, ni tampoco cuanto enseñaron los Apóstoles que de Él recibieron el depósito de la fe. Pero nada se perdió. Parte de sus enseñanzas, las no escritas, quedaron como en el subconsciente de la Iglesia, y aflora cuando suena la hora de la Providencia, en forma tan clara y patente, que muchas veces no puede ser ahogada ni por la autoridad de los Doctores, como en el caso de nuestro dogma.</p>');
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<h1 style="color:navy">La Inmaculada Concepción de María</h1>
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<h3 style="color:navy">8 de diciembre</h3>
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<p>¿Evolucionan los dogmas de la Iglesia? Tal podría ser la pregunta que se formulase el lector. Sí y no. No evolucionan en su contenido, es decir, lo que hoy es verdadero, mañana o dentro de un siglo no vendrá a ser falso; pero sin evolucionar en lo que afirman o niegan, pueden evolucionar y evolucionan en la conciencia que de ellos va adquiriendo la misma Iglesia. Para poner una comparación, cada dogma (que vale lo mismo que una verdad revelada por Dios) es una semillita que el mismo Cristo ha sembrado en el campo fecundo de su Iglesia; semilla que germina, crece y se desarrolla cuando las circunstancias lo favorecen. Sino que, en nuestro caso, el tempero lo da el mismo Espíritu Santo, aquel espíritu de verdad del que decía Cristo a los Apóstoles: «Cuando yo me vaya, Él os guiará y os enseñará toda verdad, recordándoos cuanto os dije». No todo lo que Jesús hizo o dijo quedó escrito, ni tampoco cuanto enseñaron los Apóstoles que de Él recibieron el depósito de la fe. Pero nada se perdió. Parte de sus enseñanzas, las no escritas, quedaron como en el subconsciente de la Iglesia, y aflora cuando suena la hora de la Providencia, en forma tan clara y patente, que muchas veces no puede ser ahogada ni por la autoridad de los Doctores, como en el caso de nuestro dogma.</p>
<p>Porque el dogma de la Inmaculada Concepción de María es de los clásicos para demostrar la fuerza inmanente que lleva toda doctrina divina depositada en la parcela de Dios, que es la reunión de los fieles con sus Pastores y el Sumo Pontífice romano, que los preside.</p>
<p>Lo vamos a constatar en la Historia del dogma. No siendo éste de los que la Sagrada Escritura consigna con claridad absoluta, fue necesario, para llegar a la definición del mismo, escudriñar lo que enseñó la tradición y acudir al común sentir de la Iglesia.</p>
<p><b>I.- La Inmaculada Concepción en los primeros siglos</b></p>
<p>En los primeros siglos del cristianismo, los Santos Padres no se propusieron el problema de la Concepción Inmaculada de María. Recuérdese lo que hemos dicho en el capítulo primero de nuestro Tratado, al propósito. Pero la doctrina sobre el privilegio de María está contenida, como el árbol en la semilla, en las enseñanzas de los mismos Padres al contraponer la figura de María a la de Eva en relación con la caída y la reparación del género humano; al exaltar, con palabras sumamente encomiásticas, la pureza admirable de la Virgen; y al tratar sobre la realidad de su maternidad divina. Tres principios de la ciencia sobre María que dejaron firmísimamente sentados los primeros Doctores de la Iglesia.</p>
<p><b>1.º El principio de recapitulación</b></p>
<p>1.- Con estas palabras: principio de recapitulación, recirculación o reversión, es conocida la doctrina patrística sobre el plan divino de la salvación del género humano.</p>
<p>2.- A los antiguos Padres llamó poderosísimamente la atención, no menos que a nosotros, el bello vaticinio sobre la Redención humana contenido en el Protoevangelio. Y habiendo escrito San Pablo que Cristo es el nuevo Adán, completaron sin esfuerzo el paralelismo, contraponiendo María a Eva. Apenas podrá hallarse un Santo Padre que no eche mano de este recurso al hablar de la Redención. Y es tan constante la doctrina, tan universal el principio, que no es posible no admitir que arranque de la misma tradición apostólica.</p>
<p>3.- Citemos, por todos, a San Ireneo: «Así como aquella Eva, teniendo a Adán por varón, pero permaneciendo aún virgen, desobediente, fue la causa de la muerte, así también María, teniendo ya un varón predestinado, y, sin embargo, virgen obediente, fue causa de salvación para sí y para todo el género humano... De este modo, el nudo de la desobediencia de Eva quedó suelto por la obediencia de María. Lo que ató por su incredulidad la virgen Eva, lo desató la fe de María Virgen». Es decir, que como un nudo no se desata sino pasando los cabos por el mismo lugar, pero a la inversa, así la redención se obró de modo idéntico, pero a la inversa de la caída.</p>
<p>4.- Este paralelismo, que contiene dos aspectos, semejanza y contraposición, está repetido, según acabamos de decir, como un principio básico al tratar de María. Y como es fácil comprender, no alcanza toda su fuerza sino poniendo los extremos de la contraposición en igualdad de circunstancias: Eva, virgen e inocente, es causa de la ruina del género humano; María, Virgen e inocente también, causa de su salvación; Eva, adornada desde el momento de su existencia de la gracia, reclama, en la comparación, a María, también con la gracia desde el primer momento de su ser.</p>
<p>La legitimidad del principio de recapitulación ha sido declarada por el Papa Pío IX en su Bula dogmática sobre la Inmaculada.</p>
<p><b>2.º Exaltación de la pureza de María</b></p>
<p>1.- Un coro unánime de voces proclama a María purísima, sin mancha, la más sublime de las criaturas, etc. En esta universal aclamación de la pureza de María ha de haber, necesariamente, un principio general que la impulse. Los Santos Padres de la antigüedad no estaban mucho más informados que nosotros sobre la vida de la Virgen. ¿Qué les mueve, pues, a afirmar con tanto énfasis, con tanta seguridad, que María no admite comparación en su grandeza y elevación moral con criatura alguna? Su divina Maternidad. Evidentemente, sus alabanzas arrancan del principio que más tarde formuló San Anselmo: «La Madre de Dios debía brillar con pureza tal, cual no es posible imaginar mayor fuera de la de Dios». Ahora bien, para admitir su Concepción Inmaculada, caso de proponerse la pregunta, no necesitaban cambiar de rumbo. Bastaba sacar las consecuencias del principio sentado y admitido.</p>
<p>2.- Leamos algo de estas loas dedicadas a la Virgen.</p>
<p>San Hipólito, mártir, dice: «Ciertamente que el arca de maderas incorruptibles era el mismo Salvador. Y por esta arca, exenta de podredumbre y corrupción, se significa su tabernáculo, que no engendró corrupción de pecado. Pues el Señor estaba exento de pecado y estaba, en cuanto hombre, revestido de maderas incorruptibles, es decir, de la Virgen y del Espíritu Santo, por dentro y por fuera, como de oro purísimo del Verbo de Dios». Y en otra parte llama a María, «toda santa, siempre Virgen, santa, inmaculada Virgen».</p>
<p>En las actas del martirio de San Andrés, apóstol, se leen estas palabras que el Santo dirigió al Procónsul: «Y puesto que de tierra fue formado el primer hombre, quien por la prevaricación del árbol viejo trajo al mundo la muerte, fue necesario que, de una virgen Inmaculada, naciera hombre perfecto el Hijo de Dios, para que restituyera la vida eterna que por Adán perdieron los hombres». Aunque estas actas, como algunos opinan, no sean genuinas, es decir, contemporáneas de San Andrés, tienen una venerable antigüedad y nos atestiguan lo que entonces se pensaba de la Santísima Virgen.</p>
<p>San Efrén de Siria, apellidado Arpa del Espíritu Santo, canta de este modo a la Virgen: «Ciertamente tú (Cristo) y tu Madre sois los únicos que habéis sido completamente hermosos; pues en ti, Señor, no hay defecto, ni en tu Madre mancha alguna». Y en otras partes llama a María, Inmaculada, incorrupta, santa, alejada de toda corrupción y mancha, mucho más resplandeciente que el sol, etc.</p>
<p>San Ambrosio pone en labios del pecador: «Ven, pues, Señor Jesús, y busca a tu cansada oveja, búscala, no por los siervos ni por los mercenarios, sino por ti mismo. Recíbeme, no en aquella carne que cayó en Adán. No de Sara, sino de María, virgen incorrupta, íntegra y limpia de toda mancha de pecado».</p>
<p>Y San Jerónimo: «Proponte por modelo a la gloriosa Virgen, cuya pureza fue tal, que mereció ser Madre del Señor».</p>
<p>La lista podría alargarse muchísimo más. La conclusión es la siguiente: los Santos Padres no se proponen la pregunta sobre la Inmaculada Concepción, pero son tales las alabanzas que dirigen a la pureza de María, que, caso de plantearse la cuestión, hubieran llegado a la verdad por el mismo camino que seguían. Y desde luego, lo que les impulsa a la alabanza tan unánime y fervorosa de la pureza de María es la existencia de una tradición que puede calificarse de apostólica, derivada de las enseñanzas de los Apóstoles.</p>
<p><b>II.- La Inmaculada Concepción hasta la Edad Media</b></p>
<p>A partir del siglo IV, la Iglesia occidental no corre parejas con la oriental en profesar la Concepción Inmaculada de María. La herejía nestoriana que atacó directamente, única en la historia, la prerrogativa máxima de la Virgen, su divina maternidad, y que iba extendiéndose en el siglo V, ofreció más frecuente ocasión y aun necesidad de exaltar la soberana figura de la Bienaventurada Madre de Dios; al paso que en Occidente, en esta misma época, el hereje Pelagio desfiguraba el concepto de pecado original y sus funestas consecuencias en los hombres, por lo que los Padres se ven constreñidos a tratar antes de la universalidad del pecado que de la gloriosa excepción que representa la Virgen.</p>
<p>Leamos algunos testimonios de una y otra Iglesia.</p>
<p><b>1.º La Iglesia oriental</b></p>
<p>1.- En la Iglesia oriental encontramos el esforzado defensor de la maternidad divina de María, San Cirilo, que escribe: «¿Cuándo se ha oído jamás que un arquitecto se edifique una casa y la deje ocupar por su enemigo?». No se puede expresar más claramente la idea de la Concepción Inmaculada.</p>
<p>Y Teodoto de Ancira: «Virgen inocente, sin mancha, santa de alma y cuerpo, nacida como lirio entre espinas». Y en otra parte: «María aventaja en pureza a los serafines y querubines».</p>
<p>Proclo, secretario de San Juan Crisóstomo, en el mismo siglo V, dice de María que está formada «de barro limpio», es decir, de naturaleza humana, pero incontaminada.</p>
<p>2.- En el siglo VI, leemos en un himno compuesto por San Jaime Nisibeno: «Si el Hijo de Dios hubiera encontrado en María una mancha, un defecto cualquiera, sin duda se escogiera una madre exenta de toda inmundicia». Y a la santidad de María la califica de «Justicia jamás rota».</p>
<p>San Teófanes alaba así a María: «Oh, incontaminada de toda mancha». Y en otra parte: «El purísimo Hijo de Dios, como te hallase a Ti sola purísima de toda mancha, o totalmente inmune de pecado, engendrado de tus entrañas, limpia de pecados a los creyentes».</p>
<p>San Andrés de Creta: «No temas, encontraste gracia ante Dios, la gracia que perdió Eva... Encontraste la gracia que ningún otro encontró como Tú jamás».</p>
<p>Y en la carta a Sergio, aprobada por el Concilio Ecuménico VI, Sofronio dice de María: «Santa, inmaculada de alma y cuerpo, libre totalmente de todo contagio».</p>
<p>En adelante, la palabra Inmaculada, Purísima, ya no se refiere directamente a la sola virginidad de María. A medida que van adelantando los siglos se va perfilando con mayor precisión la idea de la Concepción Inmaculada.</p>
<p>Y así en el siglo VIII podemos leer estas palabras tan claras de San Juan Damasceno: «En este paraíso (María) no tuvo entrada la serpiente, por cuyas ansias de falsa divinidad hemos sido asemejados a las bestias».</p>
<p>En los siglos IX y X se contornea aún con mayor claridad la Concepción sin mancha de María. San José el Himnógrafo: «Inmune de toda mancha y caída, la única Inmaculada, sin mancha, sola sin mancha», dice de la Virgen.</p>
<p>Y San Juan el Geómetra en un hermoso verso: «Alégrate, Tú, que diste a Cristo el cuerno mortal; alégrate, Tú, que fuiste libre de la caída del primer hombre».</p>
<p>No es necesario proseguir porque en adelante la palabra Inmaculada, entre los orientales, ya tiene un significado preciso y concreto: la exención de María del pecado original. Además, desde el siglo VII la Iglesia oriental celebraba la fiesta de la Inmaculada Concepción, aunque no fuera universalmente. Sobre el significado de la fiesta oigamos a San Juan de Eubea: «Si se celebra la dedicación de un nuevo templo, ¿cómo no se celebrará con mayor razón esta fiesta tratándose de la edificación del templo de Dios, no con fundamentos de piedra, ni por mano de hombre? Se celebra la concepción en el seno de Ana, pero el mismo Hijo de Dios la edificó con el beneplácito de Dios Padre, y con la cooperación del santísimo y vivificante Espíritu». Como se observará, en estas palabras se menciona la creación de María y, asimismo, su santificación, como insinúa la alusión al Espíritu Santo a quien se apropia.</p>
<p><b>2.º En la Iglesia occidental</b></p>
<p>1.- En la Iglesia occidental, el proceso hasta llegar a la confesión clara y paladina de la Concepción Inmaculada de María resultó más lento debido a circunstancias especiales que lo entorpecieron. Pero el concepto que los Santos Padres manifiestan tener de la grandeza espiritual y moral de la excelsa Madre de Dios no desmerece ni cede en nada al de los orientales. La admisión de una mancha en María hubiera producido en Occidente, al igual que en el Oriente, un escándalo entre los fieles, y hubiera chocado con la idea que se profesaba sobre la santidad eximia de la Bienaventurada Virgen. Y en efecto, de ello echó mano el hereje Pelagio para atacar a su contrincante San Agustín, en la discusión sobre el pecado original que aquél negaba. Juliano, discípulo del hereje, escribía dirigiéndose al Obispo de Hipona: «Tú entregas a María al diablo por razón del nacimiento», es decir, si afirmas que el pecado original se trasmite por generación natural, María fue súbdita del diablo, porque de esta manera descendió y de este modo fue concebida por sus padres.</p>
<p>A esto contestó el Santo Doctor: «La condición del nacimiento se destruye por la gracia del renacimiento». Se discute si, con estas palabras, el santo Obispo admitió la Inmaculada Concepción. Pero es lo cierto que nuestro Doctor enseña que los pecados actuales tienen su origen en el pecado original. «Nadie, dice, está sin pecado actual, porque nadie fue libre del original». Ahora bien, opina que María no tuvo pecado actual alguno. «Excepto la Virgen María, de la cual no quiero, por el honor debido al Señor, suscitar cuestión alguna cuando se trata de pecado... Si pudiéramos congregar todos los santos y santas... cuando aquí vivían, ¿no es verdad que unánimemente hubieran exclamado: Si dijésemos que no tenemos pecado, nos engañamos y no hay verdad en nosotros?». Así, según el principio que sienta el mismo Santo Doctor, hemos de concluir que María careció del pecado original.</p>
<p>En esta misma época, hacia el 400, encontramos el máximo poeta cristiano Prudencio que, interpretando la fe de la Iglesia en la pureza sin mancha de María, canta en escogidos versos: «La víbora infernal yace, aplastada la cabeza, bajo los pies de la mujer. Por aquella virgen, que fue digna de engendrar a Dios, es disuelto el veneno, y retorciéndose bajo sus plantas, vomita impotente su tóxico sobre la verde yerba».</p>
<p>2.- En el siglo V, San Máximo escribe estas palabras: «María, digna morada de Cristo, no por la belleza del cuerpo, sino por la gracia original».</p>
<p>Al revés de lo que sucede en Oriente, en Occidente, a medida que van avanzando los siglos, se habla con mayor cautela sobre este asunto. No que se nuble por completo la creencia en la Concepción Inmaculada de María, pues sabemos que pronto comenzó a celebrarse su fiesta, sino que los autores eclesiásticos, por la autoridad de San Agustín, cuya opinión sobre este misterio es dudosa, y ante la necesidad de defender el dogma cierto de la universalidad del pecado original y sus consecuencias, se ven constreñidos antes a tratar de este punto que a establecer e ilustrar la excepción que constituye María a la ley universal del pecado.</p>
<p>Buena prueba de que la fe en este glorioso privilegio de María no quedó ofuscada nos la suministra la Liturgia. Dícese que en el siglo VII, y por obra de San Ildefonso, Arzobispo de Toledo, ya se celebraba la fiesta de la Concepción Inmaculada en España. Algunos, empero, dudan de la autenticidad del documento en que se apoyan los que lo defienden.</p>
<p>Pero con toda seguridad se celebraba ya en el siglo IX, como aparece por el calendario de mármol de Nápoles, que reza: «Día 9 de diciembre, la Concepción de la Santa Virgen María». La fecha de la celebración (la misma en que la celebran los orientales) indica que la fiesta transmigró de Oriente, con el que mantenía intensa relación comercial Nápoles. No es ésta la única constancia que queda de la celebración litúrgica. Por los calendarios de los siglos IX, X y XI sabemos que se celebraba también en Irlanda e Inglaterra.</p>
<p>3.- Pero, a pesar de la celebración litúrgica, el significado de la solemnidad no estaba teológicamente fijado. Y no deja de llamar la atención que fuese el Santo quizá más devoto de María quien frenase los impulsos del pueblo cristiano, suscitando la discusión teológica más enconada de la historia de los dogmas. Me refiero a San Bernardo.</p>
<p>Habiendo llegado a sus oídos que los monjes de Lyón, en 1140, introdujeron la fiesta, el Santo Abad les escribió una carta vehementísima, reprobando lo que él llama una innovación «ignorada de la Iglesia, no aprobada por la razón y desconocida de la tradición antigua». La carta es uno de los mejores documentos para probar la gran devoción del Santo a María. Cada vez que la nombra, la pluma le rezuma unción, y con la inimitable galanura de estilo que le caracteriza, convence al lector de que en todo el raciocinio no hay ni brizna de pasión. Impugna el privilegio porque así cree deber hacerlo.</p>
<p>A pesar del enorme prestigio del santo Doctor, su carta no quedó sin réplica. El primero que replicó a la misma, Pedro Comestor, ya hace notar la confusión de San Bernardo en el asunto, y distingue entre la concepción del que concibe, es decir, el acto de los padres, y la concepción del ser concebido, vale decir, la concepción activa y pasiva, que ya hemos definido antes. Ni faltó tampoco, como en toda polémica, la frase dura y encendida de parte del contradictor: «Dos veces -escribió Nicolás, monje de San Albano- fue traspasada el alma de María: en la Pasión de su Hijo y en la contradicción de su Concepción».</p>
<p>Aunque la carta del Doctor Melifluo no pudo impedir la extensión de la fiesta, que cada día cobró más auge, proyectó una influencia insospechada en las discusiones teológicas de los siglos posteriores.</p>
<p><b>III.- Controversia de los Escolásticos hasta el Beato Escoto</b></p>
<p>1.- Los siglos XIII y XIV son los del máximo esplendor de la ciencia divina llamada Teología. Los que la cultivaron se llaman Escolásticos, y hubo varios centros de importancia, entre los más ilustres, la Sorbona de París y la Universidad de Oxford, en Inglaterra. Al comentar los Escolásticos el «Libro de las Sentencias» de Pedro Lombardo, que les servía como de manual y guía para dar sus lecciones, se toparon con la cuestión de la Concepción de María. Los Doctores de París se inclinaron por la opinión maculista, y los de Oxford por la inmaculista, es decir, excluyeron a María de la común caída del pecado de origen. La victoria quedó por éstos últimos, y concretamente por el Beato Escoto, su más alto exponente y representante.</p>
<p>2.- En París, los Maestros se plantean la cuestión en estos términos: ¿Cuándo fue santificada la Virgen María? Santificada aquí equivale, como se verá por el contexto de toda la cuestión, a purificada. Por lo que en el mismo planteamiento del problema ya se da algo como presupuesto y seguro: que hubo en María algo que necesitaba purificación. Causa de proponerse el problema en esos términos es el error contenido en el «Libro de las Sentencias» que comentaban. El error consistía en afirmar que el pecado original se identifica con la concupiscencia de la carne, que corrompe y mancha al alma. Y ponían un ejemplo: Como la inmundicia del recipiente hace que el vino de suyo dulce se convierta en vinagre, así la concupiscencia de la carne, que se transmite por generación natural, mancha la pureza del alma. En su concepto, el pecado original tenía dos elementos: uno material, que es la concupiscencia de la carne, y otro formal, lo propiamente llamado pecado, que es la carencia de la gracia.</p>
<p>Partiendo, pues, del principio que la carne, inficionada por la generación natural, inficiona a su vez el alma, los Doctores de París se preguntan: ¿Cuándo fue santificada, es decir, purificada María de esta infección inherente a la carne?</p>
<p>3.- El primero en plantearse la cuestión en estos términos es Fray Alejandro de Halés. Sienta el principio de que a «María se le otorgó cuando podía dársele», pero no saca todas las consecuencias que de él se derivan. Y siguiendo la opinión que acabamos de exponer sobre el pecado original, se pregunta si María fue santificada en sus padres, respondiéndose que no, pues aunque ellos fueran santísimos, su santidad no pudo trasfundirse a la carne que concibieron. Continúa investigando si la carne de María fue purificada antes que su alma entrase y fuese infundida en la misma, y resuelve que tampoco, porque la carne no puede ser sujeto de santidad alguna ni de ninguna gracia. Prosigue interrogando si fue santificada en el mismo momento de infundirse el alma en el cuerpo, y se inclina también por la negativa. La conclusión es que fue santificada después de la concepción, aunque antes de nacer, porque si esto se concedió a Jeremías y al Bautista, «no puede negarse a tan excelsa Virgen lo que a otros se concedió».</p>
<p>4.- Sigue por el mismo camino, y con una conclusión más enérgica, el Doctor San Alberto Magno. Este cree ser de fe que María fue concebida en pecado original, pues las Escrituras, en el célebre texto de San Pablo, enseñan «que en Adán todos pecaron», y si todos, también Ella.</p>
<p>5.- Los dos colosos de la ciencia teológica, que continuaron la labor de enseñanza de los dos ya mencionados, prosiguen, aunque más expeditos, por el mismo sendero. Son Santo Tomás y San Buenaventura.</p>
<p>El Doctor Angélico, Santo Tomás, afirma y repite con insistencia en varias partes de sus obras, escritas en diversas épocas, que María contrajo el pecado de origen. Citemos sólo lo que escribe en su obra máxima, «La Suma». «A la primera pregunta de si María fue santificada antes de recibir el alma», responde que no, porque la culpa no puede borrarse más que por la gracia, cuyo sujeto es sólo el alma. «A la segunda, es decir, si lo fue en el momento de recibir el alma», responde que ha de decirse que «si el alma de María no hubiese sido jamás manchada con el pecado original, esto derogaría a la dignidad de Cristo que está en ser el Salvador universal de todos. Y así, bajo la dependencia de Cristo, que no necesitó salvación alguna, fue máxima la pureza de la Virgen. Porque Cristo de ningún modo contrajo el pecado original, sino que fue santo en su concepción misma, según aquello de San Lucas: "El que ha de nacer de Ti, santo, será llamado Hijo de Dios". Pero la Santísima Virgen contrajo ciertamente el pecado original, si bien quedó limpia de él antes del nacimiento». Y en otra parte se pregunta cuándo fue santificada, y responde: «Poco después de su concepción».</p>
<p>A estas palabras tan claras se les ha querido dar últimamente un significado distinto, haciendo mil equilibrios para que signifiquen que Santo Tomas no negó el privilegio de María, como si negarlo entonces supusiese defecto alguno. El Santo y ponderadísimo Doctor reiría de buena gana las acrobacias intelectuales de algunos de sus comentaristas.</p>
<p>San Buenaventura insinúa tímidamente la solución verdadera de la cuestión, pero se declara explícitamente partidario de la opinión maculista. Después de exponer la opinión común, escribe: «Algunos dicen que en el alma de la Santísima Virgen la gracia de la santificación se adelantó a la mancha del pecado original... Esto significa, según ellos, lo que San Anselmo dice de la Santísima Virgen: que María fue pura, con pureza tan alta, que mayor, fuera de la de Dios, no se puede imaginar. Esto no repugna a la fe cristiana, porque la misma Virgen fue liberada del pecado original por la gracia que dependía y tenía su origen en Cristo, como las demás gracias de los Santos. Estos fueron levantados después de caídos, la Virgen fue sostenida en el acto de caer para que no cayera, según la referida opinión». Ninguno había expuesto aún en París tan claramente, ni insinuado con tanta precisión, los argumentos a favor de la Inmaculada. Pero San Buenaventura se inclinó por la contraria. Tiranía de la razón que se impuso sobre los anhelos del amor.</p>
<p>4.- No estaba reservada a los Doctores de París la empresa de defender el privilegio de María. Cuando la doctrina contraria a la Inmaculada Concepción era corriente entre los teólogos, corroborada por la autoridad de los grandes maestros, «bajó a la palestra el Doctor providencial que Dios mandó a la Iglesia para este caso», decía el antiguo Oficio de la Inmaculada: el Beato Juan Duns Escoto.</p>
<p><b>IV.- La intervención del Doctor Mariano</b></p>
<p>1.- El Beato Juan Duns Escoto nació en Maxton (Escocia), de la noble familia Duns. Se formó en la Universidad de Oxford, y en la misma y en París enseñó teología. Al llegar a París, la cuestión sobre la Concepción de María estaba definitivamente ventilada y resuelta en sentido negativo. Su doctrina sobre la exención de María de todo pecado chocó con el ambiente reinante en la Universidad, y, según el estilo de la época, tuvo que defender su opinión en una disputa pública con los doctores de la misma. El rotundo triunfo que alcanzó, midiendo su ingenio y saber con los Maestros más renombrados, hizo aquella discusión científica celebérrima en los anales de la Universidad y aun de la Iglesia. La leyenda y la tradición, como acostumbran con los hechos trascendentales, la han adornado con mil detalles hermosos. Las crónicas eclesiásticas aseguran que, al pasar el Doctor por los claustros de la Universidad para la discusión, se postró ante una imagen de María, implorando su auxilio, y que la marmórea imagen inclinó su cabeza. En el aula magna de la Universidad, aguardaban al Doctor todos los Maestros. Presidían la Asamblea los Legados del Papa, presentes a la sazón en París para negociar ciertos asuntos con el Rey. Sea de ello lo que fuere, la tradición nos dice que se opusieron al Doctor Mariano doscientos argumentos, que él refutó y pulverizó después de recitarlos uno tras otro de memoria. El número de argumentos, aun sin llegar a los doscientos, fue grande, porque de los fragmentos de la disputa que han llegado hasta nosotros se pueden recoger cincuenta. La nobilísima Asamblea se levantó aclamándole unánimemente vencedor. Una defensa similar del privilegio mariano tuvo lugar en Colonia, donde el triunfo alcanzado por el Defensor de María fue tal, que hasta los niños le aclamaban por las calles: ¡Vencedor Escoto!</p>
<p>Todos estos detalles de la leyenda demuestran la impresión que causó la defensa escotista en la imaginación de los contemporáneos que veían irremisiblemente perdida la causa en el terreno intelectual. Pero si los detalles son legendarios, queda en pie la historicidad del hecho conocido con el nombre de Disputa de la Sorbona, como ha probado con sus estudios el mariólogo P. Carlos Balic, conocido en todos los centros teológicos.</p>
<p>2.- Pasemos a exponer la doctrina del Doctor Mariano. Notemos ante todo que el Beato Juan Duns Escoto se plantea la cuestión de modo completamente diferente al de los que le precedieron: «¿Fue concebida María en pecado original?». Este modo de preguntar no presupone ni prejuzga nada, y tiene un sentido claro y terminante: ¿Tuvo o no tuvo el pecado original? Ello arranca de la idea que nuestro Doctor tiene del pecado de origen, hoy común a todos los teólogos. Para el Beato Escoto, el pecado original no consiste más que en la negación de la gracia que se debiera poseer. Y por eso no ha de preguntarse nada sobre la carne, como hacían los anteriores.</p>
<p>A la pregunta, pues, de si María fue concebida en pecado, responde: No. ¿Motivos? La perfectísima Redención de su Hijo y la honra y honor del mismo. Es decir, que la dificultad de los contrarios la esgrime él como argumento casi único. Resumámoslo: «Se afirma que en Adán todos pecaron y que en Cristo y por Cristo todos fueron redimidos. Y que si todos, también Ella. Y respondo que sí, Ella también, pero Ella de modo diferente. Como hija y descendiente de Adán, María debía contraer el pecado de origen, pero redimida perfectísimamente por Cristo, no incurrió en él. ¿Quién actúa más eximiamente, el médico que cura la herida del hijo que ha caído, o el que, sabiendo que su hijo ha de pasar por determinado lugar, se adelanta y quita la piedra que provocaría el traspié? Sin duda que el segundo. Cristo no fuera perfectísimo redentor, si por lo menos en un caso no redimiera de la manera más perfecta posible. Ahora bien, es posible prevenir la caída de alguno en el pecado original. Y si debía hacerlo en un caso, lo hizo en su Madre».</p>
<p>El Beato Escoto va aplicando el argumento ora desde el punto de vista de Cristo Redentor perfectísimo, ora desde el punto de vista del pecado, ora desde el ángulo de María, llegando siempre a la misma conclusión. Su argumento quedó sintetizado para la posteridad con aquellas cuatro celebérrimas palabras: Potuit, decuit, ergo fecit,pudo, convino, luego lo hizo. Podía hacer a su Madre Inmaculada, convenía lo hiciera por su misma honra, luego lo hizo.</p>
<p>De todo lo cual se deduce, escribe el Doctor Alastruey, en su conocida «Mariología»:</p>
<p>1.º Que el Doctor Mariano distingue perfectísimamente entre la ley universal del pecado de origen, en la que entra María, y la caída real. Es decir, entre el débito, como dicen los teólogos, y la contracción del pecado. María debía contraerlo por ser descendiente de Adán, pero no lo contrajo porque fue preservada. Por eso, su preservación se llama privilegio.</p>
<p>2.º Que el Doctor Mariano concilia a perfección la preservación de María y su dependencia de la Redención de Cristo. Esto lo consigue distinguiendo entre la Redención curativa y la preservativa. Esta última es, en opinión suya y ante el testimonio de la razón, redención más perfecta. Por lo que María, en su privilegio, lejos de menoscabar el honor de Cristo escapando a su influjo, como temían los antiguos, depende de Él en forma más brillante y más efectiva.</p>
<p>3.º Finalmente, Escoto consiguió pulverizar los principales argumentos de la opinión contraria y poner en claro que nada podía deducirse de los dogmas de la fe que fuera contrario a la Concepción Inmaculada de María.</p>
<p>Las páginas del Doctor Mariano vinieron a ser el arsenal en que recogían armas y argumentos los defensores del privilegio de María; y al cabo de tantos siglos de disquisiciones científicas, se llegó a la definición dogmática sin que se pudiese añadir a sus páginas ni una idea, ni un argumento, ni una distinción más.</p>
<p>Y para que no faltase al aguerrido defensor de la Virgen el testimonio de la opinión contraria, se lo propinó el Padre Gerardo Renier, que de enemigo doctrinal pasó, como muchos a lo largo de la historia del Dogma, a adversario personal del Beato Escoto, escribiendo a propósito de sus enseñanzas en París: «El primer sembrador de estaherética maldad (la Inmaculada Concepción) fue Juan Duns Escoto, de la Orden Franciscana». Calificación teológica que, como es evidente, fue profética. No se había visto jamás que un puñado de barro lanzado contra el adversario se convirtiera en el trayecto en un manojo de rosas y lirios.</p>
<p><b>V.- Hasta la definición dogmática</b></p>
<p>1.- Siguieron al Beato Escoto, como es fácil suponer, todos los franciscanos, que le adoptaron por Maestro, y entre sus discípulos se pueden citar nombres tan ilustres como Francisco Mayrón, Andrés de Neuchateu, Juan Basols, etc. Toda la Orden Franciscana en general, escribe Campana en María en el Dogma católico, aceptó la doctrina de su Maestro de modo que, al poco tiempo, a la Concepción Inmaculada se la llamó la opinión franciscana, nombre con que fue designada hasta la definición dogmática.</p>
<p>2.- Perdido ya el prestigio en la Universidad de París, la opinión contraria apeló al Papa Juan XXII en su corte de Aviñón. Y a pesar de que el Pontífice estaba en grave disensión con la Orden Franciscana a causa de las controversias sobre la pobreza, tras una disputa entre un franciscano y un dominico, el Papa se inclinó por la opinión inmaculista, y como conclusión mandó celebrar la fiesta en la capilla papal. La determinación de Juan XXII significó un paso decisivo para el triunfo de la Inmaculada. Y nos hallamos en 1325, es decir, a unos veinte años solamente de la Defensa de Escoto.</p>
<p>2.- Un incidente que revela los sentimientos y proceder de toda una generación fue el sucedido en 1335. Juan de Monzón recibió la investidura de Doctor. En su primera lección magistral sostuvo cuatro proposiciones contra la Inmaculada Concepción. La Universidad las reprobó y confió al franciscano Juan Vital que las refutara, como hizo en su «Defensórium pro I. M. Conceptione». Confirmada la sentencia o calificación de la Universidad por el Obispo de París, el dominico apeló al Papa, ante el cual triunfó nuevamente la opinión inmaculista. Pero la lucha, escribe el P. Sola, S.J., en su libro «La Inmaculada Concepción», había llegado a su punto culminante. Como Escoto había arrastrado tras sí a toda su escuela, Monzón arrastró, asimismo, a toda la tomista. Y si los discípulos de Escoto formularon el voto de defender el privilegio hasta la sangre, los contrarios formularon, asimismo, el de defender la doctrina de Santo Tomás sobre este tema.</p>
<p>3.- No es necesario seguir ya más el curso de las discusiones científicas, porque en adelante la opinión maculista va perdiendo sensiblemente terreno, y su actuación, interés. Ya es conocido que en el Concilio de Basilea se tuvo un largo debate entre maculistas e inmaculistas con el triunfo de éstos, pero la decisión del Concilio quedó sin valor porque, al tomarla, el Concilio ya no era canónico.</p>
<p>Ante Sixto IV, y nos hallamos en el siglo XV, se sostuvo otra disputa entre el dominico Bandelli y el franciscano Francisco de Brescia; la victoria de éste fue tan rotunda, que la Asamblea se levantó aclamándole Sansón, nombre con que es conocido en la Historia.</p>
<p>Y de triunfo en triunfo, llegamos al Concilio de Trento que, al hablar de la universalidad del pecado original, aunque no define el dogma de la excepción de María, significó su opinión con estas palabras: «Declara, sin embargo, este santo Concilio que, al hablar del pecado original, no intenta comprender a la bienaventurada e inmaculada Virgen María, sino que hay que observar sobre esto lo establecido por Sixto IV».</p>
<p>4.- Las palabras del Concilio fueron decisivas para la extensión de la doctrina inmaculista y no tardó mucho en ser opinión universal.</p>
<p>Apenas se hallará una Orden religiosa que no pueda presentar nombres ilustres de grandes teólogos que favorecieron la prerrogativa de la Virgen, contribuyendo a su triunfo. La Compañía de Jesús puede presentar a Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Toledo, Suárez, San Pedro Canisio, San Roberto Belarmino y otros muchos más. La gloriosa Orden Dominicana, el celebérrimo Ambrosio Catarino, Tomás Campanella, Juan de Santo Tomás, San Vicente Ferrer, San Luis Beltrán y San Pío V, papa, etc. La Orden Carmelitana, ya en 1306, determinó celebrar la fiesta en el Capítulo General reunido en Francia, y los agustinos defendieron también la prerrogativa de la Virgen ya en 1350.</p>
<p>5.- La contribución de nuestra Patria [España] al triunfo del Dogma de la Inmaculada Concepción merece capítulo aparte, y por cierto bien nutrido y glorioso, pero ello nos apartaría del carácter puramente doctrinal que tienen estas breves notas históricas. Recordemos solamente, como tan significativas, las legaciones de nuestros reyes a los Sumos Pontífices pidiendo la definición del dogma. Por eso Pío IX quiso que el monumento a la Inmaculada, después de su definitivo oráculo, se levantara en la romana Plaza de España.</p>
<p><b>VI.- La definición dogmática de la Inmaculada</b></p>
<p>1.- El Papa Pío IX, de feliz memoria, se decidió a dar el último paso para la suprema exaltación de la Virgen, definiendo el dogma de su Concepción Inmaculada. Dícese que en las tristísimas circunstancias por las que atravesaba la Iglesia, en un día de gran abatimiento, el Pontífice decía al Cardenal Lambruschini: «No le encuentro solución humana a esta situación». Y el Cardenal le respondió: «Pues busquemos una solución divina. Defina S. S. el dogma de la Inmaculada Concepción».</p>
<p>Mas para dar este paso, el Pontífice quería conocer la opinión y parecer de todos los Obispos, pero al mismo tiempo le parecía imposible reunir un Concilio para la consulta. La Providencia le salió al paso con la solución. Una solución sencilla, pero eficaz y definitiva. San Leonardo de Porto Maurizio había escrito una carta al Papa Benedicto XIV, insinuándole que podía conocerse la opinión del episcopado consultándolo por correspondencia epistolar... La carta de San Leonardo fue descubierta en las circunstancias en que Pío IX trataba de solucionar el problema, y fue, como el huevo de Colón, perdónese la frase, que hizo exclamar al Papa: «Solucionado». Al poco tiempo conoció el parecer de toda la jerarquía. Por cierto que un obispo de Hispanoamérica pudo responderle: «Los americanos, con la fe católica, hemos recibido la creencia en la preservación de María». Hermosa alabanza a la acción y celo de nuestra Patria.</p>
<p>2.- Y el día 8 de diciembre de 1854, rodeado de la solemne corona de 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y de una multitud ingentísima de pueblo, definía como dogma de fe el gran privilegio de la Virgen:</p>
<p>«La doctrina que enseña que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su Concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, es revelada por Dios, y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles».</p>
<p>Estas palabras, al parecer tan sencillas y simples, están seleccionadas una por una y tienen resonancia de siglos. Son eco, autorizado y definitivo, de la voz solista que cantaba el común sentir de la Iglesia entre el fragor de las disputas de los teólogos de la Edad Media.</p>
<hr style="color:gray">
<h3 style="text-align: justify;font-size:11pt;color:gray"><i>Fuente: http://www.franciscanos.org/</i></h3>
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El Padre Eduardo Chávez Sánchez, postulador de la causa de canonización de San Juan Diego, nos guía para ir descubriendo paso a paso el mensaje de Dios a traves de Santa María de Guadalupe para el mundo actual.<br><br>
Parte 1<br><br>
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Parte 2<br><br>
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Parte 3<br><br>
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document.write('Nican Mopohua consta de 36 páginas y fue publicado en 1649.<br>Es el relato en náhuatl sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac, al norte de la actual Ciudad de México.<br>Nican Mopohua (que puede traducirse como "Aquí se narra") son las dos primeras palabras de este relato cuya autoría (según el editor Luis Lasso de la Vega) es de Antonio Valeriano.<br>El siguiente es el texto completo:<br><br><b style="color:navy">EL GRAN ACONTECIMIENTO</b><br><br><b style="color:navy">INTRODUCCIÓN</b><br>Aquí se cuenta, se ordena, cómo hace poco, en forma por demás maravillosa, el amor de la perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra venerable Señora y Reina, la hizo visible allá en el Tepeyac, que se conoce (ahora) como Guadalupe.<br>');
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<br><br></div>
<h1 style="text-align:left; color:navy">Nican Mopohua, completo en español</h1><br>
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Nican Mopohua consta de 36 páginas y fue publicado en 1649.<br><br>
Es el relato en náhuatl sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac, al norte de la actual Ciudad de México.<br><br>
Nican Mopohua (que puede traducirse como "Aquí se narra") son las dos primeras palabras de este relato cuya autoría (según el editor Luis Lasso de la Vega) es de Antonio Valeriano.<br><br>
El siguiente es el texto completo:<br><br>
<b style="color:navy">EL GRAN ACONTECIMIENTO<br><br></b>
<b style="color:navy">INTRODUCCIÓN<br><br></b>
Aquí se cuenta, se ordena, cómo hace poco, en forma por demás maravillosa, el amor de la perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra venerable Señora y Reina, la hizo visible allá en el Tepeyac, que se conoce (ahora) como Guadalupe.<br><br>
En un principio se dignó dejarse ver de un indito de nombre Juan Diego, y, al final, su amor nos entregó su preciosa y amada imagen en la presencia del reciente Obispo Don Fray Juan de Zumárraga.<br><br>
<b style="color:navy">AMBIENTACIÓN<br><br></b>
1.- Diez años después de sojuzgada la ciudad de México, ya por tierra la flecha y el escudo, (acabada la guerra), ya por doquier sosegados sus aguas y sus montes, (las ciudades), 2.- así como brotó, ya macolla, ya revienta sus yemas la adquisición de la verdad, el conocimiento de Quien es causa de toda vida: el verdadero Dios.<br><br>
3.- Entonces, en el año 1531, a los pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un caballero indio, pobre pero digno, 4.- su nombre era Juan Diego, casateniente, por lo que se dice, allá en Cuautitlán, 5.- y, en lo eclesiástico, todo aquello era aún jurisdicción de Tlaltelolco.<br><br>
<b style="color:navy">PRIMERA APARICIÓN<br><br></b>
6.- Era sábado, muy de madrugada, lo movía su interés por Dios (respondiendo a) su insistente llamada. 7.- Y cuando vino a llegar al costado del cerrito, en el sitio llamado Tepeyac, despuntaba ya el alba. 8.- Oyó claramente sobre el cerrito cantar, como cantan diversos pájaros preciosos. Al interrumpir su gorjeo, como que les coreaba el cerro, sobremanera suave, agradabilísimo, su trino sobrepujaba al del coyoltótotl y del tzinitzcan y al de otras preciosas aves canoras.<br><br>
9.- Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura es mi mérito, mi merecimiento lo que ahora oigo? ¿Quizá solamente estoy soñando? ¿Acaso estoy dormido y sólo me lo estoy imaginando? 10.- ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso ya en el sitio del que siempre nos hablaron los ancianos, nuestros antepasados, todos nuestros abuelos: en su tierra florida, en su tierra de nuestro sustento, en su patria celestial?<br><br>
11.- Tenía fija la mirada en la cumbre del cerrito, hacia el rumbo por donde sale el sol, porque desde allí algo hacía prorrumpir el maravilloso canto celestial.<br><br>
12.- Y tan pronto como cesó el canto, cuando todo quedó en calma, entonces oye que lo llaman de arriba del cerrito, le convocan: "-Mi Juanito, mi Juan Dieguito".<br><br>
13.- En seguida, pero al momento, se animó a ir allá a donde era llamado. En su corazón no se agitaba turbación alguna, ni en modo alguno nada lo perturbaba, antes se sentía muy feliz, rebosante de dicha. Fue pues a subir al montecito, fue a ver de dónde era llamado.<br><br>
14.- Y al llegar a la cumbre del cerrito, tuvo la dicha de ver a una Doncella, que por amor a él estaba allí de pie, 15.- la cual tuvo la delicadeza de invitarlo a que viniera 'juntito' a Ella. 16.- Y cuando llegó a su adorable presencia, mucho se sorprendió por la manera que, sobre toda ponderación, destacaba su maravillosa majestad: 17.- sus vestiduras resplandecían como el sol, como que reverberaban, 18.- y la piedra, el risco en que estaba de pie, como que lanzaba flechas de luz; 19.- su excelsa aureola semejaba al jade más precioso, a una joya, 20.- la tierra como que bullía de resplandores, cual el arco iris en la niebla. 21.- Y los mezquites y nopales, y las otras varias yerbezuelas que ahí se dan, parecían esmeraldas. Cual la más fina turquesa su follaje, y sus troncos, espinas y ahuates deslumbraban como el oro.<br><br>
22.- Ante su presencia se postró. Escuchó su venerable aliento, su amada palabra, infinitamente grata, aunque al mismo tiempo majestuosa, fascinante, como de un amor que del todo se entrega. 23.- Se dignó decirle: "-Escucha bien, hijito mío el más pequeño, mi Juanito: ¿A dónde te diriges?" 24.- Y él le contestó: "-Mi señora, mi reina, mi muchachita, allá llegaré a tu casita de México Tlatelolco. Voy en pos de las cosas de Dios que se dignan darnos, enseñarnos, quienes son imágenes del Señor, nuestro Dueño, nuestros sacerdotes".<br><br>
25.- Acto continuo con él dialoga, le hace el favor de descubrirle su preciosa y santa voluntad, 26.- le comunica: "-Ten la bondad de enterarte, por favor pon en tu corazón, hijito mío el más amado, que yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, y tengo el privilegio de ser Madre del verdaderísimo Dios, de Ipalnemohuani, (Aquel por quien se vive), de Teyocoyani (del Creador de las personas), de Tloque Nahuaque (del Dueño del estar junto a todo y del abarcarlo todo), de Ilhuicahua Tlaltipaque (del Señor del Cielo y de la Tierra). Mucho quiero, ardo en deseos de que aquí tengan la bondad de construirme mi templecito, 27.- para allí mostrárselo a Ustedes, engrandecerlo, 28.- entregárselo a Él, a Él que es todo mi amor, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación.<br><br>
29.- Porque en verdad yo me honro en ser madre compasiva de todos Ustedes, 30.- tuya y de todas las gentes que aquí en esta tierra están en uno, 31.- y de los demás variados linajes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen, los que me busquen, los que me honren confiando en mi intercesión.<br><br>
32.- Porque allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores.<br><br>
33.- Y para realizar con toda certeza lo que pretende Él, mi mirada misericordiosa, ojalá aceptes ir a al palacio del Obispo de México, y le narres cómo nada menos que yo te envío de embajador para que le manifiestes cuan grande y ardiente deseo tengo de que aquí me provea de una casa, de que me levante en el llano mi templo. Absolutamente todo, con todos sus detalles, le contarás: cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.<br><br>
34.- Y quédate seguro de que mucho te lo voy a agradecer y a pagártelo, 35.- pues te enriqueceré, te glorificaré, 36.- Y mucho merecerás con esto que yo recompense tu cansancio, tu molestia de ir a ejecutar la embajada que te confiero.<br><br>
37.- Ya has oído, Hijo mío el más amado, mi aliento, mi palabra: ¡Ojalá aceptes ir y tengas la bondad de poner todo tu esfuerzo!"<br><br>
<b style="color:navy">ENTREVISTA CON ZUMARRAGA<br><br></b>
38.- E inmediatamente en su presencia se postró, respetuosamente le dijo: "-Señora mía, mi Niña, por supuesto que ya voy para poner por obra tu venerable aliento, tu amada palabra. Por ahora de ti me despido, yo, tu humilde servidor." 39.- En seguida bajó para ir a poner por obra su encargo: Vino a tomar la calzada que viene derecho a México. 40.- Y cuando hubo llegado al interior de la ciudad, de inmediato y directo se fue al palacio del Obispo que muy recientemente había llegado de Jefe de Sacerdotes, cuyo reverendo nombre era D. Fray Juan de Zumárraga, Sacerdote de San Francisco.<br><br>
41.- Y al llegar, de inmediato hace el intento de verlo, rogando a sus servidores, sus domésticos, que vayan a anunciarlo. 42.- Al cabo de una espera un tanto excesiva, vienen a llamarlo cuando el Señor Obispo tuvo a bien convocarlo para que pasara. 43.- Y en cuanto entró, en seguida en su presencia se arrodilló, se postró. Luego ya le declara, le narra el venerable aliento, la preciosa palabra de la Reina del Cielo, su mensaje, y también le refirió respetuosamente todas las cosas que admiró, que miró, que escuchó. 44.- Y cuando hubo escuchado todas sus palabras, su mensaje, como que no del todo le dio crédito. 45.- Le respondió, se dignó decirle: "-Hijito mío, otra vez vendrás, aún con calma te oiré, muy aun desde el principio lo miraré, pensaré lo que te hizo venir acá, tu voluntad, tu deseo."<br><br>
<b style="color:navy">SEGUNDA APARICIÓN<br><br></b>
46.- Salió, pues, abatido de tristeza porque su encomienda no se realizó de inmediato. 47.- En seguida se regresó. Poco después, ya al acabar el día, se vino luego en derechura a la cumbre del cerrito, 48.- y allí tuvo la grande suerte de reencontrar a la Reina del Cielo, allí precisamente donde por primera vez la había visto. Lo estaba esperando bondadosamente.<br><br>
49.- Y apenas la miró, se postró en su presencia, se arrojó por tierra, tuvo el honor de decirle:<br><br>
50.- "Dueña mía, Señora, Reina, Hijita mía la más amada, mi Virgencita, fui allá donde Tú me enviaste como mensajero, fui a cumplir tu venerable aliento, tu amable palabra. Aunque muy difícilmente, entré al lugar del estrado del Jefe de los Sacerdotes. Lo vi, en su presencia expuse tu venerable aliento, tu amada palabra, como tuviste la bondad de mandármelo". 51.- "Me recibió amablemente y me escuchó bondadosamente, pero, por la manera como me respondió, su corazón no quedó satisfecho, no lo estima cierto. 52.- Me dijo: Otra vez vendrás, aún con más calma te oiré, muy aun desde el principio examinaré la razón por la que has venido, tu deseo, tu voluntad." 53.- "Me di perfecta cuenta, por la forma cómo me contestó, que piensa que el templo que Tú te dignas concedernos el privilegio de edificarte aquí, quizá es mera invención mía, que tal vez no es de tus venerados labios. 54.-Por lo cual, mucho te ruego, Señora mía, mi Reina, mi Virgencita, que ojalá a alguno de los ilustres nobles, que sea conocido, respetado, honrado, a él le concedas que se haga cargo de tu venerable aliento, de tu preciosa palabra para que sea creído." 55.- "Porque yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, sometido a hombros y a cargo ajeno, no es mi paradero ni mi paso allá donde te dignas enviarme, Virgencita mía, Hijita mía la más amada, Señora, Reina. 56.- Por favor, perdóname: afligiré tu venerado rostro, tu amado corazón. Iré a caer en tu justo enojo, en tu digna cólera, Señora, Dueña mía".<br><br>
57.- Y la siempre gloriosa Virgen tuvo la afabilidad de responderle: 58.- "-Escucha, hijito mío el más pequeño, ten por seguro que no son pocos mis servidores, mis embajadores mensajeros a quienes podría confiar que llevaran mi aliento, mi palabra, que ejecutaran mi voluntad; 59.- mas es indispensable que seas precisamente tú quien negocie y gestione, que sea totalmente por tu intervención que se verifique, que se lleve a cabo mi voluntad, mi deseo. 60.- Y muchísimo te ruego, hijito mi consentido, y con rigor te mando, que mañana vayas otra vez a ver al Obispo. 61.- Y de mi parte adviértele, hazle oír muy claro mi voluntad, mi deseo para que realice, para que haga mi templo que le pido. 62.- Y de nuevo comunícale de que manera nada menos que yo, yo la siempre Virgen María, la Venerable Madre de Dios, allá te envío de mensajero."<br><br>
63.- Y Juan Diego le respondió respetuosamente, le dijo reverentemente: "-Señora mía, Reina, Virgencita mía, ojalá que no aflija yo tu venerable rostro, tu amado corazón; con el mayor gusto iré, voy ciertamente a poner en obra tu venerable aliento, tu amada palabra; de ninguna manera me permitiré dejar de hacerlo, ni considero penoso el camino. 64.- Iré, pues, desde luego, a poner en obra tu venerable voluntad, pero bien puede suceder que no sea favorablemente oído, o, si fuere oído, quizá no seré creído; pero 65.- mañana, por la tarde, cuando se ponga el sol, vendré a devolver a tu venerable aliento, a tu amada palabra lo que me responda el Jefe de los Sacerdotes" 66.- "Ya me despido, Hijita mía la más amada, Virgencita mía, Señora, Reina. Por favor, quédate tranquila". 67.- Y, acto continuo, él se fue a su casa a descansar.<br><br>
<b style="color:navy">SEGUNDA ENTREVISTA CON ZUMARRAGA<br><br></b>
68.- Al día siguiente, Domingo, muy de madrugada, cuando todo estaba aún muy oscuro, de allá salió de su casa hacia acá, a Tlaltelolco: viene a aprender las cosas divinas, a ser pasado en lista; luego a ver al Gran Sacerdote.<br><br>
69.- Y como a las diez de la mañana estuvo dispuesto: se había oído Misa, se había pasado lista, se había dispersado toda la gente. 70.- Y él, Juan Diego, luego fue al palacio del Señor Obispo. 71.- Y tan pronto como llegó, hizo todo lo posible para tener el privilegio de verlo, y con mucha dificultad otra vez tuvo ese honor. 72.- A sus pies hincó las rodillas, llora, se pone triste, en tanto que dialoga, mientras le expone el venerable aliento, la amada palabra de la Reina del Cielo, 73.- para ver si al fin era creída la embajada, la voluntad de la Perfecta Virgen, tocante a que le hagan, le edifiquen, le levanten, su templo donde se dignó indicarlo, en donde se digna quererlo.<br><br>
74.- Y el Señor Obispo muchísimas cosas le preguntó, le examinó, para que bien en su corazón constase (para cerciorarse) dónde fue a verla, qué aspecto tenía. Todo lo narró al Señor Obispo, con todos sus detalles, 75.- pero, pese a que todo absolutamente se lo pormenorizó, hasta en los más menudos detalles, y que en todas las cosas vio, se asombró porque clarísimamente aparecía que Ella era la perfecta Virgen, la venerable, gloriosa y preciosa Madre de nuestro Salvador Jesucristo, 76.- a fin de cuentas, no estuvo de acuerdo de inmediato, 77.- sino que le dijo que no nada más por su palabra, su petición, se haría, se ejecutaría lo que solicitaba, 78.- que era todavía indispensable algo como señal para que poder creerle que era precisamente Ella, la Reina del Cielo, quien se dignaba enviarlo de mensajero.<br><br>
79.- Y tan pronto como lo oyó, Juan Diego dijo respetuosamente al Obispo: 80.- "-Señor Gobernante, por favor sírvete ver cuál será la señal que tienes a bien pedirle, pues en seguida me pondré en camino para solicitársela a la Reina del Cielo, que se dignó enviarme acá de mensajero".81.- Y cuando vio el Obispo que todo lo confirmaba, que desde su primera reacción en nada titubeaba o dudaba, luego lo despidió; pero 82.- apenas hubo salido, luego ordenó a algunos criados, en quienes tenía gran confianza, que fueran detrás de él, que cuidadosamente lo espiaran a dónde iba, y a quién veía o hablaba.<br><br>
83.- Y así se hizo. Y Juan Diego en seguida se vino derecho, enfiló la calzada. 84.- Y lo siguieron, pero allí donde sale la barranca, cerca del Tepeyac, por el puente de madera, lo perdieron de vista, y por más que por todas partes lo buscaron, ya en ningún lugar lo vieron, 85.- por lo que se regresaron. Y con eso no sólo se vinieron a enfadar grandemente, sino también porque los frustró, los dejó furiosos, 86.- de manera que le fueron a insistir al Señor Obispo, le metieron en la cabeza que no le creyera, le inventaron que lo que hacía era sólo engañarlo deliberadamente, que era mera ficción lo que forjaba, o bien que sólo lo había soñado, sólo imaginado en sueños lo que decía, lo que solicitaba. 87.- Y en este sentido se confabularon unos con otros, que si llegaba a volver, a regresar, allí lo habían de agarrar y castigar duramente para que otra vez ya no ande contando mentiras, ni alborotando a la gente.<br><br>
88.- Entre tanto Juan Diego estaba en la presencia de la Santísima Virgen, comunicándole la respuesta que venía a traerle de parte del Señor Obispo. 89.- Y cuando se lo hubo notificado, la Gran Señora y Reina le respondió: 90.- "-Así está bien, Hijito mío el más amado, mañana de nuevo vendrás aquí para que lleves al Gran Sacerdote la prueba, la señal que te pide. 91.- Con eso en seguida te creerá, y ya, a ese respecto, para nada desconfiará de ti ni de ti sospechará. 92.- Y ten plena seguridad, Hijito mío predilecto, que yo te pagaré tu cuidado, tu servicio, tu cansancio que por amor a mí has prodigado. 93.- ¡Animo, mi muchachito! que mañana aquí con sumo interés habré de esperarte".<br><br>
<b style="color:navy">TERCERA APARICIÓN<br><br></b>
<b style="color:navy">EL TIO MORIBUNDO<br><br></b>
94.- Pero a la mañana siguiente, lunes, cuando Juan Diego debería llevarle alguna señal suya para ser creído, ya no regresó, 95.- porque cuando fue a llegar a su casa, a un tío suyo, de nombre Juan Bernardino, se le había asentado la enfermedad, estaba en las últimas, 96.- por lo que se pasó el día buscando médicos, todavía hizo cuanto pudo al respecto; pero ya no era tiempo, ya estaba muy muy grave. 97.- Y al anochecer, le rogó instantemente su tío que, todavía de noche, antes del alba, le hiciera el favor de ir a Tlaltelolco a llamar a algún sacerdote para que viniera, para que se dignara confesarlo, se sirviera disponerlo, 98.- porque estaba del todo seguro que ya era el ahora, ya era el aquí para morir, que ya no habría de levantarse, que ya no sanaría.<br><br>
99.- Y el martes, todavía en plena noche, de allá salió, de su casa, Juan Diego, a llamar al sacerdote, allá en Tlatelolco.<br><br>
100.- Y cuando ya vino a llegar a la cercanía del cerrito Tepeyac, a su pie, donde sale el camino, hacia el lugar donde se pone el sol, donde antes él pasara, se dijo: 101.- "-Si sigo de frente por el camino, no vaya a ser que me vea la noble Señora, porque como antes me hará el honor de detenerme para que lleve la señal al Jefe de los Sacerdotes, conforme a lo que se dignó mandarme. 102.- Que por favor primero nos deje nuestra aflicción, que pueda yo ir rápido a llamar respetuosamente el sacerdote religioso. Mi venerable tío no hace sino estar aguardándolo". 103.- En seguida le dio la vuelta al monte por la falda, subió a la otra parte, por un lado, hacia donde sale el sol, para ir a llegar rápido a México, para que no lo demorara la Reina del Cielo. 104.- Se imaginaba que por dar allí la vuelta, de plano no iba a verlo Aquella cuyo amor hace que absolutamente y siempre nos esté mirando.<br><br>
105.- Pero la vio como hacia acá bajaba de lo alto del montecito, desde donde se había dignado estarlo observando, allá donde desde antes lo estuvo mirando atentamente. 106.- Le vino a salir al encuentro de lado del monte, vino a cerrarle el paso, se dignó decirle: 107.- "-¿Qué hay, Hijo mío el más pequeño? ¿A dónde vas? ¿A dónde vas a ver?".<br><br>
108.- Y él, ¿acaso un poco por eso se apenó, tal vez se avergonzó, o acaso por eso se alteró, se atemorizó? 109.- En su presencia se postró, con gran respeto la saludó, tuvo el honor de decirle: 110.- "-Mi Virgencita, Hija mía la más amada, mi Reina, ojalá estés contenta; ¿Cómo amaneciste? ¿Estás bien de salud?, Señora mía, mi Niñita adorada? 111.- Causaré pena a tu venerado rostro, a tu amado corazón: Por favor, toma en cuenta, Virgencita mía, que está gravísimo un criadito tuyo, tío mío. 112.- Una gran enfermedad en él se ha asentado, por lo que no tardará en morir.<br><br>
113.- Así que ahora tengo que ir urgentemente a tu casita de México, a llamar a alguno de los amados de nuestro Señor, de nuestros sacerdotes, para que tenga la bondad de confesarlo, de prepararlo. 114.- Puesto que en verdad para esto hemos nacido: vinimos a esperar el tributo de nuestra muerte. 115.- Pero, aunque voy a ejecutar esto, apenas termine, de inmediato regresaré aquí para ir a llevar tu venerable aliento, tu amada palabra, Señora, Virgencita mía. 116.- Por favor, ten la bondad de perdonarme, de tenerme toda paciencia. De ninguna manera en esto te engaño, Hija mía la más pequeña, mi adorada Princesita, porque lo primero que haré mañana será venir a toda prisa".<br><br>
117.- Y tan pronto como hubo escuchado la palabra de Juan Diego, tuvo la gentileza de responderle la venerable y piadosísima Virgen: 118.- "-Por favor presta atención a esto, ojalá que quede muy grabado en tu corazón, Hijo mío el más querido: No es nada lo que te espantó, te afligió, que no se altere tu rostro, tu corazón. Por favor no temas esta enfermedad, ni en ningún modo a enfermedad otra alguna o dolor entristecedor. 119.- ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna? 120.- Por favor, que ya ninguna otra cosa te angustie, te perturbe, ojalá que no te angustie la enfermedad de tu honorable tío, de ninguna manera morirá ahora por ella. Te doy la plena seguridad de que ya sanó". 121.- (Y luego, exactamente entonces, sanó su honorable tío, como después se supo).<br><br>
<b style="color:navy">LAS FLORES<br><br></b>
122.- Y Juan Diego, apenas oyó el venerable aliento, la amada palabra de la Reina del Cielo, muchísimo con ello se consoló, mucho con ello quedó satisfecho su corazón. 123.- Y le suplicó instantemente que de inmediato tuviera a bien enviarlo de mensajero para ver al gobernante Obispo, para llevarle la señal, su comprobación, para que le crea.<br><br>
124.- Y la Reina del Cielo de inmediato se sirvió mandarle que subiera arriba del cerrito, allí donde antes había tenido el honor de verla. 125.- Se dignó decirle: "-Sube, Hijito mío queridísimo, arriba del cerrito, donde me viste y te dic órdenes. 126.- Allí verás que están sembradas diversas flores: Córtalas, reúnelas, ponlas juntas. Luego bájalas acá, aquí ante mí tráemelas".<br><br>
127.- Y acto continuo, Juan Diego subió al cerrito. 128.- Y al alcanzar la cumbre, quedó mudo de asombro ante las variadas, excelentes, maravillosas flores, todas extendidas, cuajadas de capullos reventones, cuando todavía no era su tiempo de darse. 129.- Porque en verdad entonces las heladas son muy fuertes. 130.- Su perfume era intenso, y el rocío de la noche como que las cuajaba de perlas preciosas.<br><br>
131.- En seguida se puso a cortarlas, todas absolutamente las juntó, llenó con ellas el hueco de su tilma. 132.- Y conste que la cúspide del cerrito para nada es lugar donde se den flores, porque lo que hay en abundancia son riscos, abrojos, gran cantidad de espinas, de nopales, de mezquites. 133.- y si algunas hierbezuelas se dan, entonces era el mes de diciembre, en que todo lo devora, lo aniquila el hielo.<br><br>
134.- Bajó en seguida trayendo a la Reina del Cielo las diversas flores que le había ido a cortar, 135.- y Ella, al verlas, tuvo la afabilidad de tomarlas en sus manecitas, 136.- y volvió amablemente a colocárselas en el hueco de su tilma. Se dignó decirle:<br><br>
137.- "-Hijito queridísimo, estas diferentes flores son la prueba, la señal que le llevarás al Obispo. 138.- De parte mía le dirás que por favor vea en ella mi deseo, y con eso ejecute mi deseo, mi voluntad. 139.- Y tú... tú eres mi plenipotenciario, puesto que en ti pongo toda mi confianza. 140.- Y con todo rigor te ordeno que sólo exclusivamente frente al Obispo despliegues tu tilma y le muestres lo que llevas. 141.- Y le contarás con todo detalle cómo yo te mandé que subieras al cerrito para cortar las flores, y todo lo que viste y admiraste. 142.- Y con esto le conmoverás el corazón al Gran Sacerdote para que interceda y se haga, se erija mi templo que he pedido.<br><br>
143.- Y al dignarse despedirlo la Reina del Cielo, vino a tomar la calzada, viene derecho a México, viene feliz, rebosante de alegría, 144.- ya así viene, rebosante de dicha su corazón, porque esta vez todo saldrá bien, lo desempeñará bien. 145.- Pone exquisito cuidado en lo que trae en el hueco de su tilma, no vaya a ser que algo se le caiga. 146.- Viene extasiado por el perfume de las flores, tan diferentes y maravillosas.<br><br>
<b style="color:navy">CUARTA APARICIÓN<br><br></b>
<b style="color:navy">TERCERA ENTREVISTA CON ZUMÁRRAGA<br><br></b>
147.- Y al llegar al palacio episcopal le salió al encuentro el mayordomo e incluso otros criados del señor Obispo. 148.- Y les rogó que por favor le dijeran que quería verlo; pero ninguno accedió, no querían hacerle caso, quizá porque aún no amanecía, 149.- o quizá porque ya lo conocen, que sólo los fastidia, que les es insoportable, 150.- y porque ya les habían hablado de él sus compañeros que lo habían perdido de vista cuando pretendieron seguirlo.<br><br>
151.- Muy largo tiempo estuvo esperando la respuesta, 152.- y cuando vieron que llevaba ahí tan largo tiempo, cabizbajo, sin hacer nada, a ver si era llamado, notaron que al parecer traía algo en su tilma, y se le acercaron para ver lo que traía, para dar gusto a su corazón. 153.- Y al ver Juan Diego que era imposible ocultarles lo que llevaba, y que por eso lo molestarían, lo expulsarían a empellones o lo maltratarían, un poquito les mostró que eran flores. 154.- Y al ver que se trataba de diversas y finísimas flores, siendo que no era su tiempo, se asombraron muchísimo, y más al ver cuán frescas estaban, cuán abiertas, cuán exquisito su perfume, cuán preciosas, 155.- y ansiaron coger unas cuantas, arrebatárselas. 156.- Y no una, sino tres veces se atrevieron a agarrarlas, pero fracasaron, 157.- porque cuando pretendían tomarlas, ya no podían ver flores, sino las veían como pinturas, como bordados o aplicaciones en la tilma.<br><br>
158.- Con eso, en seguida fueron a decirle respetuosamente al Señor Obispo lo que habían visto, 159.- y que pretendía verlo el indito que ya tantas veces había venido, quien tenía mucho esperando el recado, porque suplicaba permiso para verlo. 160.- Y tan pronto como el Señor Obispo escuchó eso, captó su corazón que esa era la prueba para que aceptara lo que ese hombre había estado gestionando. 161.- De inmediato se sirvió llamarlo, que en seguida entrara a casa para verlo.<br><br>
162.- Y cuando entró, se prosternó en su presencia, como toda persona bien educada. 163.- Y de nueva cuenta, y con todo respeto, le narró todo lo que había visto, admirado, y su mensaje.<br><br>
<b style="color:navy">LA VERSION DE JUAN DIEGO<br><br></b>
164.- Le dijo con gran respeto: "-Mi Señor, Gobernante, ya hice, ya cumplí lo que tuviste a bien mandarme, 165.- y así tuve el honor de ir a comunicarle a la Señora, mi Ama, la Reina del Cielo, venerable y preciosa Madre de Dios, que tú respetuosamente pedías una señal para creerme, y para hacerle su templecito, allí donde tiene la bondad de solicitarte que se lo levantes. 166.- Y también tuve el honor de decirle que me había permitido darte mi palabra de que tendría el privilegio de traerte algo como señal, como prueba de su venerable voluntad, conforme a lo que tú te dignaste indicarme".<br><br>
167.- "Y tuvo a bien oír tu venerable aliento, tu venerable palabra y se prestó gustosa a tu solicitud de alguna cosa como prueba, como señal, para que se haga, se ejecute su amada voluntad. 168.- Y hoy, siendo aún noche cerrada, se sirvió mandarme que tuviera el honor de venir de nuevo a verte. 169.- Y yo me honré pidiéndole algo como su señal para que fuera creído, conforme a lo que me había dicho que me daría, y de inmediato, pero al instante, condescendió en realizarlo, 170.- y se sirvió enviarme a la cumbre del cerrito, donde antes había tenido el honor de verla, para que fuera a cortar flores diferentes y preciosas".<br><br>
171.- "Y luego que tuve el privilegio de ir a cortarlas, se las llevé abajo. 172.- Y se dignó tomarlas en sus manecitas, 173.- para de nuevo dignarse ponerlas en el hueco de mi tilma, 174.- para que tuviera el honor de traértelas y sólo a ti te las entregara".<br><br>
175.- "Pese a que yo sabía muy bien que la cumbre del cerrito no es lugar donde se den flores, puesto que sólo abundan los riscos, abrojos, espinas, nopales escuálidos, mezquites, no por ello dudé, no por eso vacilé. 176.- Cuando fui a alcanzar la cumbre del montecito, quedé sobrecogido: ¡Estaba en el paraíso!. 177.- Allí estaban reunidas todas las flores preciosas imaginables, de suprema calidad, cuajadas de rocío, resplandecientes, de manera que yo -emocionado- me puse en seguida a cortarlas. 178.- Y se dignó concederme el honor de venir a entregártelas, que es lo que ahora hago, para que en ellas te sirvas ver la señal que pedías, para que te sirvas poner todo en ejecución. 179.- Y para que quede patente la verdad de mi palabra, de mi embajada, 180.- ¡Aquí las tienes, hazme el honor de recibirlas!"<br><br>
<b style="color:navy">LA IMAGEN EN LA TILMA<br><br></b>
181.- Y en ese momento desplegó su blanca tilma, en cuyo hueco, estando de pie, llevaba las flores. 182.- Y así, al tiempo que se esparcieron las diferentes flores preciosas, 183.- en ese mismo instante se convirtió en señal, apareció de improviso la venerada imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios, tal como ahora tenemos la dicha de conservarla, 184.- guardada ahí en lo que es su hogar predilecto, su templo del Tepeyac, que llamamos Guadalupe.<br><br>
185.- Y tan pronto como la vio el señor Obispo, y todos los que allí estaban, se arrodillaron pasmados de asombro, 186.- se levantaron para verla, profundamente conmovidos y convertidos, suspensos su corazón, su pensamiento.<br><br>
187.- Y el señor Obispo, con lágrimas de compunción le rogó y suplicó le perdonara por no haber ejecutado de inmediato su santa voluntad, su venerable aliento, su amada palabra. 188.- Y poniéndose de pie, desató del cuello la vestidura, el manto de Juan Diego, 189.- en donde se dignó aparecer, en donde está estampada la Señora del Cielo, 190.- y en seguida, con gran respeto, la llevó y la dejó instalada en su oratorio.<br><br>
191.- Y todavía un día entero pasó Juan Diego en casa del Obispo, él tuvo a bien retenerlo. 192.- Y al día siguiente le dijo: "-¡Vamos! para que muestres dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan su templecito". 193.- De inmediato se convidó gente para hacerlo, para levantarlo.<br><br>
<b style="color:navy">QUINTA APARICIÓN<br><br></b>
<b style="color:navy">EL TIO SANO<br><br></b>
194.- Y Juan Diego, una vez que les hubo mostrado dónde se había dignado mandarle la Señora del Cielo que se levantara su templecito, luego les pidió permiso. 195.- Aun quería ir a su casa para ver a su honorable tío Juan Bernardino, que estaba en cama gravísimo cuando lo había dejado y venido para llamar a algún sacerdote, allá en Tlatelolco, para que lo confesara y dispusiera, de quien la Reina del Cielo se había dignado decirle que ya estaba sano.<br><br>
196.- Y no solamente no lo dejaron ir solo, sino que lo escoltaron hasta su casa. 197.- Y al llegar vieron a su venerable tío que estaba muy contento, ya nada le dolía. 198.- Y él quedó muy sorprendido de ver a su sobrino tan escoltado y tan honrado. 199.- Y le preguntó a su sobrino por qué ocurría aquello, por qué tanto lo honraran.<br><br>
QUINTA APARICIÓN: EL NOMBRE DE GUADALUPE<br><br>
200.- Y él le dijo cómo cuando salió a llamar al sacerdote para que lo confesara y preparara, allá en el Tepeyac bondadosamente se le apareció la Señora del Cielo, 201.- y lo mandó como su mensajero a ver al Señor Obispo para que se sirviera hacerle una casa en el Tepeyac, 202.- y tuvo la bondad de decirle que no se afligiera, que ya estaba bien, con lo que quedó totalmente tranquilo.<br><br>
203.- Y le dijo su venerable tío que era verdad, que precisamente en ese momento se dignó curarlo. 204.- Y que la había visto ni más ni menos que en la forma exacta como se había dignado aparecérsele a su sobrino. 205.- Y le dijo cómo a él también se dignó enviarlo a México para ver al Obispo. 206.- Y que, cuando fuera a verlo, que por favor le manifestara, le informara con todo detalle lo que había visto, 207.- y cuán maravillosamente se había dignado sanarlo, 208.- y que condescendía a solicitar como un favor que a su preciosa imagen precisamente se le llame, se le conozca como la SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE.<br><br>
<b style="color:navy">INICIO DEL CULTO<br><br></b>
209.- Y en seguida traen a Juan Bernardino a la presencia del Señor Obispo, para rendir su informe y dar fe ante él. 210.- Y a ambos, a él y a su sobrino, los hospedó el Obispo en su casa unos cuantos días, 211.- durante todo el tiempo que se erigió el templecito de la Soberana Señora allá en el Tepeyac, donde se dignó dejarse ver de Juan Diego. 212.- Y el señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la preciosa y venerada imagen de la preciosa Niña del Cielo. 213.- Tuvo a bien sacarla de su palacio, de su oratorio, donde estaba, para que toda la gente pudiera ver y admirar su maravillosa imagen.<br><br>
214.- Absolutamente toda la ciudad se puso en movimiento ante la oportunidad de ver y admirar su preciosa y amada imagen.<br><br>
<b style="color:navy">LA CONVERSIÓN DE MÉXICO<br><br></b>
215.- Venían a reconocer su carácter divino, 216.- a tener la honra de presentarle sus plegarias, 217.- y mucho admiraban todos la forma tan manifiestamente divina que había elegido para hacerles la gracia de aparecerse, 218.- como que es un hecho que a ninguna persona de este mundo le cupo el privilegio de pintar lo esencial de su preciosa y amada imagen.<br><br>
Traducido por Monseñor José Luis Guerrero Rosado<br><br>
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
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document.write('<B STYLE="FONT-SIZE:18PT;COLOR:NAVY; TEXT-ALIGN:LEFT">LA VIRGEN DE GUADALUPE, MADRE DE LA IGLESIA</B><BR>');
document.write('<b style="font-size:14pt;color:navy; text-align:left">Canónigo. Dr. Eduardo Chávez Sánchez México </b><br>');
document.write('<div style="padding:10px; float:right"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhISBejYbmvMaTzCCQ_UKs-7YH9SrWlsqfgtbN1PD_UyQ-NRxpC4Si5X8MST4kWkD9Qf2MOnIin-KY4VB2N9IG18d_OcvZubLMx1hvzrpbFv5iWC0jlI14DB2jca27HWviKo8MH5zGw9Ac/s1600/guadalupe1.jpg" width=250></div>');
document.write('El Santo Padre, Juan Pablo II, afirmó que fue en México, a los pies de la Virgen de Guadalupe, cuando vislumbró la manera de realizar su Pontificado: “Visité –recuerda el Papa– el santuario de Guadalupe en enero de 1979, durante mi primera peregrinación apostólica. El viaje fue decidido como respuesta a la invitación apostólica en la Asamblea de la Conferencia de los obispos de América Latina (CELAM), en Puebla. Aquella peregrinación inspiró en cierto sentido todos los siguientes años del pontificado”. <br>¿Qué contiene esta devoción para que, de manera evidente, fuera tan amada por el Papa? ¿Qué fue lo que vislumbró el Santo Padre para que además proclamara Fiesta Litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe para todo el Continente Americano, y declarara en aquella ocasión: “La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el año de 1531, tuvo una repercusión decisiva para la evangelización. Este influjo va más allá de los confines de la nación mexicana, alcanzando todo el Continente”? Y que además y de manera explícita el Santo Padre declarara: “América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido «en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, [...] en Santa María de Guadalupe, [...] un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada». Por eso, no sólo en el Centro y en el Sur, sino también en el Norte del Continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda América”. ¿Qué tendría esta Devoción, como decía, para que explícitamente el Santo Padre proclamara todo esto y más? <br>');
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<h1 style="text-align:left; color:navy">LA VIRGEN DE GUADALUPE, MADRE DE LA IGLESIA</h1><br>
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<h3 style="text-align:left; color:navy">Canónigo. Dr. Eduardo Chávez Sánchez México </h3><br>
El Santo Padre, Juan Pablo II, afirmó que fue en México, a los pies de la Virgen de Guadalupe, cuando vislumbró la manera de realizar su Pontificado: “Visité –recuerda el Papa– el santuario de Guadalupe en enero de 1979, durante mi primera peregrinación apostólica. El viaje fue decidido como respuesta a la invitación apostólica en la Asamblea de la Conferencia de los obispos de América Latina (CELAM), en Puebla. Aquella peregrinación inspiró en cierto sentido todos los siguientes años del pontificado”. <br><br>
¿Qué contiene esta devoción para que, de manera evidente, fuera tan amada por el Papa? ¿Qué fue lo que vislumbró el Santo Padre para que además proclamara Fiesta Litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe para todo el Continente Americano, y declarara en aquella ocasión: “La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el año de 1531, tuvo una repercusión decisiva para la evangelización. Este influjo va más allá de los confines de la nación mexicana, alcanzando todo el Continente”? Y que además y de manera explícita el Santo Padre declarara: “América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido «en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, [...] en Santa María de Guadalupe, [...] un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada». Por eso, no sólo en el Centro y en el Sur, sino también en el Norte del Continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda América”. ¿Qué tendría esta Devoción, como decía, para que explícitamente el Santo Padre proclamara todo esto y más? <br><br>
Como todo Acontecimiento Salvífico, el Guadalupano, si bien se verifica en un momento histórico: hace ya 475 años, y en un lugar determinado: en el cerro del Tepeyac; trasciende fronteras, culturas, pueblos, costumbres, etc.; llega hasta lo más profundo del ser humano; además, toma en cuenta la participación precisamente de este ser humano, concreto e histórico, con sus defectos y virtudes, para que con su intervención fuera más allá de lo que la humana naturaleza permitiría. Una de las más claras manifestaciones de que en realidad se trata de un Acontecimiento Salvífico es la conversión del corazón, es el mover, en un verdadero arrepentimiento, al ser humano desde lo más profundo del alma, del espíritu y la razón, para encontrase con Dios, quien siempre es el primero en tomar esta iniciativa; haciendo realidad un cambio de vida pleno y total. <br><br>
Veamos, aunque sean algunos pincelazos, los momentos más significativos de esta historia que influye decididamente en la evangelización de todo un Continente, como el mismo Santo Padre lo afirmó. <br><br>
<b style="color:navy">FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA, CABEZA DE LA IGLESIA EN MÉXICO, CLAMA A DIOS <br><br></b>
<div style="color:maroon; font-size:12pt;font-family:cambria;float:left; width:310px; margin:0 10px 0 0;text-align:"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidLJbU6K9ZBSqabuvA_LxQnllJ_bqQqDHfmlKUj4xDmbpD_MwPVhItF34SsSfWqrpDd1dOWCHCnzqy4BZsd8N-v2RWmm4boDKxp7V-QH9tExag4zZhPOd65k47lv93ScviYMljjggiWQTH/s1600/fray_juan_de_zumarraga.jpg" width=300>Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México.</div>
Para los franciscanos los indígenas era objetivo primordial de la evangelización la salvación de sus almas; indígenas sometidos a una tremenda Conquista, devastados por la enfermedad de la viruela, deprimidos ante la muerte de sus dioses, y todavía estos misioneros franciscanos, por su fervor religioso, destruían los templos e ídolos indígenas, siempre justificando su paternal actitud, para el bien y la salvación de los indios; de hecho, “los frailes pensaban que estaban en una batalla titánica entre el Evangelio y las fuerzas de Satanás”4. El cristianismo era algo totalmente nuevo, que destruye los errores y los engaños. Motivados por esta mentalidad, los misioneros “fueron implacables con los templos, los ídolos y todo lo que oliera a paganismo. Desaparecieron monumentos, esculturas y códices, destruidos con furor sistemático que alimentaba y hasta exacerbaba la mentalidad de la época. Pero es de justicia reconocer que en lo que no se razonaba con lo religioso, extremaron su consideración por las culturas autóctonas. Cuidaron con amor sus lenguas, conservaron los usos y costumbres cotidianas, adaptaron su enseñanza al temperamento y capacidad de los indígenas y recogieron fielmente sus ideas y tradiciones”. Ellos querían salvar las almas de los indígenas, aunque ciertamente los indios estaban desconcertados ante estos cristianos que les imponían una fe en el amor a un Dios creador de todas las cosas, en el amor a Jesucristo, Hijo de Dios que entregó su vida por todos los hombres; en una Iglesia fundada por Jesucristo, para la salvación del mundo entero. Los frailes franciscanos lo decían claramente en los Coloquios que sostuvieron con los indios principales, decían: “traemos la Sagrada Escritura donde están escritas las palabras del sólo verdadero Dios, Señor del cielo y de la tierra, que da vida a todas las cosas al cual nunca habéis conocido. Esta y ninguna otra es la causa de nuestra venida y para esto somos enviados, para que os ayudemos a salvar y para que recibáis la misericordia que Dios os hace”. <br><br>
Pero la confusión entre los indígenas era grande, algunos de los españoles, que de manera contrastante, los esclavizaban, esgrimiendo el desalmado argumento de que a los indios no se les podía considerar como seres humanos y, por lo tanto, estaban incapacitados del derecho de poseer algo, y se les debía someter. Para esta clase de españoles, que se decían cristianos, los indios eran sólo objetos para obtener fácil fortuna. Los misioneros eran conscientes de la negativa y desastrosa actitud y testimonio de sus coterráneos. El historiador George Baudot declara: “La documentación franciscana de la época se estremece con los gritos de horror y de indignación de los primeros misioneros, ante el trato infligido a los indios por los colonos y por las autoridades de la primera Audiencia”. <br><br>
Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, llegó a su diócesis en 1528, él fue testigo del mundo que se desplomaba ante sus ojos, cómo la tierra estaba a punto de perderse completamente y que no había ninguna salida humana, rogaba para que Dios interviniera, decía: “Asimismo me parece es bien informar a V. C. M. de lo que a la fecha en ésta pasa, porque es cosa de tanta calidad, porque si Dios no provee con remedio de su mano está la tierra en punto de perderse totalmente”. <br><br>
Ciertamente, los primeros misioneros realizaron una labor admirable; defensores de los indígenas, denunciadores de injusticias; tratando de evangelizar a los nativos bajo los principios de un catolicismo del siglo XVI. Muchos de los indios fueron convertidos gracias a los frailes, su testimonio y su gran esfuerzo iba dando fruto, la catequesis y la instrucción se fue dando poco a poco. Recordemos que Juan Diego fue convertido a la fe católica gracias a ellos. No hay duda que los primeros misioneros constituyeron una de las piezas claves para la evangelización de los pobladores de las nuevas tierras recién descubiertas. Pero el trabajo se presentaba inmenso y, en mucho, fuera de su control; no sólo de frente a la evangelización de los indígenas sino, como veíamos, ante la conversión de sus mismos paisanos. Una labor titánica y, al mismo tiempo, comprensiblemente limitada. Por ello, es muy justo lo que clamaba el Obispo de México, fray Juan de Zumárraga: “si Dios no provee con remedio de su mano está la tierra en punto de perderse totalmente”. La total oscuridad se cernía en el Anáhuac. <br><br>
El conocimiento de los puntos esenciales de este fuerte choque de estas dos grandes culturas, el impacto y la mezcla de las ideas religiosas, que son parte central en la Conquista, bajo los marcados rasgos de cada cultura, así como la tecnología militar avanzada de los españoles y las mismas discordias entre los grupos indígenas; la enfermedad como la viruela, y la tremenda depresión indígena; así como, la discordia que existía entre los mismos españoles, las vejaciones e injusticias de un grupo de españoles y la destrucción de las creencias religiosas indígenas de parte de los paternalistas misioneros, no daban posibilidad de contar con alguna salida; pudiera haber resultado el cataclismo de un mundo sobre otro. Sólo una intervención de otra magnitud podría crear un nuevo pueblo, una nueva raza. <br><br>
<b style="color:navy">DIOS INTERVIENE EN NUESTRA HISTORIA CONVIRTIÉNDOLA EN HISTORIA DE SALVACIÓN <br><br></b>
En este contexto histórico es donde se produce uno de los eventos más importantes y evangelizadores, el llamado: Acontecimiento Guadalupano, iniciando una importante historia de la Salvación; el encuentro de la Virgen de Guadalupe con un indígena humilde llamado Juan Diego. Se inicia una evangelización que lleva a una verdadera conversión tanto de indígenas como de españoles, originando un nuevo pueblo, una nueva raza llamada a la Salvación.<br><br>
<center><div style="color:maroon; margin:10px;font-size:12pt;font-family:cambria"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA_j3sio7yslp1pvFTpqdeg7woU-JJWLV5hmjy07o60jqXUEEs9tsSZUyHw6NmAwBXBXnJkzw48WWtiqbYPLZgAMiqAEuIHDEX2k2G6P_7nQwP7TRt0AxiMMjjZRCVBHmtE2wtgF-XNUHH/s1600/Juan+Diego+y+la+Virgen.jpg" width=100%></div></center>
Santa María de Guadalupe, Estrella de la Evangelización, aparecida del 9 al 12 de diciembre de 1531, apenas a diez años después de la llamada conquista, retoma lo bueno de los indígenas y lo bueno de los españoles, dos culturas profundamente religiosas y profundamente distintas, en un choque violento y cruento; es ella, la Madre de Dios que se manifiesta como portadora del Amor, sagrario inmaculado de Dios y, cuya voluntad claramente la sabemos por medio de san Juan Diego, y esta era: que se le edificara un templo para dar en él ese Amor que es el Hijo de Dios a todo ser humano; templo que debería contar con la aprobación de la cabeza de la Iglesia, el Obispo de México, que en aquel entonces, como decíamos, era el obispo fray Juan de Zumárraga. Este mensaje se manifestó también con una imagen impresa en el manto o tilma de este indio humilde, Juan Diego. La imagen mestiza de esta Virgen Madre envuelta de sol con la luna bajo sus pies con manto tachonado de estrellas y cuyo mensaje y voluntad es la entrega del Amor maternal en un templo aprobado por la cabeza de la Iglesia. <br><br>
En este Acontecimiento salvífico se manifiesta, de manera patente, la intervención de Dios en una evangelización conducida por medio de su propia Madre, María, para una verdadera conversión, como se expresa en el trozo del Evangelio de san Juan (Jn 2, 5): cuando, en las bodas de Caná, María, la Madre de Dios, dirige con firmeza al ser humano: “hagan todo lo que Él les diga”. <br><br>
Esta es una maravillosa historia de donde surge la evangelización no sólo para México, ni para el Continente Americano, sino para el mundo entero, bajo la dirección y cauce de la Iglesia Católica. <br><br>
<b style="color:navy">SE INICIA UNA GRAN CONVERSIÓN TANTO DE INDÍGENAS COMO DE ESPAÑOLES, IMPRESIONANTES PEREGRINACIONES ANTE LA VIRGEN MORENA <br><br></b>
Inmediatamente, el mensaje y la imagen de Santa María de Guadalupe fueron captados y entendidos de tal manera que se verificó una impresionante conversión en masa tanto de los indígenas como de los españoles; de tal forma que son los mismos misioneros quienes quedaron desconcertados ante estas conversiones y fueron estimulados a cumplir con su labor como instrumentos sacramentales de esta apoteótica conversión. <br><br>
Ciertamente, un signo concreto, claro y objetivo de la importancia del Acontecimiento Guadalupano fue la conversión de los indígenas, que a partir de este momento se cuentan por millares. Y esto se constata por medio de las fuentes históricas; por ejemplo: fray Toribio Motolinia, además de indicarnos que la gran labor de los franciscanos había dado como resultado cierta cantidad de bautizos a indígenas, no pudo negar que en los primeros años los indios permanecían reacios a convertirse al catolicismo: “Anduvieron –declaraba el misionero– los mexicanos cinco años muy fríos”. Además, era consciente de la insignificancia de sus recursos ante la enormidad del trabajo, sus terribles problemas y la inseguridad de que fueran sinceras las conversiones; el temor de que la piedad india fuera idolatría larvada subsistió durante largo tiempo en todos los misioneros y llegó a ser para algunos, como fray Diego de Durán, una obsesión. <br><br>
Sin embargo, después de esos primeros años, Motolinia nos da noticia de las grandes cantidades de indígenas que pedían el bautismo, y que en aquel momento, inexplicablemente, se contaban por miles, como se lo había informado un confraterno, decía: “fray Juan de Perpiñán y fray Francisco de Valencia, los que cada uno de estos bautizó pasaron de cien mil; de los sesenta que al presente son en este año de 1536”; Motolinia siguió haciendo cuentas de los miles y miles que se habían bautizado y llegó a la conclusión que en total en ese año de 1536: “serán –decía– hasta hoy día bautizados cerca de cinco millones”. Por su parte fray Juan de Torquemada en su obra Monarquía Indiana nos informa que “se bautizaban tantos mil en un día”. <br><br>
Los mismos frailes estaban sorprendidos de esta conversión masiva, otro misionero e historiador, fray Gerónimo de Mendieta señalaba: “Al principio comenzaron a ir de doscientos en doscientos, y de trescientos en trescientos, y siempre fueron creciendo y multiplicándose, hasta venir a millares; unos de dos jornadas, otros de tres, otros de cuatro, y de más lejos; cosa a los que lo veían de mucha admiración. Acudían chicos y grandes, viejos y viejas, sanos y enfermos. Los bautizados viejos traían a sus hijos para que se los bautizasen, y los mozos bautizados a sus padres; el marido a la mujer, y la mujer al marido”. Los indios se quedaban en los monasterios aprendiendo la doctrina, daban mil vueltas a las oraciones para aprenderlas de memoria en latín. “Y al tiempo que los bautizaban, muchos recibían aquel sacramento con lágrimas. ¿Quién podía atreverse a decir que estos venían sin fe, pues de tan lejos tierras venían con tanto trabajo, no los compeliendo nadie, a buscar el sacramento del bautismo?”. <br><br>
Algunos indígenas, como decía Mendieta, hacían grandes esfuerzos para llegar al monasterio en donde les pudieran administrar el sacramento del bautismo; por ejemplo, para llegar al monasterio de Guacachula, los indígenas debían atravesar sierras y barrancos, casi sin comida. Esta afluencia de indígenas no se dio como un fenómeno pasajero, ya que continuaron llegando de lejanas tierras y con todas estas dificultades durante meses; continuaba Mendieta: “afirma un religioso siervo de Dios, que pasó por allí huésped, que en cinco días que allí estuvo bautizaron él y otro sacerdote por cuenta catorce mil y doscientos y tantos. Y aunque el trabajo no era poco (porque a todos ponía óleo y crisma), dice que sentía en lo interior un no sé qué de contento en bautizar aquellos más que a otros; porque su devoción y fervor de aquellos ponía al ministro espíritu y fuerzas para los consolar a todos, y para que ninguno se les fuese desconsolado. Y cierto fue cosa de notar y maravillar, ver el ferviente deseo que estos nuevos convertidos traían al bautismo, que no se leen cosas mayores en la primitiva Iglesia. Y no sabe hombre de qué se maravillar más, o de ver así venir a esta nueva gente, o de ver cómo Dios los traía. Aunque mejor diremos, que de ver cómo Dios los traía y recibía al gremio de su santa Iglesia. Después de bautizados, era cosa notable verlos ir tan consolados, regocijados y gozosos con sus hijuelos a cuestas, que parecía no caber en sí de placer”. <br><br>
Cuando esta conversión adquirió dimensión masiva, se reflexionó sobre la mejor manera de administrar el bautismo y se buscó una guía segura escribiendo al Papa para conocer las soluciones que se pudieran dar a este caso, y mientras llegaban las disposiciones de Roma, los frailes tuvieron que suspender momentáneamente los bautismos en gran masa; esto propició que los frailes vieran testimonios que les partían el corazón, la gente estaba ansiosa de tener el sacramento, con actitudes que conmovían y sorprendían a los misioneros, por ejemplo, el mismo Mendieta nos informa sobre estos indígenas a quienes no les importaban distancias, temporales, hambres, etc. con tal de tener el bautismo; y que, por supuesto, no les importaba esperar todo el tiempo que fuera necesario hasta conseguir su objetivo. Tanto en el convento de Guacachula como en el de Tlaxcala, se contaron cerca de 2,000 indígenas que pacientemente esperaban en los patios, y rogaban a cuanto misionero veían para que los bautizaran. Los misioneros fueron testigos de que, cuando se les despedía sin darles el sacramento, los indios volvían a sus casas, “llorando y quejándose, y diciendo mil lástimas, que eran para quebrar los corazones, aunque fueran de piedra”. <br><br>
Y lo mismo dígase de los indígenas que trataban de confesarse: “Acaecía –decía Mendieta– por los caminos, montes y despoblados, seguir a los religiosos mil y dos mil indios y indias, sólo para confesarse, dejando desamparadas sus casas y hacienda; y muchas de ellas mujeres preñadas, y tanto que algunas parían por los caminos, y casi todas cargadas con sus hijos a cuestas. Otros viejos y viejas que apenas se podían tener en pie con sus báculos, y hasta ciegos, se hacían llevar de quince y veinte leguas a buscar confesor. De los sanos muchos venían de treinta leguas, y otros acaecía andar de monasterio en monasterio más de ochenta leguas buscando quien confesase. Porque como en cada parte había tanto que hacer, no hallaban entrada. Muchos de ellos llevaban sus mujeres e hijos y su comidilla, como si fueran de propósito a morar a otra parte. Y acaecía estarse un mes y dos meses esperando confesor, o lugar para confesarse”. <br><br>
Uno de los sacramentos que más dificultades había presentado para la aceptación indígena era el Matrimonio, ya que el dejar a sus mujeres y tener sólo una, no era cosa fácil, en un esquema de familia que incluso en algunos lugares de México rige todavía. Los indígenas, pueblo entregado a la guerra y a los sacrificios humanos como parte de la armonía del cosmos, no podían imaginar el no tener muchos hijos, integrantes fundamentales de esta armonía sagrada. <br><br>
Por lo que, si bien ya era de sorprender la conversión en masa que se dio poco después del gran Acontecimiento Guadalupano, y sabiendo los misioneros la resistencia que ofrecían los indios al sacramento del matrimonio con una sola mujer; resulta aún más admirable que, precisamente después del Acontecimiento Guadalupano, éstos llegaran a pedir con gran fervor el matrimonio cristiano. <br><br>
Fray Toribio Motolinia nos informa sobre este proceso de cambio. Después de muchos esfuerzos y fatigas, el primer matrimonio cristiano tuvo lugar el 14 de octubre de 1526, cuando se casaron ocho parejas, entre los que se encontraba don Hernando, hermano del señor de Texcoco; Motolinia alude a este primer matrimonio en la tierra del Anáhuac, señalando esta fecha como punto de referencia debido a que los matrimonios eran muy escasos, y nos informa también la razón de esto: “los señores tenían las más mujeres, no las querían dejar, ni ellos [los frailes misioneros] se las podían quitar, ni bastaba ruegos, ni sermones, ni otra cosa que con ellos se hiciese, para que dejadas todas se casasen con una sola en faz de la Iglesia; y respondían que también los españoles tenían muchas mujeres, y si les decíamos que las tenían para su servicio, decían que ellos también la tenían para lo mismo; y así aunque estos indios tenían muchas mujeres con quien según su costumbre eran casados, también las tenían por manera de granjería, porque las hacían a todas tejer y hacer mantas y otros oficios”. Pero, en 1536 Motolinia comprueba y es testigo de que después de 1531 las cosas cambiaron radicalmente, continuaba: “ha placido a Nuestro Señor que de su voluntad de cinco a seis años a esta parte comenzaron algunos a dejar la muchedumbre de mujeres que tenían y a contentarse con una sola, casándose con ella como lo manda la Iglesia; y con los mozos que de nuevo se casan son ya tantos, que hinchan las iglesias, porque hay días de desposar cien pares; y días de doscientos y de trescientos y días de quinientos”. <br><br>
Por su parte Mendieta decía: “Y era mucho de ponderar la fe de los indios, que les acaecía a muchos haber dejado las mujeres legítimas, porque no les tenían amor, y andar revueltos con las mancebas a quienes estaban aficionados, y tener en ellas tres o cuatro hijos, y por cumplir lo que se les mandaba, dejaban éstas en quien tenían puesta su afición, e iban a buscar las otras, quince y veinte leguas, porque no les negasen el bautismo”. <br><br>
Los mismos misioneros estaban desconcertados de este radical cambio, de tantas y tantas sorpresivas conversiones; y trataban de razonar este fenómeno diciendo que, en parte, había sido resultado de su predicación y testimonio; como hemos dicho, no cabe duda que esto ciertamente influyó en las conversiones iniciales; sin embargo, la masiva conversión dejaba los seráficos misioneros con admiración y con expresiones de asombro, como decía Mendieta: “fue cosa de notar y maravillar”, “de mucha admiración”. <br><br>
El documento histórico llamado Nican Motecpana también corrobora y confirma este cambio desde el corazón indígena, que se manifestó en la aceptación de la fe; a su modo y en estilo por esta importante fuente se nos dice que los indios: “sumidos en profundas tinieblas, todavía aman y servían a falsos diosecillos, obras manuales e imágenes de nuestro enemigo el demonio, aunque ya había llegado a sus oídos la fe, desde que oyeron que se apareció la Santa Madre de Nuestro Señor Jesucristo, y desde que vieron y admiraron su perfectísima imagen, que no tiene arte humano; con lo cual abrieron mucho los ojos, cual si de repente hubiera amanecido para ellos”. Fue tal la conversión, que muchos de ellos tiraron, con sus propias manos, los antiguos ídolos: “Y luego (según los viejos dejaron pintado) algunos nobles, lo mismo que sus criados plebeyos, de buena voluntad echaron fuera de sus casas, arrojaron y esparcieron las imágenes del demonio y empezaron a creer y venerar Nuestro Señor Jesucristo y su preciosa Madre”. <br><br>
El Acontecimiento Guadalupano no sólo convierte a los indígenas sino a los mismos españoles; uno de los ejemplos más explícitos de esto son los variados testimonios de los testigos en la llamada Información de 1556; donde explícitamente se hace referencia a grandes peregrinaciones de españoles a la ermita del Tepeyac, de milagros, de conversiones y del gran amor a Santa María de Guadalupe logrando grandes conversiones no sólo de los indígenas sino también de españoles. Dice el testimonio de Juan de Salazar que “la gran devoción que toda esta ciudad ha tomado a esta bendita Imagen, y los indios también, y cómo van descalzas señoras principales y muy regaladas, y a pie con sus bordones en las manos, a visitar y encomendar a nuestra Señora y de estos los naturales han recibido grande ejemplo y siguen lo mismo [...] muchas señoras de este pueblo y doncellas, así de calidad como de edad, iban descalzas y con sus bordones en las manos a la dicha ermita de nuestra Señora y que así este testigo lo ha visto, porque ha ido muchas veces a la dicha ermita, de que este testigo no poco se ha maravillado, por haber visto muchas viejas y doncellas ir a pie con sus bordones en las manos, en mucha cantidad a visitar la dicha Imagen”. Y añade este mismo testigo que incluso llegó a tal punto la devoción que “ya no se platica otra cosa en la tierra, si no es ¿dónde queréis que vayamos? vamos a nuestra Señora de Guadalupe”. <br><br>
Otro testigo, el bachiller Francisco de Salazar juraba: “no solamente las personas que sin detrimento de su salud y sin vejación de su cuerpo pueden, van a pie; pero mujeres y hombres de edades mayores y enfermos, con esta devoción van a la dicha ermita”. <br><br>
En su testimonio, Juan de Masseguer nos dice: “Que todo el pueblo a una tiene gran devoción en la dicha Imagen de Nuestra Señora de todo género de gente, nobles ciudadanos e indios”. <br><br>
Mientras que Alvar Gómez testificó: “que es verdad que ha ido allá una vez, y que topó muchas señoras de calidad que iban a pie, y otras personas, hombres y mujeres de toda suerte, a la ida y a la venida, y que allá vio dar limosnas hartas, y que a su parecer que era con gran devoción, y que no vio cosa que le pareciese mal, sino para provocar la devoción de Nuestra Señora, y que a este testigo, viendo a los otros con tanta devoción, le provocaron más; y que le parece que es cosa que se debe favorecer y llevar adelante, especial que en esta tierra no hay otra devoción señalada, donde la gente haya tomado tanta devoción, y que con esta Santa devoción se estorban muchos de ir a las huertas, como era costumbre en esta tierra, y ahora se van allí donde no hay aparejos de huertas ni otros regalos ningunos, mas de estar delante de Nuestra Señora en contemplación y en devoción”. <br><br>
En palabras sencillas, el culto a la Virgen de Guadalupe se manifiesta como una verdadera evangelización; los misioneros observaron que con el mensaje y la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe la esencia del Evangelio era entendido y movía de tal forma las almas que la conversión hacia Jesucristo era una manifestación patente de ello. <br><br>
Ciertamente es sorprender este cambio, que tuvo su origen en las profundidades del corazón y esta nueva actitud que revela una luz de esperanza, la cual permitió que se llevara a cabo la evangelización de un pueblo que estaba como tierra bien preparada para recibir el mensaje de la Salvación. De hecho, se inicia una devoción que nadie podrá detener, y que aun más se fue profundizando y extendiendo durante los diversos periodos históricos que tuvieron lugar en México. <br><br>
El Santuario de la Reina del Cielo, de la Niña Morena, es uno de los más visitados del mundo; miles y miles de personas caminan en peregrinación, desgranando rosarios, alzando cánticos de alabanza, oraciones de petición y súplica, de agradecimiento y reconocimiento. <br><br>
<b style="color:navy">A MANERA DE CONCLUSIÓN <br><br></b>
Por ello, es importante recalcar la importancia del Acontecimiento Guadalupano, máxime en este año que se cumplen 475 años de las apariciones de Santa María de Guadalupe al indio santo, Juan Diego, en la evangelización de todo un Continente y más allá de sus confines; a un mundo que tanto necesita de la unidad, de la paz, de la solidaridad y del amor, una verdadera conversión. Porque del hombre sencillo, humilde, de buena voluntad, lleno de ese amor de Dios que nos trae María en su regazo, pueden surgir las cosas más maravillosas a favor de una nueva humanidad.<br><br>
Esto es lo que señaló el mismo Santo Padre cuando con alegría y gratitud declaró: “Volvamos a Guadalupe. En el año 2002 tuve la gracia de celebrar en aquel santuario la canonización de Juan Diego. Fue una estupenda ocasión para dar gracias a Dios. Juan Diego, después de haber recibido el mensaje cristiano, sin renunciar a su identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos estamos llamados a ser hijos de Dios en Cristo: «Te doy gracias, Padre [...], porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a las gentes sencillas» (Mt 11, 25). Y, en este misterio, María ha tenido un papel del todo singular”. <br><br>
Asimismo, desde el inicio de su pontificado, el papa Juan Pablo II nos ha expresado con gran fuerza: “no tengan miedo, no tengan miedo, abran las puertas a Cristo”; y ahora el Papa Benedicto XVI, quien pone en las manos humildes y hermosas de Santa María de Guadalupe, su Pontificado y su propia vida. Por ello, quiero terminar con uno de los párrafos más bellos del diálogo entre la Virgen de Guadalupe y san Juan Diego, el cual nos anima para continuar con la misión evangelizadora que nos ha sido encomendada: “«Escucha, ponlo en tu corazón, Hijo mío el menor, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió; que no se perturbe tu rostro, tu corazón, no tengas miedo, [...] ¿No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?»” <br><br>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-205737075430291455.post-40402364177964461522014-11-25T12:54:00.000-08:002014-11-25T16:48:54.755-08:00<!--La devoción a la Virgen María en la Iglesia Primitiva -->
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if(urlactual=="http://testigos-de-jesucristo-maria.blogspot.mx/"){
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document.write('<B STYLE="FONT-SIZE:16PT;COLOR:NAVY; TEXT-ALIGN:LEFT">LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA EN LA IGLESIA PRIMITIVA </B><BR>');
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<br><br></div>
<h1 style="text-align:left; color:navy">La devoción a la Virgen María en la Iglesia Primitiva </h1><br>
<center><div style="color:maroon; margin:10px;font-size:12pt;font-family:cambria"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSuyf-MtQ2wAwr4z2nIVhWmkG53Nt22zz2uyfLne7eLwA5s6rkNlwfvqRDPkTxobKTKq4WSwH1oLyPZAcBAe-DRVJwfcrVVSZRqC7UQSpKFg_KZkriN6disVKhf6l77eVTwXYAYbYSBQG3/s1600/Los+or%C3%ADgenes+de+la+devoci%C3%B3n+a+la+Virgen.jpg" width=100%></div></center>
La Virgen María ha sido honrada y venerada como Madre de Dios y Madre nuestra desde los albores del cristianismo. En los tres primeros siglos la veneración a María está incluida fundamentalmente dentro del culto a su Hijo.<br><br>
De esta época sólo se pueden encontrar testimonios indirectos del culto mariano. Entre ellos se encuentran algunos restos arqueológicos en las catacumbas, que demuestran el culto y la veneración, que los primeros cristianos tuvieron por María.<br><br>
<div style="color:maroon; font-size:12pt;font-family:cambria;float:right; width:310px; margin:0 0 0 10px;text-align:"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVWqJJrzjUL-iWKygvGomARpIAGdp-uwWmNuSlrexmkAFaQu2zvbJqYxrZjYugIkGXR86s6H4I5nnX8QJUmKEoVdJ3jHFhsp7QazWCvr3RWiTIhoRa2M3bMc2FbRwyUO1oHOEloNsPbYzM/s1600/Madonna_catacomb.jpg" width=300>Primera representación de la Santísima Virgen María (siglo II, Catacumbas de Santa Priscila - Roma) . </div>
Tal es el caso de las pinturas marianas de las catacumbas de Priscila, una de ellas es la primera representación de la Santísima Virgen María (siglo II). En ella se observa a la derecha a María con el Niño Jesús al pecho y la figura de la izquierda representaría un profeta que señala una estrella.<br><br>
Hay constancia de que en tiempo del papa San Silvestre, en los Foros, donde se había levantado anteriormente un templo a Vesta, se construyó uno cuya advocación era Santa María de la Antigua. Igualmente el obispo Alejandro de Alejandría consagró una Iglesia en honor de la Madre de Dios. Se sabe, además, que en la iglesia de la Natividad en Palestina, que se remonta a la época de Constantino, junto al culto al Señor, se honraba a María recordando la milagrosa concepción de Cristo.<br><br>
En la liturgia eucarística hay datos fidedignos que demuestran que la mención venerativa de María en la plegaria eucarística se remonta al año 225 y que en las fiestas del Señor -Encarnación, Natividad, Epifanía, etc.- se honraba también a su Madre. Suele señalarse que hacia el año 380 se instituyó laprimera festividad mariana, denominada indistintamente «Memoria de la Madre de Dios», «Fiesta de la Santísima Virgen», o «Fiesta de la gloriosa Madre».<br><br>
<center><div style="color:maroon; margin:10px;font-size:12pt;font-family:cambria"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4NqLgAwrLef_7ADtYLSnI-Ow2kd3EMHUApgUl-Se7KsY4DsTbaX9PJQPgArurZnL7ZHaclwRwrhTKiCaFkksJMcfzPK5-bCwtaI0RYFlXg-POQh2Zhz_iInB33pYyDCLKePLeIV0ddytg/s1600/Pintura+de+las+catacumbas+de+Roma+que+data+del+siglo+IV-En+ella+se+observa+a+la+Virgen+Mar%C3%ADa+con+los+brazos+extendidos+y+al+Ni%C3%B1o+Jes%C3%BAs+en+su+pecho.jpg" width=100%>Pintura de las catacumbas de Roma que data del siglo IV. En ella se observa a la Virgen María con los brazos extendidos y al Niño Jesús en su pecho. </div></center>
<b style="color:navy">El testimonio de los Padres de la Iglesia<br><br></b>
El primer Padre de la Iglesia que escribe sobre María es San Ignacio de Antioquía (107), quien contra los docetas , defiende la realidad humana de Cristo al afirmar que pertenece a la estirpe de David, por nacer verdaderamente de María Virgen. Fue concebido y engendrado por Santa María; esta concepción fue virginal, y esta virginidad pertenece a uno de esos misterios ocultos en el silencio de Dios. <br><br>
San Justino (167) en su “Diálogo con Trifón” insiste en la verdad de la naturaleza humana de Cristo y, en consecuencia, en la realidad de la maternidad de Santa María sobre Jesús y, al igual que San Ignacio de Antioquía, recalca la verdad de la concepción virginal, e incorpora el paralelismo Eva-María a su argumentación teológica. Este paralelismo servirá de hilo conductor a la más rica y constante teología mariana de los Padres. <br><br>
San Ireneo de Lyon (+ c. 202), en un ambiente polémico contra los gnósticos y docetas, insiste en la realidad corporal de Cristo, y en la verdad de su generación en las entrañas de María. Hace, además, de la maternidad divina una de las bases de su cristología: es la naturaleza humana asumida por el Hijo de Dios en el seno de María la que hace posible que la muerte redentora de Jesús alcance a todo el género humano. Destaca también el papel maternal de Santa María en su relación con el nuevo Adán, y en su cooperación con el Redentor.<br><br>
En el siglo III se comienza a utilizar el título “Theotokos” (Madre de Dios), siendo Orígenes (254) el primer testigo conocido que lo utilizó. En forma de súplica aparece por primera vez en la oración “Sub tuum praesidium” (bajo su amparo nos acogemos) que es la plegaria mariana más antigua conocida (su origen data entre los siglos III y IV) y en la cual se acude a la intercesión de María. Asimismo, en el siglo IV el mismo título se utiliza en la profesión de fe de Alejandro de Alejandría contra Arrio.<br><br>
En el siglo III se comienza a utilizar el título Theotókos (Madre de Dios). Orígenes (+ c. 254) es el primer testigo conocido de este título. En forma de súplica aparece por primera vez en la oración Sub tuum praesidium. que –como hemos dicho anteriormente- es la plegaria mariana más antigua conocida. Ya en el siglo IV el mismo título se utiliza en la profesión de fe de Alejandro de Alejandría contra Arrio.<br><br>
A partir de aquí cobra universalidad y son muchos los Santos Padres que se detienen a explicar la dimensión teológica de esta verdad -San Efrén, San Atanasio, San Basilio, San Gregorio de Nacianzo, San Gregorio de Nisa, San Ambrosio, San Agustín, Proclo de Constantinopla, etc.-, hasta el punto de que el título de Madre de Dios se convierte en el más usado a la hora de hablar de Santa María.<br><br>
Los Padres del siglo IV alaban de muchas y diversas maneras a la Madre de Dios. San Epifanio, combatiendo el error de una secta de Arabia que tributaba culto de latría a María, después de rechazar tal culto, escribe: «¡Sea honrada María! !Sea adorado el Señor!».<br><br>
La verdad de la maternidad divina quedó definida como dogma de fe en el Concilio de Efeso del año 431.<br><br>
<div style="color:maroon; font-size:12pt;font-family:cambria;float:right; width:310px; margin:0 0 0 10px;text-align:"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijcmFyqnTiBqjPWk0EtTzRvrUJdRNgWg_8XAbAftU7PgOssCszBZevGGEhSdv3jEjUpIph9eY5JrwEFdtKpBfwW8YvxWZySy6Uw8qhWlYyLmiXVryt0ANNZoS-jTsk8M812ct-JNeryj5L/s1600/virgen_5.JPG" width=300></div>
<b style="color:navy">Las Prerrogativas o Privilegios Marianos<br><br></b>
La descripción de los comienzos de la devoción mariana quedaría incompleta si no se mencionase un tercer elemento básico en su elaboración: la firme convicción de la excepcionalidad de la persona de Santa María -excepcionalidad que forma parte de su misterio- y que se sintetiza en la afirmación de sutotal santidad, de lo que se conoce con el calificativo de "privilegios" marianos.<br><br>
Se trata de unos "privilegios" que encuentran su razón en la relación maternal de Santa María con Cristo y con el misterio de la salvación, pero que están realmente en Ella dotándola sobreabundantemente de las gracias convenientes para desempeñar su misión única y universal.<br><br>
Estos privilegios o prerrogativas marianas no se entienden como algo accidental o superfluo, sino como algo necesario para mantener la integridad de la fe.<br><br>
San Ignacio, San Justino y Tertuliano hablan de la virginidad. También lo hace San Ireneo. En Egipto, Orígenes defiende la perpetua virginidad de María, y considera a la Madre del Mesías como modelo y auxilio de los cristianos.<br><br>
En el siglo IV, se acuña el término aeiparthenos —siempre virgen—, que S. Epifanio lo introduce en su símbolo de fe y posteriormente el II Concilio Ecuménico de Constantinopla lo recogió en su declaración dogmática.<br><br>
Junto a esta afirmación de la virginidad de Santa María, que se va haciendo cada vez más frecuente y universal, va destacándose con el paso del tiempo la afirmación de la total santidad de la Virgen. Rechazada siempre la existencia, de pecado en la Virgen, se aceptó primero que pudieron existir en Ella algunas imperfecciones.<br><br>
Así aparece en San Ireneo, Tertuliano, Orígenes, San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Efrén, San Cirilo de Alejandría, mientras que San Ambrosio y San Agustín rechazan que se diesen imperfecciones en la Virgen.<br><br>
Después de la definición dogmática de la maternidad divina en el Concilio de Efeso (431), la prerrogativa de santidad plena se va consolidando y se generaliza el título de "toda santa" –panaguía-. En el Akathistos se canta "el Señor te hizo toda santa y gloriosa" (canto 23).<br><br>
A partir del siglo VI, y en conexión con el desarrollo de la afirmación de la maternidad divina y de la total santidad de Santa María, se aprecia también un evidente desarrollo de la afirmación de las prerrogativas marianas.<br><br>
Así sucede concretamente en temas relativos a la Dormición, a la Asunción de la Virgen, a la total ausencia de pecado (incluido el pecado original) en Ella, o a su cometido de Mediadora y Reina. Debemos citar especialmente a S. Modesto de Jerusalén, a S. Andrés de Creta, a S. Germán de Constantinopla y a S. Juan Damasceno como a los Padres de estos últimos siglos del periodo patrístico que más profundizaron en las prerrogativas marianas.<br><br>
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http://www.inmaculadamg.org.ar/<br><br>
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